Tras bombardear Irán y poner la incertidumbre de un nuevo conflicto a gran escala sobre el mundo, el presidente estadounidense se enarboló con el anuncio de un cese al fuego entre Israel y Teherán, que, aunque frágil, pone fin a 12 días de conflicto. Pavoneado por sus seguidores, líderes extranjeros y por él mismo, Donald Trump busca confirmar su rol como mediador en el mundo y acaricia una de sus metas a nivel internacional: el Nobel de la paz.
Un Donald Trump beligerante que busca inmortalizar su nombre en una larga lista de figuras que han velado por la paz en el planeta. ¿Una contradicción? No para el presidente y sus seguidores en el Partido Republicano.
El pasado 22 de junio, un día después de ordenar bombardeos en contra de las instalaciones nucleares iraníes, el presidente estadounidense tomó sus redes sociales para anunciar un sorpresivo armisticio entre Irán e Israel, que provocó sorpresa mundial, especialmente ante el silencio de ambas
"¡Felicidades a todos! Esta es una guerra que podría haber durado años y haber destruido todo Oriente Medio, pero no fue así, ¡y nunca lo será!", escribió Trump, como de costumbre, en su perfil de Truth Social, donde prosiguió compartiendo comentarios halagadores de sus seguidores hacia su figura.
Aunque las horas que siguieron del anuncio estuvieron marcadas por violaciones beligerantes en ambos lados, ganándose la furia de Trump, quien dijo que ninguno de los dos sabía "qué carajos" estaba haciendo, la paz se cimentó. Tanto Teherán como Tel Aviv aceptaron la existencia del acuerdo, ambos clamando la victoria, pero fue el Gobierno israelí quien reconoció que, si la paz existe, es en gran medida responsabilidad del estadounidense.
"Israel nunca tuvo un mejor amigo que el presidente Trump en la Casa Blanca", sentenció el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en su anuncio de aceptación del armisticio, resaltando los esfuerzos negociadores – y bélicos – del jefe de Estado estadounidense.
Además, la 'victoria virtual' de Trump en Medio Oriente también fue reconocida, por sus aliados, en el mundo. El mandatario estadounidense compartió una serie de mensajes enviados por el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, quien, en el marco de la cumbre de la organización, lo felicitó por su "decisiva actuación en Irán". "Enhorabuena y gracias por su decisiva actuación en Irán, ha sido realmente extraordinaria, algo que nadie más se atrevía a hacer", escribió el holandés.
Sin embargo, los reconocimientos por el rol 'pacificador' del presidente llegaron a niveles que reviven viejos anhelos del republicano. El embajador israelí ante la ONU, Danny Danon, subrayó el papel del republicano en el armisticio, afirmando que el presidente "merece el Premio Nobel de la Paz".
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¿Trump vuelve a la carga por el Nobel de la Paz?
La obsesión trumpista por conseguir un Premio Nobel de la Paz nació desde su primera presidencia, influenciada por el logro de su antecesor, Barack Obama, quien fue galardonado con el premio en 2009, aunque en su momento dijo no merecerlo.
Desde su primera experiencia en la oficina oval, Trump ha vertido sus esfuerzos en materia de política exterior para conseguir ser premiado con el máximo galardón de la paz en occidente; pero todos sus intentos se han quedado cortos.
El presidente estadounidense fue nominado para el premio en 2018 y 2020 por algunas iniciativas diplomáticas en Medio Oriente y en Europa, que al final del año – cuando el comité examina las nominaciones – no terminaron de fraguar. En 2021, el mandatario fue nominado tres veces: dos por su papel en la consecución de los Acuerdos de Abraham, que normalizaron relaciones entre Israel y algunos países del Golfo, y otra por la mediación en un acuerdo comercial entre Serbia y Kosovo.
Sin embargo, Trump nunca ha estado cerca de llevarse el galardón. Apenas la semana pasada, el mandatario republicano parecía desprolijo de cualquier esperanza de conseguir un Premio Nobel en su carrera política.
"No voy a conseguir el Premio Nobel de la Paz por mucho que lo intente, ni siquiera con Rusia/Ucrania e Israel/Irán", lamentó desde la Oficina Oval.
Pero las esperanzas del mandatario reviven en su segundo Gobierno. Tras su mediación en el conflicto entre Irán e Israel, el congresista republicano, Buddy Carter, anunció este 24 de junio que ha nominado oficialmente al presidente al Premio Nobel de Paz por su "histórico rol" en "prevenir que el mayor patrocinador estatal del terrorismo del mundo obtenga el arma más letal del planeta".
Para los expertos, las ambiciones trumpistas por conseguir un Premio Nobel de la Paz penden de un fino hilo, por el que también se balancea el armisticio entre Irán e Israel que, hasta el momento, es su mayor logro en materia.
Según Allison Stanger, politóloga del Middelbury College, la amenaza para los planes trumpistas de convertirse en el 'campeón de la paz' en Medio Oriente no deviene de riesgos inmediatos.
"El riesgo político de Trump no es una escalada inmediata. Es el lento aumento del resentimiento que ha generado en múltiples frentes, tanto en el ámbito internacional como en el nacional", afirmó Stanger para Reuters.
Israel, Irán, Pakistán, India, Rusia y Ucrania, en la mira de Trump
Su arriesgada apuesta para conseguir la paz entre Irán e Israel es, por el momento, la mayor victoria trumpista en su segunda Administración, marcada por el constante deseo de mostrarse al mundo como una figura de paz, aunque tenga que utilizar las balas para conseguirlo.
En Asia, Trump también ha tenido un éxito relativo. Apenas en mayo, el presidente fue una pieza importante en la mediación entre Pakistán y la India, que estaban al borde de un conflicto directo después de un atentado en la tensa región de Cachemira, que limita entre ambos países y es foco de conflicto histórico.
Por ello, el 19 de junio, el Gobierno pakistaní anunció sus planes de nominar a Trump para el Nobel de la Paz, referenciando el rol negociador que fungió el republicano en la desescalada del conflicto entre dos países con acceso a ojivas nucleares. India ha negado la participación estadounidense en la mediación.
Pero no todo ha sido color de rosas para los planes de 'paz' trumpistas. En campaña, el mandatario impulsó la promesa de terminar con la guerra entre Rusia y Ucrania, un conflicto que, según él, nunca hubiera iniciado si él hubiera estado en la Casa Blanca en el momento de la explosión bélica. Además, prometió terminar con el conflicto en "dos semanas" si llegaba de nuevo a la Presidencia.
En julio se cumplen seis meses de su segunda Administración, pero Trump no ha podido cumplir su promesa. Aunque Washington ha organizado numerosas mesas de negociación con rusos y ucranianos, además de ejercer presión sobre el líder de Kiev, Volodímir Zelenski, para que abra su postura a la paz, el conflicto sigue activo.
Las trabas en las negociaciones y el repentino desinterés mostrado por el mandatario tras las negativas de Kiev y Moscú han hecho mella en su figura como pacificador mundial. De hecho, Oleksandr Merezhko, un político ucraniano, había nominado a Trump para el premio el año pasado, aunque finalmente decidió retirar su nominación la semana pasada, revelando que había "perdido fe en la habilidad de Trump para asegurar un cese al fuego en Ucrania".
"Paz a través de la fuerza": la política exterior del republicano
La estrategia de paz trumpista está lejos de la convencionalidad histórica relacionada con la negociación, la diplomacia, el impulso al desarme y el activismo político. La visión de la paz del presidente estadounidense está influenciada por la doctrina de política exterior que guía su actuación mundial: la 'paz a través de la fuerza'.
La Casa Blanca ha descrito la política de la 'paz a través de la fuerza' como la "restauración de la misión letal del Ejército estadounidense" para "liderar con paz a través de la fuerza en su política exterior". Un posible oxímoron político, pero que, al menos en Medio Oriente, ha tenido resultados.
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"Trump parece creer que la aplicación rápida y decisiva del poder estadounidense, ya sea económico o militar, puede lograr objetivos maximalistas. Según Trump, la disparidad de poder entre Estados Unidos y otros países es tan grande que, cuando actuamos con audacia, los demás capitulan", detalló Eddie Fishman, experto en sanciones que trabajó para la administración Obama, para la revista 'Politico'.
En el ideario de Trump, visiblemente influenciado por el realismo internacionalista, la posición de poder militar, económico y político de Estados Unidos en el mundo le otorga a Washington una capacidad casi única de influir en conflictos internacionales. Negociar, sí, pero con el amplio arsenal estadounidense de fondo, listo para ser utilizado en caso de que los resultados no sean los buscados por la Casa Blanca.
Para otros expertos, como Brian Katulis, investigador del Instituto de Medio Oriente, los 'resultados' de Trump podrían ser mera apariencia del momento, y su prueba final no es contra las armas: pero contra el tiempo.
"En este momento, parece un tipo duro que obtiene resultados. Pero cuando se calma la situación y llegan las repercusiones, uno se queda pensando: un momento, ¿estamos mejor ahora?", explicó Katulis para AP.
Y es que la ambivalencia de Trump al frente de la política exterior estadounidense se ve materializada en las cambiantes reacciones internacionales a sus actos. Pakistán, que había oficializado sus intenciones por nominarlo al Premio Nobel de la Paz, también lo condenó menos de 24 horas después por sus ataques contra Irán.
Con AP, Reuters y medios locales
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