Oklahoma es famosa por sus eventos climáticos, tanto que su franquicia en la NBA alude a uno de ellos. El Thunder ha demostrado a lo largo del año ser tan estruendoso como la traducción de su nombre, “trueno”, y sus rivales en la final de la NBA, los Pacers de Indiana, ya tuvieron una primera advertencia de clima severo: la desviación a Tulsa de su vuelo para el primer partido debido a una alerta de tornado. ¿Será un presagio de lo que se encontrarán en esta final? 

A partir de este 5 de junio, la NBA definirá a un campeón diferente por séptimo año consecutivo, luego de que Indiana sorprendiera en seis juegos a los Knicks de Nueva York para ganar el título de la Conferencia Este, y Oklahoma cediera solo un partido en la final del Oeste ante los Timberwolves de Minnesota.

Desde los dos títulos consecutivos de los Warriors de Golden State en las temporadas 2016-2017 y 2017-2018, no ha habido un campeón capaz de repetir al año siguiente y eso es producto de las condiciones que trajeron hasta la final a dos equipos por los que pocos hubieran apostado cuando se inició la actual campaña.

Luego de un salto de 70 a 94 millones de dólares en el límite salarial después de la pandemia, la NBA mantuvo sus estrictos topes y solo aumentó en 3,4% su masa salarial para la temporada que está por terminar, que quedó fijada en 140,6 millones de dólares.

Si un equipo excede esa cantidad en sueldos, debe pagar a la Liga un impuesto al lujo, además de sufrir restricciones de cara al reclutamiento y al mercado de pases en general. Los montos recolectados por esta vía son redistribuidos a fin de equilibrar fuerzas.

Este esquema previene la formación de súper equipos con tres o más jugadores de contrato máximo y ha contribuido a que clubes de pequeño mercado como los Pacers y Thunder puedan estar hoy en día disputando el título luego de dejar en el camino a rivales con nombres mucho más rimbombantes e historial bastante más rico.

De Haliburton a Siakam: el liderazgo compartido de Indiana

Los Pacers de Indiana tenían 25 años esperando repetir el más glorioso lauro de su historia: la corona del Este ganada en 2000, con un equipo comandado por Reggie Miller. En aquella oportunidad, también arrebataron a los Knicks el título de Conferencia. La esperanza de hacer historia en la final se esfumó ante los Lakers de Shaquille O’Neal y Kobe Bryant.

Sembrado cuarto este año, Indiana fue el encargado de acabar en los playoffs con el máximo favorito del Este, los Cavaliers de Cleveland, el equipo de las largas rachas: 15 partidos invicto en el arranque de la temporada y luego 16 juegos sin perder entre febrero y marzo.

Era la primera vez en 11 años que los Pacers llegaban a finales consecutivas en la Conferencia Este y fue en gran medida gracias a Tyrese Haliburton, que en esta postemporada impuso marcas históricas para su franquicia.

Los nueve doble-dobles que consiguió en los playoffs son la mayor cantidad de partidos con dobles dígitos en dos departamentos para un jugador de los Pacers en estas fases, un hito que ahora comparte con Dale Davis, quien tuvo estos números en 1999.

Más impresionante aún: las 156 asistencias desde que se iniciaron las rondas de eliminación directa fueron la segunda mayor contribución de pases para anotación para un jugador de Indiana, detrás de las 178 de Mark Jackson en 2000, el otro año en el que el club llegó a la final de la NBA.

Pero en la final de Conferencia, el protagonismo se transfirió a un compañero suyo, Pascal Siakam, que consiguió el premio al Jugador Más Valioso de esa instancia, el trofeo ‘Larry Bird’.

Eso no quiere decir que Haliburton no brillara también, particularmente en un cuarto juego que incluyó un triple-doble: 32 puntos, 12 rebotes y 15 asistencias, sin una sola pérdida de balón, algo que solo dos jugadores más han conseguido en un partido de playoffs.

Ahora en una final en la que parten sin presiones, porque nadie los considera favoritos, deben aprovechar las rápidas conexiones entre Haliburton y Siakam para hacer frente a la rigurosa defensa del Thunder, que lideró a la NBA en faltas cometidas, con promedio colectivo de 23,2 por partido.

Las opciones podrían mejorar si Andrew Nembhard sigue reforzando sus habilidades defensivas y consigue frenar al MVP de la NBA, su compatriota canadiense Shai Gilgeous-Alexander, de la misma forma en que neutralizó a Jalen Brunson en la final de Conferencia ante los Knicks.

El Thunder: una fuerza de la naturaleza

Al igual que los Pacers, el Thunder nunca ha logrado un título de la NBA, al menos no bajo su actual denominación, porque la corona de 1979 fue ganada cuando la franquicia se llamaba Supersonics y jugaba en Seattle. Su último título de Conferencia llegó en 2012, cuando perdió la final frente al Miami Heat.

Ahora las circunstancias han cambiado por completo. No ha habido equipo más dominante que Oklahoma en la liga este año, luego de una temporada regular de 68 victorias y 14 derrotas, en la que aventajó por 16 partidos a los Rockets de Houston en la cima del Oeste.

En los playoffs, solo los Nuggets de Nikola Jokic fueron capaces de forzarlos al máximo de siete juegos. En primera ronda, el Thunder barrió a los Grizzlies de Memphis, y en la final de Conferencia, solo permitió una victoria a los Timberwolves.

Por supuesto, la razón fundamental del rendimiento tuvo nombre y dos apellidos: Shai Gilgeous-Alexander, el Jugador Más Valioso de la temporada regular, y también el ganador del trofeo Magic Johnson al MVP de la final del Oeste.

SGA, el dueño de las iniciales más famosas del baloncesto, ha ido un paso más allá en estos playoffs porque ha conseguido mejorar sus ya respetables números en lo que respecta a asistencias (de 6,4 por partido en la temporada regular a 6,9 en los playoffs) y rebotes (de 5 a 5,7), todo esto sin descuidar su colosal producción ofensiva.

El astro de Oklahoma ya suma 10 partidos por encima de 30 puntos y cinco asistencias esta postemporada. Dos más y habrá sido el primer jugador en 62 años que consigue esas estadísticas.

El Thunder es el único equipo de la historia de la NBA que ha ganado cuatro partidos con diferencia de 30 puntos o más en playoffs.

Los antecedentes con los que llega a esta instancia son tan favorables, que de hecho incluyen también una barrida sobre los Pacers en los dos duelos que los enfrentaron durante la campaña regular.

En el primero, jugado en diciembre, Oklahoma no contaba con Chet Holmgren ni Alex Caruso, y aun así se impuso 120-114, con 45 puntos de SGA, mientras que Haliburton apenas conseguía anidar cuatro.

En el segundo, que se disputó en marzo en Oklahoma City, la victoria fue por 132-111, de nuevo con SGA como el mejor anotador, con 33 unidades, pero la cifra más superlativa fueron los 17 tiros de tres encestados por el Thunder.

La NBA no tiene una final de siete partidos desde 2016, cuando los Cavaliers superaron a los Warriors. Desde entonces, cuatro campeones se han definido en cinco juegos o menos. El Thunder tiene argumentos para añadir una resolución similar a partir de este 5 de junio.

France24

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