Fundada el 7 de abril de 1948, la Organización Mundial de la Salud es una de las más importantes iniciativas del Sistema de Naciones Unidas, fundado ese mismo año, como parte de los acuerdos que resultaron de la finalización de la Segunda Guerra Mundial.

Los aportes de la OMS, en la investigación, la coordinación y el diseño de políticas globales de salud, son inconmensurables.

Para la región de las Américas se creó la Organización Panamericana de la Salud, como dependencia de la OMS y como brazo ejecutor y coordinador de las acciones de incidencia en las políticas de salud.

La OMS/OPS han combatido y eliminado infecciones, han redirigido recursos a sectores necesitados, y puesto en marcha políticas igualitarias en atención, a nivel global, a la vez que han establecido controles esenciales, para la atención de la vejez, las mujeres, la adolescencia, la infancia. Al mismo tiempo, ambas entidades han estimulado y dirigido las investigaciones a nivel global para mejorar y expandir la esperanza de vida, algo que se ha demostrado como posible y que sigue dando excelentes resultados.

En 1980 la OMS, coordinando la cooperación global de los países y los científicos, certificó la erradicación de la viruela, una contagiosa y mortal que le quitó la vida a más de 300 millones de personas durante el pasado siglo XX.

La seriedad y esfuerzo de la OMS son incuestionables. Pocos países se han atrevido a cuestionar una organización que ha hecho tanto bien y que ha diseñado tantos esfuerzos para mejorar las condiciones de vida de miles de millones de personas.

Llamar a los países a abandonar la Organización Mundial de la Salud es el mayor desatino que hemos escuchado en mucho tiempo.

Las vacunas diseñadas y circuladas por la OMS han reducido la poliomielitis, casi erradicada la tuberculosis, enfrentado y debilitado el impacto del VIH/SIDA, y también han llevado a su mínima expresión el cólera. El Programa Ampliado de Inmunización (PAI), bastante conocido en la República Dominicana, ha sido un extraordinario esfuerzo científico e institucional de la OMS para controlar infecciones y daños en los niños y en adultos.

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Es la OMS la organización que coordina las emergencias sanitarias globales, como epidemias y pandemia, conocidas y sufridas por la humanidad, como la COVID19. Recordemos que la pandemia de gripe española de 1918-1919, que causó aproximadamente 50 millones de muertes en todo el mundo, sigue siendo una grave advertencia para la salud pública mundial. Y está muy reciente en nuestra mejoría que el COVID causó la muerte de 14,9 millones de personas en el mundo, entre el 2019 y el 2023.

La OMS apoya técnicamente a todos los países, les envía científicos y profesionales, como consultores especializados en los temas de mayor interés, y tiene oficinas establecidas de forma permanente como asesoras de los gobiernos locales, con presupuesto propio, para fortalecer los sistemas de salud.

La OMS también adoptó decisiones para reducir el número de muertes por tabaco y enfermedades relacionadas con el consumo de tabaco. Ha preparado listas de medicamentos esenciales, de bajos costos de producción, que ayudan a reducir el costo del acceso a medicamentos que salvan vidas o mejoran las vidas de millones de personas.

Cuando el presidente Donald Trump ganó la presidencia de los Estados Unidos en 2017 tomó la decisión de salir de la OMS, además de los acuerdos del pacto para el cambio climático para reducir la agresión a la naturaleza. También excluyó a Estados Unidos de la Unesco, organización para la promoción de la ciencia, la educación y la cultura. No era extraño que la cultura fuese odiada por esos nuevos líderes, que tienen el capital como esencia de sus vidas.

Lo que sorprende ahora, en un segundo mandato del señor Trump, es que además de haber salido de la OMS, el ministro de salud de Estados Unidos esté promoviendo que los demás países dejen la organización y la debiliten, bajo el alegato de que está influenciada por la República Popular China. Es sintomático que mientras Estados Unidos agrede a la OMS, China le hace una donación de 500 millones de dólares. Estados Unidos renunció a un preacuerdo comercial con los países Asia Pacífico, negociado por el gobierno de Barak Obama, y ahora es China que anuncia la firma de un acuerdo comercial con el bloque de países comercialmente más poderosos del mundo. Estados Unidos luce dislocado, luce en un peligroso desvarío, con un jefe del área de salud pública que es enemigo jurado de las vacunas, que rechaza y subestima a los científicos investigadores en materia de salud, y que sostiene teorías conspirativas altamente riesgosas para cualquier país del mundo. Llamar a los países a abandonar la Organización Mundial de la Salud es el mayor desatino que hemos escuchado en mucho tiempo.