La espera ha terminado. Sin anuncio oficial del Real Madrid, el futuro ‘verdeamarelo’ de Carlo Ancelotti ya se conoce. El técnico más laureado de la historia del equipo blanco inicia su primera experiencia como entrenador principal de una selección nacional. Estos son los retos que le esperan en Brasil y los que deja pendientes con los blancos.
El anuncio del presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), Ednaldo Rodrigues, quedó atragantado desde 2023, cuando se frustró el primer acercamiento, y llegó a menos de 24 horas de que las opciones del cuadro merengue de conseguir el título de la Liga quedaran virtualmente sepultadas en el Clásico frente al Barcelona.
Ancelotti deja un Madrid en crisis por las lesiones y por una campaña de fichajes tan rimbombante como desbalanceada, y encuentra a un Brasil que está también contra la pared, ubicado dentro de la franja de clasificados al Mundial de 2026, pero que solo ha podido ganar dos veces en sus últimos cinco duelos de la eliminatoria.
A lo largo de su carrera, que lo ha visto ganar cinco títulos de la UEFA Champions League con dos equipos diferentes, Ancelotti ha demostrado tener los papeles en regla para responder al desafío de hacer aún más grandes a instituciones legendarias, y la selección ‘canarinha’ puede ser la próxima prueba de esas capacidades.
Un hombre de armonías
Pocos técnicos están tan capacitados como Ancelotti para navegar las aguas turbulentas del combinado brasileño, una mina inagotable de los mejores talentos del fútbol mundial que ha sido incapaz de crear la joya que se esperaría de ellos.
Su fortaleza viene de la flexibilidad que ha encontrado para sacar provecho de las virtudes de sus hombres, sin someterlos a los rigores del dogmatismo, una lección que aprendió con su primer gran fracaso como técnico, cuando Hristo Stoichkov y Gianfranco Zola abandonaron el Parma, ahuyentados por la rigidez de un esquema en el que no se sentían cómodos.
Luego aprendió que liderar con respeto las características de sus hombres rinde mejores dividendos. Así consiguió ensamblar una Juventus que sacaba el mejor provecho posible de la vocación creadora de Zinedine Zidane, o ajustar un AC Milan que pareció quedarse sin identidad con la marcha de Andrei Shevchenko, hasta volver a ganar una Champions, esta vez sin el ucraniano.
Ancelotti se marcha de su última experiencia de clubes con la deuda de no haber logrado hacer convivir a Vinicius Jr y Kylian Mbappé sobre la cancha, pero sí tuvo éxito en armonizar las características de Cristiano Ronaldo y Ángel Di María, por ejemplo, en su primera etapa en el Real Madrid.
Es una buena carta de presentación para ponerse al frente de una selección que alcanzó sus versiones más excelsas precisamente cuando logró espacio en su funcionamiento para jugadores con características parecidas.
Fue el caso de los cinco 10 de sus respectivos clubes que se acomodaron en la formación de Mario Lobo ‘Zagalo’ para levantar la Copa del Mundo de México 70 (Pelé, Rivelino, Jairzinho, Tostao y Gerson), o de la compatibilidad que mostraron Rivaldo, Ronaldo Nazario y Ronaldinho en la delantera que dio el pentacampeonato en Japón-Corea del Sur 2002.
Credenciales de sobra
Carlo Ancelotti es sinónimo de éxito. Es el único entrenador que ha logrado coronarse en las cinco grandes ligas de Europa: en la Serie A con AC Milan, en la Premier League con el Chelsea, en la Ligue 1 con el PSG, en la Bundesliga con el Bayern Munich y en la Liga con el Real Madrid.
No es el máximo ganador de trofeos del fútbol actual porque Pep Guardiola lo supera con sus 39 coronas, pero sí es el más laureado en la historia del Real Madrid: dos ligas, dos Copas del Rey, dos Supercopas de España y tres de la UEFA, tres Champions, dos Copas Mundiales de Clubes y una Intercontinental de la FIFA.
Y difícilmente otro técnico pueda acercarse a su colección de ‘Orejonas’: cinco títulos en la máxima contienda continental del fútbol, dos con el Milan y tres con el Madrid.
Por eso, cuando Ednaldo Rodrigues lo anunció, insistió en que su llegada era “más que un movimiento estratégico” y que podía ser interpretada como “una declaración al mundo de que tenemos la determinación de recuperar el lugar más alto del podio”.
Pocas selecciones acumulan deudas tan graves con su propio peso histórico como la de Brasil. El mazazo del 7-1 sufrido ante Alemania en el estadio Mineirao, en la semifinal del Mundial de 2014, no ha encontrado actuaciones que ayuden a lavar la cara de la selección, más allá del bálsamo de la Copa América de 2019.
Eliminados en cuartos de final de Rusia 2018 y Qatar 2022 ante Bélgica y Croacia, respectivamente, los ‘canarinhos’ no han conseguido que trascienda una selección en la que han coincidido astros como Neymar y Vinicius.
En el curso de esta eliminatoria, Brasil ha sufrido derrotas frente a Uruguay, Colombia, Paraguay y dos veces ante Argentina, la más reciente un 4-1 en la última jornada, y desde su salida del Mundial de Qatar, que trajo consigo la renuncia de Tite, ha pasado por las manos de dos técnicos interinos (Ramón Menezes y Fernando Diniz) y finalmente del destituido Dorival Júnior.
Antecedentes y acercamientos
Ancelotti será el cuarto técnico extranjero para la ‘canarinha’, aunque el primero con un contrato a largo plazo luego de los breves pasos del uruguayo Ramón Platero durante un torneo en 1925, el portugués Joreca en dos partidos en 1944 y el argentino Filpo Núñez por un día en 1965.
Será también el segundo estratega que abandona el Real Madrid para dirigir en Brasil, luego de Vanderlei Luxemburgo, que tuvo resultados discretos en ambas experiencias.
En el pasado, ‘Carletto’ rechazó dirigir a la selección italiana. Acababa de ser destituido del Bayern Munich y la ‘azzurra’ buscaba un reemplazo para Gian Piero Ventura, luego de que fracasara en la búsqueda de un cupo para el Mundial de Rusia 2018. En esa oportunidad, Ancelotti explicó que no quería “cambiar de oficio”.
“Sería un sueño para mí sentarme en el banquillo de la ‘Nazionale’, pero ser entrenador es una cosa y seleccionador es otra. Todavía quiero entrenar en clubes”, afirmó en aquella oportunidad.
Tampoco accedió al primer acercamiento de Brasil en 2023, cuando Ednaldo Rodrigues se apresuró a dar como segura su llegada, que no se concretó, pero ahora las condiciones finalmente son las indicadas para la nueva etapa.
Su proceso al frente del Real Madrid llegó a un punto de no retorno, con la eliminación ante Arsenal en los cuartos de final de la Champions y los reveses ante Barcelona en los cuatro clásicos de la temporada, incluyendo un humillante 4-0 en el Santiago Bernabéu en la Liga y el 5-2 de la final de la Supercopa de España.
En Brasil, Ancelotti contará con tres piezas madridistas de su absoluta confianza: el central Eder Militao (que se recupera de una rotura de ligamento cruzado anterior) y los delanteros Vinicius y Rodrygo, además del joven Endrick, que ha tenido más dificultades para entrar en los planes del italiano.
Pero además tendrá a disposición a piezas que han sido fundamentales en los principales equipos de Europa: el portero del Liverpool campeón de Inglaterra Alisson Becker, el central del PSG monarca en la Ligue 1 y finalista de la Champions Marquinhos, y el líder goleador y asistidor del torneo europeo y pilar del Barcelona Raphinha, entre otros.
Con esa pléyade de talentos, Neymar recuperándose de una enésima lesión, Casemiro en planes de la ‘canarinha’ por primera vez en dos años y una figura emergente como Antony, reencontrado con el gol desde su llegada al Betis, Ancelotti tiene todas las piezas para armar el rompecabezas ganador.
Para eso debe lograr lo que hace años extraña la selección más ganadora del fútbol: una identidad propia, una imagen en la que se reconozca, una personalidad que la distinga.
Atrás queda un Real Madrid que debe reconstruirse desde las líneas más atrasadas, luego de unas campañas de fichajes estrambóticas, que buscaron traer a los mejores delanteros del mundo, pero olvidaron sumar respaldos defensivos que este año hicieron falta y un director de orquesta que retome la batuta de Toni Kroos.
A Xabi Alonso, el sustituto a punto de ser confirmado, le queda la oportunidad de redimir al cuadro merengue con un Mundial de Clubes que haga olvidar que este año se ha quedado con las manos vacías.
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