¿Cómo un sitio señalado de centro de reclutamiento pasó desapercibido durante tanto tiempo?¿Por qué las autoridades no encontraron lo que grupos de buscadores de desaparecidos hallaron en minutos? ¿Qué verdades siguen sepultadas en la tierra removida? France 24 viajó a Jalisco, el estado con más desaparecidos de México, hasta llegar al ahora conocido como "rancho del horror", que conmovió al mundo y que sigue envuelto en versiones contradictorias y relatos fragmentados.
El lugar parece solamente una finca abandonada en medio de un vasto terreno árido y polvoriento. Sin embargo, donde hoy ondean banderas de evidencia, antes yacían restos humanos y objetos que alguna vez pertenecieron a alguien.
"Calzones rojos con dibujo y letra de ninja, talla S". La Fiscalía de Jalisco publicó un inventario de los artículos que se encontraron en el Rancho Izaguirre, que acumula ya más de 1.800 objetos. Vestigios de abusos, vestigios de violencia. Y vestigios, también, de negligencia.
El propio fiscal general, Alejandro Gertz Manero, pocos días después del descubrimiento, avivó las sospechas de una complicidad deliberada: "No es creíble que una situación de esa naturaleza no hubiera sido conocida por las autoridades locales de ese municipio y del estado".
El rancho está ubicado a unos 50 kilómetros de Guadalajara, la tercera ciudad más poblada del país. Se accede por un camino de tierra que serpentea entre potreros, a pocos minutos de la localidad de La Estanzuela. Por eso, resulta sorprendente que no se hayan notado movimientos sospechosos o escuchado gritos o disparos, a pesar de que se encontraron en el recinto numerosos casquillos de bala. Como si todos en los alrededores hubieran sido inexplicablemente sordos y ciegos.
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¿Por qué el silencio después de la primera incursión en el rancho?
La Fiscalía habla de un "área de entrenamiento táctico y otra de acondicionamiento físico" del Cártel Jalisco Nueva Generación para los reclutados, muchos de ellos supuestamente conducidos al rancho mediante ofertas de trabajo falsas. Y las autoridades sabían de este lugar: la Guardia Nacional allanó la finca en septiembre de 2024. Detuvieron a diez personas, rescataron a dos secuestrados y hallaron un cadáver.
La Fiscalía del Estado inspeccionó entonces el espacio con diez agentes, y "se contó con una retroexcavadora, medidores de compactación del suelo y binomios caninos" detalla un comunicado. Aun así, no hallaron ninguno de los objetos que los grupos de buscadores de desaparecidos, compuestos por familiares y allegados de las víctimas, encontrarían después, ni detectaron un solo fragmento óseo. En contraste, el colectivo Guerreros Buscadores reportó haber desenterrado cientos de fragmentos de hueso calcinado con cada paletada de tierra.
"Si entras con la intención de no querer encontrar nada, no vas a encontrar nada, aunque lo tengas en la cara", resume la criminóloga Yuriria Rodríguez Castro, entrevistada por France 24. "Claro que hubo omisión porque entraron con un binomio canino: ¡el perro no va a mentir!"
El fiscal general Gertz Manero reconoció que los investigadores de Jalisco, en el primer allanamiento, no registraron las pruebas y huellas dactilares, ni procesaron los vehículos encontrados en el rancho; tres de los cuales fueron robados posteriormente. "Hubo colusión, impunidad y negligencia, todo junto", apunta Yuriria Rodríguez Castro.
Además, la Fiscalía de Jalisco no informó del caso a la Fiscalía General de la República, pese a las evidencias de delitos de delincuencia organizada, que son de su competencia. Todo quedó en silencio hasta que ingresaron los padres buscadores.
Lo hicieron el 5 de marzo. El colectivo Guerreros Buscadores llegó al lugar tras la llamada de un presunto sobreviviente del centro de reclutamiento. Desde que salió a la luz el caso de este rancho de Teuchitlán, el grupo ha recibido constantes llamadas de personas que aseguran haber estado cautivas allí.
Una informante afirma haber sido retenida en el rancho en 2012, lo que sugeriría que el sitio operó por más de una década.
En declaraciones a France 24, la vocera del colectivo, Indira Navarro, relata:
"El Gobierno sabía lo que pasaba ahí. Los mismos anónimos lo dicen. Hablan de las autoridades de Teuchitlán, de la policía municipal, de la policía del estado…"
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¿De dónde provienen los huesos calcinados, si no de hornos crematorios?
Si bien los testimonios de supuestos sobrevivientes deben tomarse con cautela, su coherencia sugiere lo peor. Apuntan a que los jóvenes retenidos a la fuerza eran sometidos a un brutal entrenamiento en el que quienes no mataban, morían. Un sobreviviente que habló con la televisora de Milenio describió una sala apodada "la carnicería", donde los cadáveres eran desmembrados sobre una mesa de cemento antes de ser incinerados: "Los fileteaban para que se quemaran más rápido".
Este mismo joven, cuando se le preguntó por la existencia de hornos crematorios, no lo dudó: "Claro que sí. Yo vi uno grande nada más. A veces lanzaban de tres a cuatro cuerpos".
Sin embargo, la Fiscalía del estado de Jalisco sostuvo el 13 de marzo que "no existen estructuras que fungieron como hornos". Eso, a pesar de que en el primer comunicado enviado por la institución, el 6 de marzo, se reportaba la existencia de "dos circunstancias inéditas: los restos óseos fueron calcinados e inhumados, y adicionalmente se ocultaron bajo una capa de tierra y una losa de ladrillo".
Una descripción que corresponde con la versión que pudo reconstruir Indira Navarro gracias a la información recolectada por llamadas o mensajes anónimos: "A veces lo que confunde a la gente es que no eran unos hornos como tal. Cavaban (los encargados del centro de reclutamiento) unos hoyos, y en la parte de abajo colocaban ladrillo, adoquín, lo que pudiera servir de base para que calentara más. Ahí aventaban los cuerpos partidos. Y luego buscaban algún tipo de químico o hidrocarburo para que se quemara con más facilidad. No duraban unas horas, eso era cuestión de días".
No obstante, Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, aseguró que "no hay indicios" para que este lugar sea catalogado como campo de exterminio.
"En México, negamos los términos que nos comprometen", explica la académica Yuriria Rodríguez Castro. Y agrega: "Las autoridades mexicanas tienen como prioridad ocultar las cifras de homicidios. Les conviene mejor tener una cifra de desaparecidos muy alta, porque así no aparecemos como el país más violento de América latina".
"De ahí una suposición mía: debe existir una especie de pacto entre las autoridades coludidas y el crimen organizado que dice: "Tú haz lo que quieras, pero no me dejes cuerpos".
Yuriria Rodríguez Castro, dra. en Ciencias Penales y Política Criminal, especialista en crimen organizado
Un estudio satelital revelado por El País, detectó en 2019 altas concentraciones de ceniza y humo de hidrocarburos en el Rancho Izaguirre de Teuchitlán, en los mismos puntos donde los familiares de desaparecidos denunciaron la existencia de crematorios clandestinos. José Luis Silván, uno de los autores del estudio, afirmó: "Aunque no nos atrevemos a decir que sean personas quemadas, (…) a la luz de otra evidencia y lo que está ocurriendo, hay muchas posibilidades de que sí sea así".
Indira Navarro, quien no había dado declaraciones a la prensa desde la incursión en el rancho, asegura que las autoridades pasaron 15 días cerniendo la tierra antes de permitir el acceso a los medios, un proceso en el que se recoge fragmentos óseos con coladeras: "Tampoco se habla de estos 15 días. Sacaban una cubeta al día, a veces dos. ¿Dónde están esos huesos? ¿A cuánta gente equivalen?"
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¿Por qué permitir que cientos de personas entren en la escena del crimen y la hagan ilegible?
Días después del hallazgo, las fiscalías federal y estatal organizaron una visita oficial al rancho, con medios, influencers y padres buscadores. Para estos últimos, el lugar no era el mismo que el que descubrieron el 5 de marzo:
"Lo barrieron todo. Quitaron las marcas que nosotros dejamos para señalar las anomalías en el terreno. Una de las mesas de cemento, se veía que la habían fregado apenas", cuenta una de las integrantes de Guerreros Buscadores que estuvo durante el descubrimiento y la visita.
"Considero que fue una visita pactada entre las autoridades y los grupos criminales. Me aventuro a decir que no hubiéramos podido ingresar al rancho sin la autorización del cártel. Y menos salir vivos".
Yuriria Rodríguez Castro, dra. en Ciencias Penales y Política Criminal, especialista en crimen organizado
Rodríguez Castro, que también acudió el día de la visita, coincide con esas afirmaciones: "El terreno fue removido. Al caminar, se me hundían los pies. El suelo estaba suelto, cuando por el clima hubiera tenido que estar seco". La experta lamenta que la escena quedara totalmente alterada después de que cientos de personas la recorrieran y manosearan: "Los nodos, como les llamamos en criminología, -los puntos de mayor actividad criminal-, como en ese caso lo es la bodega, fue totalmente contaminada, con las personas tocando los objetos".
"Hoy por hoy, si alguien quisiera analizar correctamente la escena, no podría", concluye la criminóloga. "A menos de que se excave. Pero no esas perforaciones vergonzosas que he visto y que parecían que las había hecho un topo".
Indira Navarro asegura que, gracias a llamadas de informantes, el colectivo está en posesión de información que permitiría ubicar fosas con mucho más cuerpos de lo que se habla hasta ahora: "Nosotros dimos los puntos, pasaron (los peritos) el georradar y marcaba positivo para anomalías en el suelo. Marcaba que había algo en una profundidad de 3 metros, los mismos 3 metros que nosotros les habíamos comentado: y no excavaron". La Fiscalía anunció que ya no permitirá más el acceso a los buscadores y la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Lo ocurrido en Teuchitlán recuerda también el caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y el de los cinco jóvenes de Tierra Blanca, Veracruz, desaparecidos en 2016. En ambos, la versión oficial intentó ocultar la magnitud de la violencia. Sin embargo, mientras las autoridades se disputan responsabilidades, los padres buscadores seguirán excavando verdades.
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