La condena a prisión domiciliaria de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner tras ser hallada culpable de corrupción en la ‘Causa Vialidad’ abrió un debate profundo en Argentina: mientras algunos la ven como un avance histórico contra la impunidad, otros la consideran un intento de proscripción política. ¿Es esta sentencia un paso hacia la justicia o un mecanismo para excluirla del juego político? ¿Qué impacto tendrá en el futuro del peronismo y la política nacional?
El martes 17 de junio de 2025 no será recordado como un día más en la historia argentina. La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner comenzó a cumplir su condena bajo prisión domiciliaria, tras ser hallada culpable de hechos de corrupción en la ‘Causa Vialidad’.
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El cumplimiento de la pena por parte de una de las figuras más influyentes de la política contemporánea marca un antes y un después en la relación entre la Justicia y el poder político en Argentina. Para algunos sectores, representa el triunfo de la Justicia; para otros, la consumación de una estrategia de persecución.
Más allá de las interpretaciones, el impacto es innegable: la condena —que incluye además la inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos— asesta un golpe a la trayectoria de una dirigente clave en la historia reciente de América Latina, aunque difícilmente logre desplazarla del centro de la escena política.
¿De qué se trata la ‘Causa Vialidad’?
La ‘Causa Vialidad’, iniciada en 2016, investigó presuntas irregularidades en la adjudicación de contratos de obra pública en la provincia de Santa Cruz entre 2003 y 2015. Según la acusación, un esquema de corrupción habría favorecido de manera sistemática al empresario Lázaro Báez, con quien la exmandataria y su difunto esposo, Néstor Kirchner, mantenían estrechos vínculos personales y comerciales.
El expediente documentó más de 50 contratos por un monto total superior a los 46.000 millones de pesos de la época, con sospechas de sobreprecios, obras inconclusas y procesos de licitación fraudulentos.
En diciembre de 2022, Cristina Fernández fue condenada en primera instancia a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos, fallo que luego fue ratificado por la Cámara de Casación y por la Corte Suprema.
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A lo largo del proceso —que atravesó varios cambios de jueces y dilaciones— la expresidenta siempre sostuvo su inocencia y denunció ser víctima de 'lawfare', una persecución judicial con fines políticos
¿Cómo será la condena?
Desde el pasado martes, la exmandataria cumple su sentencia en régimen de prisión domiciliaria en su departamento del barrio porteño de Monserrat, ubicado en San José 1111.
“Deberá permanecer en el domicilio fijado, obligación que no podrá quebrantar salvo en situaciones excepcionales de fuerza mayor que deberá justificar debidamente. Por fuera de estos supuestos, deberá requerir y obtener la autorización previa del tribunal, sin excepción”, consigna la resolución con la firma de los tres jueces del Tribunal Oral 2, Jorge Gorini, Rodrigo Giménez Uriburu y Andrés Basso.
Además, deberá llevar una tobillera electrónica conectada a un sistema permanente de monitoreo. Este dispositivo, junto a una unidad domiciliaria instalada en su casa, permitirá seguir su ubicación en tiempo real y disparará una alerta si se intenta manipularlo o exceder el perímetro autorizado.
La vigilancia no se limitará al equipo, sino que la Justicia dispuso que la Dirección de Control y Asistencia de Ejecución Penal informe cada tres meses al tribunal sobre el grado de cumplimiento. De detectarse cualquier incumplimiento, se evaluará su traslado a una prisión común.
También se estableció un control estricto de las visitas: en las primeras 48 horas, su defensa deberá presentar una nómina de personas autorizadas —familiares, abogados, médicos y custodia— que podrán ingresar sin autorización judicial; para que ingresen otros allegados será necesario solicitarlo al tribunal.
Además, la resolución impone normas de convivencia: deberá abstenerse de adoptar comportamientos que perturben la tranquilidad del vecindario o alteren la convivencia pacífica de sus habitantes, incluidas las salidas al balcón.
“Vamos a volver con más fuerza y unidad”
Este miércoles, cientos de miles de personas se congregaron en la Plaza de Mayo para expresar su apoyo a CFK y reclamar su libertad.
La marcha, convocada por el Partido Justicialista (PJ), del que Cristina es presidenta, y respaldada por sindicatos, movimientos sociales y agrupaciones kirchneristas, tuvo como eje central la denuncia de una supuesta proscripción política. Bajo el lema 'Basta de proscripción y de persecución política', los manifestantes señalaron que la condena busca impedir su participación en las próximas elecciones legislativas en la Provincia de Buenos Aires y excluirla del escenario político.
Entre los asistentes se encontraban el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof —quien asoma como uno de los futuros líderes del peronismo—, y el excandidato presidencial Sergio Massa.
“La condena a CFK es un golpe de autoritarismo que se expresa en un procedimiento judicial absolutamente injusto y fuera de la ley. Esto es lo que pasa en la Argentina de Milei, una Argentina donde se encarcela y se persigue al que piensa distinto”, escribió Kicillof en su cuenta de X.
Por su parte, la expresidenta se manifestó a través de un audio grabado que se reprodujo en la Plaza para todos los presentes.
“Gracias de corazón. Los he escuchado cantar consignas, la marcha, el himno. Lo que más me gustó fue escucharlos cantar otra vez ‘vamos a volver’. No lo escuchaba hace mucho. Me gusta porque revela una voluntad. Que los laburantes lleguen a fin de mes. Bien peronista”, expresó desde su casa, donde cumple condena.
Asimismo, apuntó contra el presidente ultraderechista argentino, Javier Milei: “Este modelo, que ahora encarna Milei —que no es diferente a los de otrora— se cae. No solo porque es injusto, sino porque es insostenible desde lo económico”.
Y cerró: “El pueblo argentino demostró que sabe organizarse, luchar y volver. No tengo la bola de cristal. Sí sé algo. He pasado por casi todo en esta vida. Viví el ejemplo y el enorme y terrible sacrificio de Néstor (Kirchner), con todo lo que nos costó construir aquella década ganada. Viví un intento de asesinato. He soportado este proceso nefasto judicial que termina con la misma corrupción. Vamos a volver, y además con más sabiduría, con más unidad, con más fuerza, y desde la trinchera”.
“A Milei no le sirve la condena”
Pese a que desde el Gobierno de Javier Milei celebraron la decisión de la Corte Suprema de confirmar la condena a Cristina Fernández, varios analistas consideran que, en términos políticos, el fallo no le resultaba conveniente. Argumentan que un triunfo electoral en las legislativas de septiembre, en la provincia de Buenos Aires —donde la exmandataria planeaba presentarse como candidata—, habría sido más favorable para el oficialismo. La judicialización del conflicto político, advierten, tiende a profundizar la polarización social y puede alimentar narrativas de victimización que refuercen a la oposición.
En diálogo con France 24, el abogado y consultor político Federico Miravet sostiene que, en términos políticos, la condena a Cristina Fernández de Kirchner no le resulta especialmente útil a Milei.
Reconoce que un triunfo de La Libertad Avanza sobre la expresidenta en las elecciones legislativas de la provincia de Buenos Aires habría representado una “foto potente”, aunque advierte que la contienda política es “una película mucho más larga”, marcada por un fuerte clima de polarización.
Según Miravet, esa polarización ha permitido al Gobierno sortear las dificultades económicas. “Si bien la salida del cepo cambiario y la baja de la inflación son datos positivos, la población necesita tres trabajos para llegar a fin de mes y la informalidad laboral sigue siendo muy elevada. Tener a Cristina Kirchner como principal antagonista ayudaba al Ejecutivo a desviar la atención de estos problemas”, explica.
En la misma línea, Samantha Olmedo, consultora política especializada en opinión pública y coordinadora académica en la Escuela de Política y Gobierno de la Universidad Católica Argentina (UCA), considera que la imposibilidad de que Fernández de Kirchner sea candidata debilita la polarización, y con ello el relato del oficialismo pierde a su principal antagonista en términos comunicacionales.
“El oficialismo tampoco puede caer en el ‘ya la metimos presa, vamos por más’, porque se ampararon mucho en la idea de independencia judicial”, explica a France 24.
¿Victoria de la Justicia sobre la impunidad o judicialización de la política?
Tras la ratificación de la condena, distintas encuestas mostraron que una parte importante de la opinión pública considera culpable a la exmandataria, aunque persiste una visión crítica sobre el accionar de la Justicia y un temor a que el fallo profundice el conflicto social. Según varios sondeos, entre el 53% y el 60% de los argentinos apoyan la condena en la ‘Causa Vialidad’, pero la polarización y el escepticismo hacia la Justicia siguen siendo fuertes.
Al respecto, Olmedo señala que la “base dura” del cristinismo ha ido disminuyendo gradualmente en los últimos años, lo que se refleja en los estudios de ‘social listening': más del 70% de los comentarios en redes sociales sobre la condena son favorables a la medida.
“Hoy, la mayoría de la gente ve de manera positiva su condena. Además, el discurso peronista actual —‘no vienen por ella, vienen por vos’, ‘si pudieron con ella, podrían contra cualquiera’— ya no cala en los sectores que han quedado huérfanos de representación; es un mensaje que sólo sigue resonando entre los propios”, comenta la experta.
Desde otra perspectiva, el politólogo Miravet considera que la condena a Cristina Fernández se inscribe en un proceso de judicialización de la política.
“Aun en el caso de que se haya hecho justicia, si Cristina es culpable en la 'Causa Vialidad', no deja de ser una justicia parcial. La imagen ideal de una Justicia imparcial se pierde cuando sólo se mira hacia un lado”, señala. Esta parcialidad se refleja, según el analista, en los “ritmos distintos según los espacios políticos” que se perciben en la Justicia argentina.
“No creo que estemos ante un verdadero triunfo sobre la impunidad en Argentina. Si uno mira los números de las últimas causas de corrupción, desde el menemismo hasta hoy, muy pocas llegaron a una sentencia firme. Eso muestra un nivel muy alto de impunidad. Pero, además, en los últimos tiempos la Justicia parece mirar en una sola dirección. Por eso, me parece que esto expresa más un proceso de judicialización de la política que un avance genuino contra la impunidad”, concluye.
Mientras que, para otros sectores, la condena representa un claro triunfo de la Justicia sobre la impunidad.
La periodista Cristina Pérez, en su programa en el canal ‘La Nación +’’, lo sintetizó así: “Estamos ante el ‘Nunca Más’ a la corrupción. Desde la cúspide del Poder Judicial se dejó probado con una sentencia firme que ni siquiera un presidente de la nación puede salir impune si roba dineros públicos. Es decir, no solamente que todos somos iguales ante la ley, sino que queda comprobado que, si desde el máximo poder en un país presidencialista como Argentina se roba, hay justicia”.
En sintonía, el abogado constitucionalista Cristian Cao declaró en el mismo canal que el proceso contra la exjefa de Estado “cumplió con todas las garantías constitucionales”, descartando las denuncias de irregularidades planteadas por su defensa. “La sentencia de la Corte es muy detallada”, aseguró.
El futuro del peronismo
La condena de Cristina Fernández no solo marca un hito judicial, sino que también tiene profundas consecuencias políticas dentro del peronismo. Lejos de debilitar su influencia, el fallo parece haber reordenado al movimiento, que ahora enfrenta un escenario distinto en cuanto a liderazgo y unidad.
Para Miravet, la condena reconfigura inevitablemente el mapa interno del partido. “Con Cristina en libertad, seguía siendo la gran ordenadora del espacio: tenía el control de la lapicera, el piso más alto en términos de votos, aunque con un techo bajo. Eso generaba tensiones dentro del peronismo. Ahora, con su prisión domiciliaria, hay una uniformidad de discurso y una unificación del espacio en torno a su figura”, explica.
El analista sostiene que esta situación refuerza el perfil simbólico de la expresidenta dentro del movimiento: “Se empieza a construir una narrativa de mártir. Aparece un operativo clamor que no sólo busca su liberación, sino que también ordena al peronismo detrás de una causa común. Es un cierre de filas que, paradójicamente, puede fortalecer al espacio de cara al futuro”.
En sintonía, Olmedo sostiene que el peso de la figura de CFK seguirá siendo determinante en la vida interna del peronismo.
“Cristina es un nombre imborrable en la historia viva de la Argentina; su condena no pasará desapercibida. Pero es ingenuo pensar que alguien de su talla va a quedar apartada de la discusión. No podrá ser candidata, pero su presencia y su palabra seguirán marcando el rumbo del peronismo: su interna, sus resoluciones y su presentación electoral. Que esté en su casa no significa que esté jubilada de la vida cívica”, concluye.
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