Está previsto que el Gobierno libanés discuta el desarme de Hezbolá el martes 5 de agosto, ante la presión de Estados Unidos para avanzar mientras Israel intensifica sus ataques contra el grupo. La organización, respaldada por Irán, ha mantenido un arsenal considerable y una presencia militar activa, especialmente en la región sur del país, cerca de la frontera con el Estado de mayoría judía. Así es la propuesta para el desarme ampliamente rechazada por el grupo chiita.

El debate sobre el desarme de Hezbolá adquiere un carácter central en la agenda política del Líbano y en las negociaciones internacionales lideradas por EE. UU.

Hezbolá fue fundado en 1982 por la Guardia Revolucionaria de Irán, en el contexto de la guerra civil libanesa (1975-1990) y tras la invasión israelí al sur del Líbano ese mismo año. Su creación fue parte del intento de Teherán por exportar la Revolución Islámica de 1979 y establecer una fuerza de resistencia contra Israel.

Al final de la guerra civil, mientras otros grupos se desarmaban, Hezbolá conservó sus armas con el argumento de continuar la lucha contra la ocupación israelí.

La organización fue protagonista en la guerra de 2006, cuando lanzó miles de cohetes contra territorio israelí. Aquel conflicto, que duró cinco semanas, inició cuando combatientes de Hezbolá cruzaron la frontera, secuestraron a dos soldados israelíes y asesinaron a otros. Desde entonces, el arsenal del grupo ha crecido exponencialmente.

Según el World Factbook de la CIA, en 2020 se estimaba que contaba con hasta 150.000 cohetes y misiles, y en 2022 con unos 45.000 combatientes. Hassan Nasrallah, su veterano líder asesinado por Israel en 2024, afirmó en una entrevista que el grupo disponía de 100.000 combatientes.

Participación regional y conflictos recientes

Hezbolá ha expandido su influencia más allá del Líbano. Ha enviado combatientes a Siria para apoyar al régimen de Bashar al-Assad, ha colaborado con milicias chiíes en Irak y ha apoyado a los hutíes en Yemen, según informes de Riad.

También mantiene una relación estrecha con el grupo palestino Hamás, lo que lo convierte en un actor clave dentro del denominado "Eje de la Resistencia" respaldado por Irán.

Tras el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre de 2023, Hezbolá inició ataques a posiciones israelíes en la frontera, como muestra de solidaridad con los palestinos. Durante casi un año, el grupo intercambió fuego con Israel hasta septiembre de 2024, cuando Israel intensificó su ofensiva con ataques aéreos que provocaron la muerte de Nasrallah y otros comandantes del grupo.

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El alto el fuego de 2024 y los acuerdos en disputa

En noviembre de 2024, se negoció un cese del fuego con respaldo de Estados Unidos. El acuerdo establecía que Hezbolá e Israel debían retirarse de la zona al sur del río Litani, que sería patrullada por el ejército libanés reforzado y por fuerzas de paz de la ONU.

Sin embargo, el texto no especificaba qué debería suceder con las armas de Hezbolá al norte del Litani.

Hezbolá interpreta que el acuerdo se limita a la región al sur del río, y asegura haber entregado armas en esa zona. Israel y Estados Unidos, en cambio, consideran que el acuerdo exige el desarme completo del grupo en todo el Líbano.

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La propuesta de desarme

En este contexto, el presidente libanés Joseph Aoun reiteró el llamado al desarme de Hezbolá durante su discurso con motivo del Día del Ejército. Según declaró, Estados Unidos presentó una propuesta que será sometida a discusión en el Gabinete.

La propuesta contempla un "cese inmediato de las hostilidades israelíes" en territorio libanés, lo que incluiría el fin de los ataques aéreos y asesinatos selectivos, la retirada de las fuerzas israelíes del sur del Líbano y la liberación de prisioneros libaneses detenidos en Israel.

A cambio, el Líbano se comprometería a implementar la "retirada de las armas de todas las fuerzas armadas, incluido Hezbolá, y su rendición al Ejército libanés".

Además, la propuesta sugiere la realización de una conferencia internacional de donantes en otoño para financiar la reconstrucción de las zonas afectadas por la guerra y la creación de un fondo de 1.000 millones de dólares anuales durante diez años para fortalecer al Ejército.

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La reacción de Hezbolá y el liderazgo chiita

El grupo ha expresado de manera categórica su oposición a la entrega de armas. En un discurso televisado, el secretario general de Hezbolá, Naim Qassem, señaló que "las armas de Hezbolá son una fuerza para el Líbano y no las vamos a entregar".

Qassem acusó al enviado estadounidense Thomas Barrack de presionar al Líbano con amenazas. "Barrack vino con amenazas e intimidación (…) Pero fue sorprendido por una posición nacional libanesa unificada por parte de los tres presidentes, quienes estipularon que la agresión debe parar antes de debatir nada más", afirmó.

Los tres presidentes a los que aludió son el presidente Aoun, el primer ministro Nawaf Salam y el presidente del Parlamento Nabih Berri.

El grupo considera que cualquier discusión sobre desarme debe esperar al cumplimiento total del alto el fuego por parte de Israel, que incluye la retirada de sus tropas de cinco colinas en el sur del Líbano y el fin de los bombardeos aéreos. Además, exigen la liberación de los prisioneros libaneses y el inicio efectivo de la reconstrucción de las zonas devastadas.

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La presión de Estados Unidos y la posición del Gobierno libanés

Estados Unidos ha intensificado su presión sobre el gobierno libanés para obtener un compromiso formal sobre el desarme de Hezbolá. Según fuentes consultadas por Reuters, Washington no enviará nuevamente a su enviado Thomas Barrack a Beirut ni intercederá ante Israel hasta que el gabinete libanés vote a favor del desarme del grupo.

"EE. UU. dice que ya no hay más Barrack, ya no hay más intercambio de papeles; el consejo de ministros debe tomar una decisión y luego podemos seguir debatiendo. No pueden esperar más", declaró una fuente libanesa.

En una publicación en la red social X, Barrack afirmó que "mientras Hezbolá conserve las armas, las palabras no bastarán. El gobierno y Hezbolá deben comprometerse plenamente y actuar ya para no condenar al pueblo libanés a un statu quo tambaleante".

Tanto el presidente Aoun como el primer ministro Salam han expresado su voluntad de avanzar hacia un monopolio estatal de las armas. Sin embargo, también se han mostrado reticentes a tomar medidas que puedan desestabilizar aún más el país o desencadenar una escalada militar con Israel.

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La fragilidad del equilibrio político en el Líbano

Hezbolá ha tenido una influencia significativa en la política libanesa durante las últimas décadas. Ha estado representado en gobiernos, ha ejercido control sobre los escaños chiitas en el Parlamento y, junto a su aliado Amal, ha dominado elecciones locales en zonas chiitas. También gestiona sus propios servicios sociales, lo que refuerza su base de apoyo.

El grupo también ha sido acusado de arrastrar al Líbano a conflictos, como en 2008, cuando sus combatientes tomaron partes de Beirut tras la decisión del gobierno de tomar medidas contra su red de comunicaciones.

Además, tres de sus miembros fueron condenados en ausencia por un tribunal respaldado por la ONU por el asesinato del ex primer ministro Rafik al-Hariri en 2005.

La propuesta de desarme total de Hezbolá podría representar el inicio de la estabilidad del Líbano, que sigue amenazada por la falta de puntos en común entre los intereses del Estado libanés, la presión internacional liderada por Estados Unidos, las demandas de Israel y la negativa de Hezbolá a entregar su armamento.

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Con EFE, AP y Reuters

France24

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