Durante su reunión con el vicepresidente estadounidense, J.D. Vance, el Papa León XIV ofreció la santa sede de la Iglesia Católica como albergue de una nueva ronda de negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania. El sumo pontífice estadounidense busca extender la diplomacia papal desde el día uno, en medio de un convulso contexto internacional con la invasión rusa a su vecino país y las hostilidades de Israel en la Franja de Gaza, que se suman a otros conflictos que azotan al mundo.
León XIV inicia su papado con la diplomacia vaticana en el centro del debate.
El 19 de mayo, un día después de la misa que inició su período como líder eclesiástico, el primer papa estadounidense de la historia recibió en la Santa Sede al vicepresidente de la primera potencia, J.D. Vance. Un encuentro en el que, además de intercambiar regalos y gestos de cordialidad, ambos conversaron por varios minutos sobre las perspectivas de paz para algunos de los conflictos internacionales más dolorosos de la actualidad: entre ellos, el de la invasión de Rusia a Ucrania.
Durante la reunión, en la que también estaba presente el secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, y las esposas de los funcionarios de Washington, León XIV expresó su "deseo de que en las zonas de conflicto se respete el derecho humanitario y el derecho internacional y se alcance una solución negociada entre las partes implicadas", según una nota oficial del Vaticano sobre la charla.
A pesar de que la Santa Sede no hizo mención directa sobre la guerra en Ucrania dentro de su comunicado, el mandatario estadounidense,Donald Trump, reveló en sus redes sociales que el pontífice ofreció el Vaticano como sede negociadora para nuevas conversaciones entre oficiales rusos y ucranianos, durante el diálogo con Vance.
"El Vaticano, representado por el papa, ha declarado que estaría muy interesado en acoger las negociaciones", escribió Trump en una publicación difundida en su plataforma Truth Social.
Aunque fue Trump quien confirmó el ofrecimiento del nuevo papa, León XIV no ha escondido sus intenciones de mediar en las eventuales conversaciones de paz desde sus primeros días como jerarca de la iglesia católica.
El pasado 14 de mayo-solo una semana después de ser elegido en un cónclave tras el fallecimiento del papa Francisco-el pontífice declaró que el Vaticano "está siempre dispuesto a ayudar a reunir a los enemigos, cara a cara, para que hablen entre sí, a fin de que los pueblos de todo el mundo vuelvan a encontrar la esperanza".
El inesperado ofrecimiento papal llegó pocos días después de las primeras negociaciones directas desde 2022, en Turquía, para conseguir un alto el fuego que terminó sin un pacto concreto sobre una tregua. Moscú y Kiev no consiguieron más que un acuerdo para intercambiar prisioneros y presentar "próximamente" planes para un cese de hostilidades, una suerte de promesa para volver a reunirse.
¿A qué responde el ofrecimiento del Vaticano como sede diplomática y cómo puede influir en el desarrollo de las negociaciones de paz en Ucrania?
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Occidente abraza el ofrecimiento papal
El mundo no ha tardado en reaccionar ante la posibilidad de ver al Vaticano albergando una de las rondas de negociaciones de paz más importantes de las últimas décadas, recibiendo positivamente la noticia y animando a las delegaciones involucradas a acelerar la organización de nuevas conversaciones.
Por un lado, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, reconoció el ofrecimiento de León XIV, aunque matizó que la sede de las nuevas negociaciones aún no está decidida, ya que las partes tienen tres opciones hasta el momento: Turquía, el Vaticano o Suecia.
El mandatario afirmó que la disposición del papa a participar en la mediación es intensa, además de que la disponibilidad en la Santa Sede para la presencia de todas las delegaciones que podrían participar en la nueva ronda negociadora reúne cartas en favor del Vaticano.
"No estamos eligiendo alternativas a nuestros colegas turcos, lo estamos mirando desde el punto de vista del resultado, cuando la parte que prepara la reunión pueda tener y organizar el nivel adecuado de presencia de delegaciones", aseguró Zelenski el lunes 19 de mayo.
Por su parte, Trump no escondió su preferencia para que el Vaticano albergue las conversaciones, afirmando que sería "estupendo y de gran ayuda" que el conflicto entre Moscú y Kiev pueda dirimirse en la casa de la Iglesia Católica. "¡Que empiece el proceso!", escribió Trump en redes sociales.
Además, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, confirmó su positivismo en relación con el ofrecimiento del pontífice, afirmando que Italia estaría preparada para facilitar los procedimientos de entrada a las delegaciones.
"A este respecto, se consideró positiva la disposición del Santo Padre a acoger las conversaciones en el Vaticano. Italia está dispuesta a poner de su parte para facilitar los contactos y trabajar por la paz", informó un comunicado del Gobierno italiano.
Otros líderes europeos como Emmanuel Macron, presidente de Francia; Friedrich Mertz, canciller de Alemania; Alexander Stubb, presidente de Finlandia, y Úrsula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, también mostraron su disposición a que el Vaticano sea el lugar de encuentro entre rusos y ucranianos.
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Leon XIV y su "diplomacia del encuentro"
Aunque el ofrecimiento de León XIV puede tomar por sorpresa a muchos, especialmente por sus pocas semanas en el cargo, las primeras palabras del pontífice ya delataban al mundo algo de su actitud diplomática.
En su primera bendición dominical el pasado 11 de mayo, Robert Francis Prevost – nombre de pila de León XIV – inició su eucaristía con un mensaje claro: "¡No más guerra!".
El mensaje de Prevost desde el primer momento de su papado ha sido el de la relativa continuidad con su antecesor, Francisco, quien fue uno de los pontífices modernos más activos en la búsqueda de la paz alrededor del mundo. León XIV, fiel a su origen agustino, continúa con esta narrativa.
El 16 de mayo, el nuevo papa se dirigió por primera vez al cuerpo diplomático del Vaticano, trazando el camino de los esfuerzos internacionales de la Santa Sede durante su periodo como Santo Padre, resumiendo su actitud en tres palabras claves: paz, justicia y verdad.
"(León XIV) nos llama a abrazar una diplomacia del encuentro (…) Una diplomacia que escucha con humildad, actúa con compasión y busca el bien común por encima de todo", explicó Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, este 19 de mayo.
Prevost, sin embargo, tiene una tarea complicada frente a él. Un conflicto estancado desde hace más de tres años y en el que su antecesor intentó mediar, sin éxito, pese a su posición contundente contra el conflicto.
El fallecido papa Francisco fue una de las primeras figuras internacionales en expresar su descontento con el estallido de la guerra en Ucrania aunque, en un inicio, fue muy precavido en su discurso, protegiendo la posibilidad que tiene el Vaticano de mediar neutralmente en conflictos internacionales.
En un inicio, Francisco no señaló directamente a Rusia por una invasión a territorio ucraniano, llegando a afirmar que, quizás, la expansión de la OTAN hacia Europa del este pudo haber "facilitado el enojo" de Moscú. Sin embargo, con el paso del tiempo, el papa argentino cambió su narrativa a una en la que señaló directamente a Rusia por el "baño de sangre" en Ucrania.
Para los expertos, la clave en el uso de la diplomacia vaticana está en mantener la actitud religiosa propia del papa, sin entrar a un nivel político en donde, desde hace siglos, el líder de la Iglesia católica ya no tiene peso en las decisiones de los Estados.
"Mientras permanezcamos en un nivel espiritual, habrá una pequeña posibilidad de diálogo. Sabemos por la historia que estos canales, en un momento dado, pueden ser muy valiosos", subrayó a RFI Bernard Lecomte, especialista en el Vaticano y Europa del Este.
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A través de la historia, los papas han utilizado su lugar privilegiado como líderes de una religión con poco más de 1.000 millones de creyentes para influir, de alguna u otra manera, en sucesos de interés internacional.
Después de la adopción del laicismo en la mayor parte de Estados occidentales, especialmente con la materialización de repúblicas, el papel del sumo pontífice católico se transformó; de ser una suerte de patriarca universal en el que se posaban los mandatos divinos que regían las reglas en el mundo mortal, a una brújula moral en los márgenes del poder.
Sin embargo, la iglesia católica ha entendido la transformación de su influencia, apelando más a la construcción de una tradición diplomática que privilegia el diálogo, pero también hace uso de la coerción religiosa, para conseguir objetivos que establezca el jerarca en turno.
Por ejemplo. La visita de Juan Pablo II a Polonia en 1979 es considerada por algunos historiadores como una pieza clave en el fin de la Guerra Fría en Europa del este, así como de la caída de una gran parte de repúblicas socialistas existentes en la zona, después de que el papa diera una variedad de discursos donde apelaba a la existencia de elecciones libres a través de la voluntad popular.
En la última década, Francisco también ha tenido un papel importante en la materialización de la diplomacia vaticana. En 2014, el argentino envió una serie de cartas a los entonces presidentes de Estados Unidos, Barack Obama y Cuba, Raúl Castro, en la que el pontífice lpidió que construyeran la apertura a una "nueva fase" en sus relaciones diplomáticas.
Su llamado tuvo éxito y las relaciones entre Washington y La Habana se normalizaron por primera vez en cinco décadas. En ese entonces, el embajador estadounidense en el Vaticano, Kenneth Hackett, declaró que un "alto funcionario" de la Santa Sede había "desempeñado un papel importante en este momento histórico". Todo pese al revés que sufrieron las relaciones entre ambas naciones tras la llegada de Donald Trump a la Presidencia, por primera vez en 2017, y cuyas políticas de distanciamiento hacia Cuba ha mantenido en su actual Gobierno.
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Con EFE, Reuters y medios locales
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