Seis veces la ha sacado del parque Aaron Judge, cuatro Jazz Chisholm y Anthony Lavolpe, y en total son 10 los bateadores del Bronx que han conseguido jonrones. El común denominador entre algunos de ellos son los bates torpedo, maderos diseñados por un físico del MIT que aprovechan un vacío en las normas de las Grandes Ligas para ensanchar la zona de contacto.
Los nuevos bates, que están siendo usados por 16 jugadores de 10 equipos esta temporada, cumplen con las regulaciones legales del béisbol. La regla 3.02 se limita a imponer un diámetro máximo (2,61 pulgadas o 6,6 cm) y un tope de longitud (42 pulgadas, o 1,04 m), además de señalar que los bates deben estar hechos de madera lisa y maciza.
Los novedosos maderos desplazan la zona más ancha al punto de mayor contacto de cada bateador. Esto les da la forma de torpedo o de bolos de bowling que los ha distinguido desde su introducción.
Por ejemplo, Chisholm y Volpe suelen conectar mejor en la zona más cercana a la etiqueta, y no en el barril, que es la parte donde los bates tradicionales son más anchos, así que un diseño adaptado a sus características los ha ayudado a explotar mejor su poder.
¿Qué tanta diferencia hacen los torpedos?
El extraordinario rendimiento ofensivo de los Yankees este año ha impulsado el interés hacia los nuevos artículos, tanto que las ventas del modelo se han disparado.
El bate cuesta lo mismo que los maderos regulares, unos 200 dólares, porque su elaboración no tiene un costo adicional, pero la fantasía de ver a los mejores del juego triunfando con ellos ha hecho que jugadores aficionados quieran conseguir el mismo efecto.
Pero los bates torpedo ni son nuevos ni son mágicos. Ya los usaron la temporada pasada Giancarlo Stanton de los Yankees y Francisco Lindor de los Mets.
El puertorriqueño terminó la campaña regular con un respetable promedio de bateo de .273, con 33 jonrones y 91 impulsadas, disparó dos grand slams en la serie divisional ante Philadelphia, y fue segundo en la votación del Más Valioso de la Liga Nacional, detrás de Shohei Ohtani.
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Pero Stanton, el bateador designado de Nueva York y Jugador Más Valioso de la Serie de Campeonato de la Liga Americana, terminó en la lista de incapacitados con una epicondilitis, una inflamación de los codos de ambos brazos, conocida como “codo de tenista”.
Stanton no descarta que los “ajustes al bate” sean responsables de la lesión, aunque sin referirse directamente al bate adaptado a su zona de contacto. Consultado al respecto, no ha dudado en asegurar que volverá a usarlo cuando esté de nuevo en acción.
De los 16 jugadores que están usando los torpedos este año, 12 han conectado vuelacercas y 13 tienen promedio de bateo por encima de .200.
Esas cifras incluyen los impresionantes números de Paul Goldschmidt de los Yankees, que aunque ha sacado la bola del parque una sola vez, batea para .383, con un porcentaje de slugging (o bases alcanzadas por turno al bate) de .511.
¿Qué pasa con los que no usan la nueva herramienta?
Las estadísticas no son concluyentes cuando se miran los números de jugadores que no están usando los torpedos. Un ejemplo de ello es Aaron Judge, el mejor bateador de los Yankees, que a diferencia de sus compañeros sigue usando un madero regular y es el líder de jonrones de la temporada, con seis en los 12 primeros juegos.
También podrían serlo los campeones de la Serie Mundial, los Dodgers de Los Ángeles, que han tenido un desempeño muy similar al de los ‘Mulos’, pero sin bates torpedo.
Tienen dos cuadrangulares más que sus rivales del pasado clásico de octubre (28), con nueve hombres que han conectado batazos de cuatro esquinas, incluyendo a Shohei Ohtani, que tiene cuatro cuadrangulares y 23 imparables en total en el mismo periodo de 12 juegos desde el comienzo de la campaña.
Para el comisionado de las Grandes Ligas, Bob Manfred, los nuevos bates ni son ilegales, porque se ajustan a las regulaciones del béisbol, ni son una diferencia decisiva, pero están generando un indicador cualitativo del impacto de este deporte que va más allá de los parámetros habituales.
“Algo sobre el juego es más importante de lo que se captura en los índices de audiencia de televisión o los ingresos o cualquiera de esas cosas, cuando tienes las discusiones y debates al respecto", aseguró Manfred en una entrevista con el 'The New York Times'.
Manfred es optimista ante la perspectiva de que el interés en torno a este tipo de innovaciones anime también el debate sobre un tema que le entusiasma mucho más: el proyecto de introducir árbitros robot, que ya se puso a prueba durante los entrenamientos primaverales, y debería entrar en vigencia la próxima temporada.
La ciencia detrás de un pedazo de madera
El béisbol ha sido testigo de una evolución dispareja entre bateo y pitcheo en los últimos años en la que la ofensiva ha salido perdiendo.
Mientras el trabajo de los lanzadores cobra cada vez más relevancia, con complicadas fórmulas de bullpen (uso de relevistas) para controlar a toleteros zurdos o derechos, de poder o de contacto, de la parte alta o baja de la alineación, los bateadores quedan cada vez más maniatados por el uso de las herramientas del pitcheo.
Aaron Leanhardt, un físico formado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y profesor de la Universidad de Michigan, comenzó a buscar respuestas para revertir la hegemonía de los ponches.
Leanhardt, que dejó la vida universitaria para dedicarse a su otra pasión, el béisbol, trabajaba con los Yankees desde 2018 cuando fue contratado para ocuparse de varios de los afiliados inferiores. Fue escalando hasta convertirse en el analista del equipo principal.
Durante los dos años previos a la introducción de los bates torpedo, Leanhardt -que ahora trabaja como coordinador de campo de los Marlins de Miami-, preguntó a los jugadores qué podría ayudarlos a batear más.
Muchos de los peloteros consultados le dijeron que tenían su zona de contacto unos 20 centímetros por encima de la base del bate, que es un área más estrecha en los maderos tradicionales.
La solución era ampliar esa superficie, desplazando el barril o cañón (la parte ancha) hacia la zona favorita del jugador, pero eso implicaba hacer un artefacto más pesado, lo cual iría en contra de la otra gran herramienta de un toletero, aparte de su contacto: la velocidad de su swing o desplazamiento al batear.
Leanhardt encontró las dos respuestas que necesitaba para solucionar ese problema: cambiar la tradicional madera de fresno por una pieza de arce, más liviana, y modificar el diseño completo del bate, que pasó de su forma cónica tradicional, a una de torpedo o pin de bowling, con el tope más angosto para redistribuir el peso.
En su temporada de introducción, 2024, Stanton, uno de sus primeros usuarios, registró velocidades nueve millas por hora más rápidas que el swing promedio en la liga, y cuando otros compañeros suyos de los Yankees los pidieron este año, se sorprendieron de lo fácilmente que podían adaptarse a ellos.
La locura por los bates torpedo se dispara, tanto que Victus Sports -el primero de los proveedores oficiales de Grandes Ligas que los fabricó- ha tenido que acelerar su ritmo de producción para hacer frente a la demanda, pero Leanhardt prefiere recordar quiénes hacen la verdadera magia en el béisbol.
“Al final del día, se trata del bateador y no del bate. Se trata del bateador y sus entrenadores de bateo. Estoy feliz de poder ayudar un poco, pero en última instancia depende de ellos hacer buenos swings y esforzarse todos los días”, declaró el inventor cuando fue consultado luego del extraordinario arranque de los Yankees.
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