Cuba reportó beneficios récord de 827 millones de dólares en el sector tabacalero en 2024, impulsados por la apertura a que productores participen en la fase preindustrial. Este cambio ha atraído a jóvenes innovadores, que incorporan tecnologías como las plantas fotovoltaicas. El tabaco sigue siendo un símbolo de la identidad cubana y un potente instrumento de diplomacia, llegando a manos de grandes figuras de la historia
Los toldos cubren restos de plantas arrancadas: hasta hace unos días eran cultivos de tabaco. La recolección acaba de terminar y la vega de Yubislandy Chico, de los 40 trabajadores que llegó a reunir en este ciclo, quedó vacía. Arrancaron con la plantación del tabaco entre octubre y enero y culminó con la cosecha, entre marzo y abril.
“La fiesta de fin de temporada estuvo buena”, afirma este veguero de 40 años, que en cuatro años ha pasado de conducir un tractor a cultivar 8,5 hectáreas en su finca ‘Los Cocos’ en San Juan y Martínez, la meca del tabaco, perteneciente a la región de Vueltabajo de Pinar del Río.
Es el lugar de donde tienen que venir la tripa y el capote – las partes interiores de un puro- para que se pueda considerar Habano.
La metamorfosis laboral de Chico ha estado acompañada de créditos estatales con los que ha comprado maquinaria, ha pagado los jornales y ha producido tanto como para estar pensando en una nueva inversión para 2026: sistemas de refrigeración de unos 60.000 euros que permiten secar la hoja en 21 días, acelerando los tiempos respecto al método natural que puede llegar a demorar hasta 60 días.
El tabaco ya lo cultivaban los autóctonos antes de la colonización española, pero Chico es parte de una nueva ola de jóvenes productores que creen en el tabaco. Esto, mientras Cuba ha vivido un éxodo migratorio en los últimos años, en el que algunos cálculos sitúan un 10% de pérdida de su población.
La razón del interés de los jóvenes en las vegas se debe a que es una apuesta por un cultivo de alto rendimiento económico, especialmente desde hace dos cosechas, cuando el Estado flexibilizó el control.
Hoy, 94 productores cubanos participan en la fase preindustrial: es decir, además de cultivar y cosechar, también puede secar y escoger las hojas, antes de producirse el habano. Sin embargo, el Estado continúa controlando el 90% de este proceso.
En Pinar del Río, tras el triunfo de la Revolución, los propietarios de tierra tabacalera pudieron mantener la titularidad. En 1959, tras la primera Reforma Agraria, el límite de la propiedad se situó en 402 hectáreas, llevándolo en 1963, en la segunda reforma colectivista, a 67 hectáreas.
Pasaron entonces de vender a empresas estadounidenses, a tener que vendérselo al Estado, en tierras donde también pueden cultivar para el autoabastecimiento.
Innovación en las vegas tabacaleras
El Hombre Habano es la principal distinción que se otorga en el mundo del tabaco cubano. En 2025 lo recibió Reinel Rojas. Con 36 años, lidera la vega ‘El Junco’, en San Luis, también en la región de Vueltabajo. Al llegar a su finca uno encuentra un agradable estanque, una camioneta Ford último modelo y una planta de paneles fotovoltaicos.
Hace 13 años comenzó con una hectárea de tabaco, hoy tiene 68 y está generando cientos de miles de dólares, mientras da empleo y alimenta a 100 familias. Un sector de los que mejor paga en Cuba, con un jornal que va entre los 2.000 y 3.000 pesos (entre 16 y 25 euros según el cambio oficial), además del almuerzo.
“Hay que amar al tabaco”, dice mientras fuma su propio habano, antes de entrar en una de las casas de tabaco de fermentación controlada. “Aquí no aguanta cualquiera”, avisa Rojas, mientras una bruma densa pero invisible enrojece los ojos y provoca la quemazón al respirar.
En este proceso la hoja se deshidrata, degrada la clorofila, oxida los azúcares y transforma las proteínas y alcaloides.
Rojas utiliza una cámara de fermentación con última tecnología, alimenta la energía con los paneles solares y se ha vuelto un referente por ahorrar el uso de un 70% del combustible habitual, en medio de una grave crisis energética en Cuba, con apagones en la región de Pinar del Río, que pueden llegar a las 20 horas. Ahora sueña con torcer los puros en su propia finca.
La fase industrial del Habano todavía recae en su totalidad en el Estado. Cerca de las fincas de Rojas y Chico está la Empresa filial Juan Casa Nueva de tabaco torcido en Consolación del Sur. La dirige Yosbany León, que pasó de ser profesor de matemáticas a dirigir una entidad estatal de 140 trabajadores, que en 2024 produjo 1,6 millones de puros.
Los pupitres que supervisa no son de estudiantes, sino de hombres y mujeres que tuercen de forma manual los tabacos.
“Los torcedores de habanos se entregan a un ritual de paciencia y amor, un amor que se funde en el trabajo lento, en la entrega absoluta, y cuyo resultado es un producto que es el alma de Cuba”, escribió Alejo Carpentier en su libro ‘El siglo de las luces’, destacando el trabajo de torcedores como Reinel Verbes, uno de los más destacados de Cuba.
No le gusta conversar durante el tiempo de trabajo porque pierde el ritmo; ha llegado a torcer 250 habanos en un solo día, una productividad que le permite aumentar su sueldo por sobrecumplimiento.
Uno de los principales rubros de exportación de la economía cubana
El sector del tabaco se ha vuelto en uno de los más vigorosos de la industria cubana. En 2024 reportó beneficios de 827 millones de dólares, un 16% más que el año anterior. El principal destino ha sido el mercado asiático.
Unas cifras que contrastan con las posibilidades del cubano medio, cuyo salario medio es inferior al precio de un único Cohiba en el mercado internacional, convirtiéndose en un producto exclusivo para la exportación.
Ernesto Aguilera cuenta que los vecinos del barrio Arroyo Naranjo, en el sur de La Habana, se toman a broma que su fábrica haya producido un humidor, subastado por 4,6 millones de dólares en el último Festival del Habano. Son cifras astronómicas para una población cuyo sueldo medio oscila entre los 40 y 50 dólares mensuales.
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Humidores de La Habana nació en un barrio popular hace 25 años, en el sótano de un edificio de apartamentos. Hoy Aguilera dirige a 40 trabajadores en una fábrica que visitan personas de todo el mundo. Cuando los extranjeros llegan, se sorprenden que allí puedan fabricar sus humidores.
“Más allá de traer tecnología para crear nuestros humidores para competir, tuvimos que ir a la tradición, encontrando en la cultura un nicho que nunca se acaba y eso es lo que lo hace muy especial: un producto que es muy local, pero no lo tiene todo el mundo”, cuenta Aguilera, produciendo estos almacenamientos para puros, que conservan en su interior las condiciones ideales para los habanos, recreando un microclima cubano adentro.
Para ello llegan a utilizar maderas de cedro de hasta 200 años. Una forma de llevar a Cuba consigo más allá de sus fronteras, pero también una muestra de estatus ante un producto escaso y codiciado.
La diplomacia del Habano: Cuba, en el mundo
“Llevo a Cuba en la boca”, dice Zoe Nocedo, citando a Winston Churchill, primer ministro británico durante la Segunda Guerra Mundial, gran aficionado a los habanos.
Nocedo es profesora, educadora y presidenta de la asociación ‘Amigas del habano’ y ha estudiado la fascinación por el tabaco en el exterior, pero también en el interior de la isla.
Icónicas son las imágenes de Fidel Castro o el Che Guevara con sus puros. Este último, incluso, llevó habanos a una delegación estadounidense para abrirse al diálogo, en los años más duros de la Guerra Fría.
Para Nocedo, el tabaco ha sido un lugar de organización obrera, de cultivo del conocimiento y un símbolo de amistad. Mientras China tiene su diplomacia del panda y Vietnam la del bambú, Cuba, durante décadas, ha destacado por su diplomacia del habano.
“A Cuba se le conoció por su tabaco. A mis estudiantes les digo que en los años que no había ministerio de Exteriores, el embajador por excelencia, que lo sigue siendo hoy son los habanos”, cuenta Nocedo, quien relaciona al habano con las ancestrales pipas de la paz americanas.
Un momento para la pausa y la reflexión, culminando todo un proceso artesanal y natural, transmitido de generación en generación por siglos. Una práctica, a contracorriente del ‘zeitgeist’ de consumo frenético y redes sociales, pero que, sigue siendo, para muchos, un clásico infalible al que siempre acudir, mientras sigue dándole aire diplomático a Cuba, en sus peores momentos, en una apuesta desde la raíz de su identidad.
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