Una de las duplas de la derecha para la segunda vuelta en las elecciones presidenciales se compone de una moneda de dos caras: por un lado, Jorge Quiroga, con la carta de la experiencia política; por otra, Juan Pablo Velasco, con la figura del emprendedor y la dosis de juventud que se desliga de su compañero. Una apuesta por el retorno a la liberalización del mercado y la privatización de los recursos naturales.

En un giro histórico de la política boliviana en dos décadas, una cara conocida, el conservador Jorge Fernando Quiroga Ramírez, más conocido como ‘Tuto’, es uno de los candidatos favoritos a vencer en segunda vuelta de las presidenciales y a dejar atrás 20 años del proyecto socialista que personificó Evo Morales para dar un drástico vuelco hacia el liberalismo económico. 

Busca hacerlo en un momento de una alta inflación, una devaluación histórica de la moneda local frente al dólar, un déficit no visto en décadas y una crisis interna del Movimiento al Socialismo que antaño llevó al país a la senda del crecimiento económico, del surgimiento de la clase media y de la distribución de la riqueza, pero que ahora está sumido en una profunda crisis de legitimidad que lo dejó fuera del balotaje.

Para esta apuesta, a Quiroga lo acompaña un joven empresario tecnológico, Juan Velasco, con un perfil que busca proyectar frescura y atraer a los jóvenes, mientras que 'Tuto', político de larga data, se esfuerza por proyectar estabilidad ante la crisis. Quiroga, que ha intentado ya dos veces (por vía democrática) llegar a la Presidencia sin éxito, se lanza con su tercera -y presumiblemente última- baza para lograrlo.

Jorge Quiroga, la cara de la "experiencia"

Jorge ‘Tuto’ Fernando Quiroga Ramírez es un político de vieja data de Bolivia. Nació en Cochabamba en 1960 y su formación es la de ingeniero industrial, que obtuvo en Estados Unidos. Trabajó en empresas privadas antes de desempeñarse en cargos en la administración pública y la política.

Fue ministro de Finanzas en los años 90, vicepresidente entre 1997 y 2000 con el Gobierno del exdictador Hugo Banzer y, tras la renuncia del mandatario por complicaciones de salud por un cáncer de pulmón que finalmente acabó con su vida, asumió en 2001 como presidente interino del país.

En varias ocasiones intentó alcanzar la silla presidencial con mérito propio, presentándose como candidato y rival de un Evo Morales que en 2005 y 2014 arrasó en las urnas. Ahora las encuestas vaticinan que podría ser elegido como máximo del país, luego de haber pasado en segunda ronda con el 26,7% de los votos, junto al centrista Rodrigo Paz, que recabó un 32% del apoyo. 

En su breve periodo en la Presidencia, promovió cambios en materia de impuestos e infraestructura; incentivó programas de empleos y de reactivación económica. Sin embargo, su mandato fue breve y dejó poco margen para implementar políticas a largo plazo y muchas reformas quedaron incompletas. 'Tuto' es visto como una figura que ha estado siempre presente, pero sin resultados de peso.

La candidatura de Quiroga se impulsa como una ficha de estabilidad en medio de la crisis y la polarización política que vive el país y representa la apuesta por el regreso del viejo liberalismo a Bolivia, con una visión más tecnocrática y liberal del Estado, a la usanza de los años 90. Así, 'Tuto' defiende una menor intervención estatal, una apertura al mercado y al capital extranjero y llamar a las puertas de bancos extranjeros para reactivar la economía boliviana. 

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Su propuesta es vista como una contraposición directa al modelo estatal del Movimiento al Socialismo, que se caracterizó por la nacionalización de los recursos nacionales.

Juan Pablo Velasco, la cara "joven y tecnológica"

La otra cara de la moneda es un rostro joven y "digital", aunque no menos conservador, con el que 'Tuto' pretende convencer a las nuevas generaciones, que no tienden a conectarse con un perfil conservador clásico y que desconfían de la política tradicional.

Se trata del candidato a vicepresidente Juan Pablo Velasco. Nacido en 1987, es un emprendedor del sector tecnológico que cofundó Netcomidas.com, una empresa de entrega de comidas que luego fue adquirida por la cadena internacional Pedidosya. 

En la actualidad es directivo de Yango Bolivia, una aplicación de transporte, y promueve en su discurso una mayor apertura de Bolivia a las nuevas tecnologías. Entre los cuestionamientos a su figura están su inexperiencia en la política y se le atribuye un escándalo por un tuit con contenido racista que el candidato asegura fue producto de una "cuenta hackeada".

Las críticas las desvía con un discurso en el que promete dar más oportunidades a su generación y a las siguientes. 

"Quiero ser la representación de los jóvenes", dijo Velasco en una reciente entrevista con El Observador, cuando acudía en Argentina al evento ultraderechista Derecha Fest, de tipo libertario y que promueve el discurso de Javier Milei, a quien Velasco elogia su política económica y defiende replicar un modelo similar en Bolivia.

La liberalización de la economía y los recursos, el eje de la propuesta conjunta

Gran parte de la apuesta de Quiroga y Velasco es en materia económica. Sus discursos dan total prioridad al dolor de cabeza de los bolivianos: estabilizar la inflación, recuperar la devaluación frente al dólar y aliviar la crisis monetaria. 

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Esa apuesta pasa por tocar las puertas de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial para inyectar divisas al país y privatizar sectores estratégicos como los codiciados combustibles que el MAS mantuvo bajo dominio estatal: el gas y el litio, entre otros.

Una de las promesas más controvertidas en ese sentido plantea que los ciudadanos puedan ser "accionistas de los recursos naturales" del país y que estos no sean solamente propiedad del Estado o de concesionarios externos. También apuesta por volver a reforzar los lazos con Estados Unidos.

Pero la propuesta pasa además por una reducción del gasto público, con grandes recortes ministeriales. "Tenemos más de 45.000 burócratas en el Estado que no hacen nada", aquejó Velasco ante El Observador, y promete "una descentralización total del país" con una mayor distribución del gasto en las regiones: una tajada del 62% del presupuesto para regiones, alcaldías, universidades públicas y un 38% para el Gobierno central.

Sin embargo, desde los sectores indígenas y en regiones empobrecidas, se teme que una reestructuración radical de la economía con liberalización económica y privatizaciones y un debilitamiento del aparato público aumenten las desigualdades entre la población. 

Finalmente, otra de las medidas que defienden y que más se ha seguido de cerca es la de acabar con el subsidio a los combustibles de forma gradual. En medio de una crisis por escasez de combustibles desde 2023 que ha generado un profundo malestar en la sociedad, la eliminación de los subsidios es un tema sensible y que podría desencadenar protestas en las calles. La dupla propone eliminar la ayuda tras un "periodo de transición", aunque manteniéndola en el transporte público. 

Con estas propuestas, la figura del conservadurismo, promotora de las inversiones externas y de un retorno a la desregulación de la economía busca ser nuevamente la que gobierne Bolivia. Con ella, el extractivismo minero podría volver a estar al alcance de los inversores y promover abiertamente los recursos naturales como "acciones" para quien tenga la cartera de comprarlas. 

Con medios locales

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