La desclasificación de documentos de Estados Unidos, que contienen pasajes de la historia contemporánea dominicana, podría representar un desafío para los historiadores y par la historia oficial que los dominicanos asumimos como conocida y verificada.

Sin embargo, está muy claro que esos documentos desclasificados cuentan una versión, una parte de la historia, y que algunos lucen verdaderas manipulaciones y alteraciones de la real historia, tal y como ocurrieron los hechos.

Las versiones, por ejemplo, sobre el comportamiento de los héroes del 30 de mayo de 1961, lucen una verdadera patraña, interesada en agregar historias fantasiosas sobre el comportamiento de hombres valientes y valiosos, como Juan Tomás Díaz, que era imposible que impusieran un comportamiento obligatorio al doctor Robert Reid Cabral, o que el comportamiento del médico fuese huidizo o cobarde, para no prestar apoyo a los que ajusticiaron a Rafael Leonidas Trujillo Molina.

Los mismos documentos dados a reconocer reconocer ser “versiones” de como ocurrieron los hechos, y de las decisiones que asumieron los valientes patriotas que decidieron sepultar el miedo y ofrecer la libertad a los dominicanos, pese a conocer que aquella acción implicaba muy claramente el riesgo de morir.

Otros datos han surgido, como el reconocimiento del Departamento de Estado, de que los militares golpistas del gobierno del profesor Juan Bosch eran corruptos, que exageraron la versión de que el país estaba en riesgo de caer en manos de los comunistas.

En esos documentos, incluso, se tilda al entonces embajador de los Estados Unidos, John Bartlow Martin, como amigo y simpatizante del gobierno del profesor Juan Bosch.

En un texto, bastante amplio, se evalúan los mitos y realidades de la República Dominicana y de la insurrección militar del 24 de abril de 1965, seguida de la intervención militar norteamericana, y se da cuenta del número de militares enviados para “proteger vidas de los ciudadanos de los Estados Unidos”.

Esa parte luce interesante, por la precisión que ofrece, y por las implicaciones que tendría para la revisión de lo que se ha contado de la historia de esa infamia.

Dice que el numero de tropas enviadas por los Estados Unidos fue de 20,000 soldados. El dato debe ser sometido a evaluación, porque siempre se ha dicho que pasaron de 40 mil, es decir el doble de lo que informa este documento.

Es valioso que precisa el número de soldados por lugares a los que fueron destinados. Por ejemplo, 2,013 militares fueron destinados al Hotel El Embajador. El número luce exagerado para proteger un lugar relativamente pequeño y que no estaba en el área del conflicto armado. Otros 3,888 militares fueron destinados a proteger zonas de seguridad, otros 4,416 se destinaron a la seguridad del corredor de establecido como cinturón para separar a los constitucionalistas de las áreas no controladas por ellos, y 4,416 soldados se destinaron a proteger la la carretera de entrada a la zona de San Isidro donde se concentraron los soldados dominicanos derrotados por los constitucionalistas, especialmente después de la batalla del Puente Duarte, en tanto que otra cantidad igual se destinó a proteger la zona oriental de Puente Duarte. El mismo documento estima que con solo 6,000 soldados se protegía la denominada paz.

Los documentos que están siendo conocidos no son una verdad incuestionable. Reflejan la versión de algunos especialistas del Departamento de Estado en ese momento. Valdría la pena que Lois historiadores, especialistas, autores de libros sobre la intervención militar, puedan revisar los datos que se ofrecen ahora y pasar nuevamente balance. Nada cambia en lo que se ha contado hasta ahora, salvo las infamias que se quieren vender sobre los héroes del 30 de mayo.