La Iglesia católica es una institución llena de tradiciones y rituales secretos, como la elección papal. Este proceso se lleva a cabo en completo aislamiento y secreto de los cardenales votantes tras los muros del Vaticano. Por este motivo, el cónclave es un ritual capaz de despertar la curiosidad de alrededor de 1.300 millones de devotos del catolicismo. El cónclave que elegirá al sucesor del difunto papa Francisco comenzará el 7 de mayo y no podrá tardar más de cuatro días.
Durante muchos siglos, la Iglesia católica ha utilizado un proceso denominado cónclave para elegir a su máximo representante: el papa. El origen del nombre procede de dos palabras latinas, “cum clavis”, que significan “con llave”.
Por lo que, los acontecimientos más importantes del proceso de elección papal tienen lugar a puerta cerrada. El próximo cónclave tendrá lugar el 7 de mayo tras la muerte del papa Francisco el 21 de abril.
Desde la muerte del sumo pontífice hasta la elección de uno nuevo no pueden transcurrir más de 20 días, según la tradición. La decisión de los 133 cardenales de todo el mundo, reunidos en el Vaticano, tendrá que conocerse antes del 12 de mayo.
El cónclave ha sido un ritual prácticamente inalterado desde que el papa Gregorio X utilizó la palabra por primera vez en 1274. Gregorio X quiso evitar que la elección del sumo pontífice se demorara tanto, obligando a que la reunión de los cardenales fuera concluyente.
Primer día del cónclave
Poco después de la muerte del papa Francisco, cardenales de todo el mundo fueron convocados al Vaticano, allí pasaron nueve días de luto por el fallecimiento del líder de la Iglesia católica antes de prepararse para el cónclave que podría convertir en papa a cualquiera de ellos.
Desde 1179, el derecho a participar en la elección papal es exclusivo de los cardenales menores de 80 años. Además, el cónclave debe celebrarse en el Vaticano, más concretamente en la Capilla Sixtina, en total aislamiento y secreto.
El último acto del periodo pre-cónclave es la celebración de la misa “Pro Eligendo Papa” (para la elección del Papa) en la mañana del 7 de mayo, día en el que comienza el cónclave. Todos los cardenales deben asistir a esta misa.
Tras la liturgia, los cardenales se reúnen en la Capilla Paulina, donde cantan en latín el “Veni Creator” (himno católico en honor del espíritu santo), y luego se dirigen en procesión a la Capilla Sixtina.
Es posible que la procesión sea retransmitida por los medios de comunicación, pero las reglas del secreto comienzan cuando los electores llegan a la Sixtina.
Así pues, se exige a todos un secreto absoluto sobre todo lo que concierne a las sesiones del cónclave. Comunicarse con el mundo exterior por cualquier medio está prohibido para los cardenales.
Asimismo, la regla del secreto se extiende a todos aquellos que presten apoyo técnico o logístico a las sesiones, con fuertes castigos, que pueden llegar a la excomunión para quien transmita información al mundo extramuros del Vaticano.
Al llegar a la Capilla Sixtina, los cardenales electores prestan juramento en grupo y prometen seguir las normas de procedimiento establecidas. A continuación, por orden de antigüedad, cada cardenal jura individualmente con la mano sobre la biblia, el libro sagrado del cristianismo.
Si hay dudas sobre las reglas y procedimientos determinados para la elección papal, el decano del Colegio Cardenalicio las aclara en una última oportunidad después del juramento.
Luego, los cardenales celebran la primera votación y el cónclave da por iniciado.
Fases de votación para la elección del papa
En los días siguientes, debe haber dos votaciones por la mañana y dos por la tarde. La votación es un proceso complejo que está estrechamente regulado en tres fases: pre-voto, voto y post-voto.
En el primer momento se reparten papeletas a los cardenales electores, tarjetas en las que aparece en la parte superior la frase “Eligo in summum pontificem”, que traduce del latín “Elijo Sumo Pontífice” con un espacio que debe rellenarse con el nombre del candidato elegido.
Una vez distribuidas las papeletas, se extraen nueve nombres: tres nombres para escrutadores, los que contarán los votos; tres nombres para revisores, los que supervisarán el trabajo de los escrutadores; y tres nombres para los cardenales que recogerán los votos de los cardenales enfermos que no puedan votar solos.
En la segunda fase, los cardenales, que ya deben haber escrito un solo nombre en la papeleta, se dirigen en procesión a un altar de la Capilla Sixtina, donde se arrodillan para un momento de oración y, antes de depositar la papeleta en el cáliz, invocan al profeta Jesús en latín como testigo de su voto.
Una vez emitidos todos los votos, los escrutadores cuentan las papeletas sin abrirlas para comprobar que el número de votos corresponde con el número de votantes. Si los números no coinciden, las papeletas se queman sin abrirlas.
Si los números coinciden, comienza el recuento de votos, en el que los dos escrutadores guardan silencio y un tercer escrutador lee en voz alta el nombre escrito en la papeleta.
Tras leer el nombre, el escrutador pasa una aguja con hilo por cada papeleta para que, al final del recuento, el hilo se anude y las papeletas se coloquen, todas juntas, en un lado de la mesa.
En el tercer momento, los escrutadores suman los votos y si ningún cardenal ha recibido dos tercios del total de votos, el papa aún no ha sido elegido. Incluso sin la elección de un papa, los revisores deben analizar las papeletas y las notas de los escrutadores para certificar que el recuento ha sido correcto.
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Si el primer escrutinio no es concluyente, se celebra inmediatamente el segundo escrutinio excepto en la tarde del primer día.
Si pasan tres días de votación; es decir, después de 10 sesiones sin que los cardenales lleguen a un resultado, pasan un día entero sin votar, durante el cual rezan en silencio, se consultan y escuchan un breve sermón de uno de ellos.
Luego vuelven a votar durante siete sesiones, después paran un día entero y luego vuelven a votar, y así sucesivamente.
Si el consenso para la elección papal se complica, los cardenales eligen un papa con el 50 + 1 de los votos, o eligen entre las dos personas que recibieron más votos en la última ronda.
“¡Habemus Papam!”
Tras las votaciones, las papeletas deben ser quemadas por los tres escrutadores acompañados por un clérigo designado previamente como secretario del cónclave y por el maestro de ceremonias.
Así, las “fumatas”, humo que sale de la chimenea instalada en un invernadero de la Capilla Sixtina, son la señal que se da al mundo exterior de un proceso concluyente o no concluyente.
El humo negro indica que no se ha elegido ningún papa y el humo blanco, informe que la Iglesia tiene un nuevo papa.
En cuanto uno de los cardenales ha recibido suficientes votos para ser elegido sumo pontífice, los otros cardenales aplauden la elección y el cardenal diácono convoca al secretario del Colegio Cardenalicio y al maestro de ceremonias litúrgicas para que le pregunten al cardenal elegido si acepta el cargo de sucesor de Pedro.
Si la respuesta es afirmativa, el cardenal se convierte oficialmente en el nuevo papa, a quien se le preguntará por el nombre que usará. Una vez elegido, el nuevo papa recibe el acto de obediencia de todos los cardenales.
Poco después, desde el balcón de la basílica de San Pedro, se anuncia la noticia con la famosa frase: “¡Habemus Papam!”.
Entonces el nuevo papa aparece en el balcón frente a una multitud de espectadores y da su primera bendición a la ciudad del Vaticano y al mundo, lo que se conoce como “Urbi et Orbi”.
¿Cuánto tardará el cónclave para elegir al nuevo papa?
Los cardenales que se reunirán en el Vaticano a partir del 7 de mayo para elegir al nuevo papa esperan acordar el nombre del próximo líder de la Iglesia católica en menos de tres días, para ofrecer un símbolo de unidad.
Un cónclave prolongado, un escenario que los cardenales desean evitar, podría reflejar divisiones dentro de las filas eclesiásticas y proyectar la imagen de una Iglesia católica sin dirección después de la muerte del papa Francisco, según expertos.
"Tres días como máximo", predijo con seguridad esta semana el cardenal salvadoreño Gregorio Rosa Chávez.
“Está claro que cuantas más rondas de votación haya, más difícil será. Pero todo indica que quieren proceder con rapidez”, afirmó Giovanni Vian, profesor de historia cristiana en la Universidad Ca' Foscari de Venecia.
La duración media de los últimos diez cónclaves ha sido de tres a dos días, y ninguno ha durado más de cinco días.
Con Reuters y medios locales
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