Cuando mi mujer me comunicó la infausta noticia sobre la muerte de Iván García, hice lo que comúnmente se hace: fui corriendo a mi biblioteca, donde tengo todos sus libros. Tomé algunos ejemplares y de inmediato releí fragmentos que aún conservo intactos en mi memoria desde mis primeros inicios en el teatro. Muy temprano había descubierto que Iván García (1938-2025) era un excepcional dramaturgo, escritor, narrador y gran actor.
La última vez que lo vi fue en Santo Domingo, en el año 2019, en su residencia de Arroyo Hondo, cuando Berky Pineda y yo fuimos a comunicarle la noticia de que la Fundación Casita de Sueños de la ciudad de Moca le dedicaría el Primer Festival de Teatro Escolar de la provincia Espaillat. Recibió la noticia con mucho agrado, pues era un verdadero y auténtico artista de las tablas, humilde, sin reservas ni petulancia: “Para mí sería una gran distinción”, me dijo sin aspavientos.
Muy sereno esa mañana de enero, y con la secreta parsimonia que siempre lo acompañaba, nos recibió en la terraza de su hermosa residencia. Allí se comportó como todo buen anfitrión: afable y dispuesto como siempre. Junto a él y su distinguida esposa compartimos un inolvidable café e intercambiamos impresiones diversas sobre la situación del teatro dominicano y la cultura en sentido general. Nos regaló algunas de sus obras, que por esos días estaban recién salidas de la imprenta. Iván era un hombre humilde, simpático, afable y de buen trato, lo que lo convertía en un caballero de la cultura, muy seguro de sus conocimientos, de los que nunca alardeaba. Ese día dejamos sellado el compromiso de que asistiría a la dedicatoria del festival, y dos meses más tarde cumplió su promesa.
Conocí a Iván García a través de la famosa columna Artedra, que escribía todos los domingos en el periódico Listín Diario, donde publicaba sobre temas del teatro y la cultura griega. Luego tuve el privilegio de ser su alumno mientras impartía un taller de dramaturgia todos los sábados en el Centro de la Cultura de Santiago. Iván García fue un abanderado conceptual del método de Stanislavski, pues su dramaturgia fue escrita para las emociones, por eso era un poco difícil de actuar. En definitiva, sus textos exigían ciertos conocimientos previos, porque provenían de avanzadas escuelas estéticas o de métodos teatrales que operaban distintos cambios emocionales, manejando teorías y conceptos poco comunes, difíciles de aprender y poner en práctica entre los amantes y aficionados del teatro joven.
A pesar de que muchas de sus obras encierran un complicado tejido de situaciones diversas, su dramaturgia no deja de ser interesante, pues tenía como objetivo principal la construcción de un teatro en el que se pusieran en práctica las emociones del actor, lo que implicaba el uso del cuerpo como instrumento primordial de la gestualidad, a través de una acabada estética visual. Así que, por sus nuevos aportes, Iván García se convirtió muy temprano en un clásico del teatro dominicano, junto a otras grandes figuras como Manuel Rueda, Máximo Avilés Blonda, Franklin Domínguez, Haffe Serulle, entre otros.
En su dilatada trayectoria como artista, Iván García Guerra fue merecedor de importantes galardones y reconocimientos, con los cuales se valoró su abundante y prolífica obra, que lo colocaron en la cima del arte dominicano como escritor, actor, director y dramaturgo. En varias ocasiones obtuvo el Premio Nacional de Teatro Cristóbal de Llerena, específicamente por sus obras Andrómaca y Memorias de abril. También fue ganador de los premios Casandra y de los Premios Soberano, como mejor director, mejor actor y por su trayectoria artística. En el año 2015 fue merecedor del Gran Soberano, en reconocimiento a toda una vida dedicada a enaltecer la cultura y el arte dominicanos.
Asimismo, fue reconocido por la Presidencia de la República con la Orden de Duarte, Sánchez y Mella, y por otras instituciones gubernamentales como el Ministerio de Cultura, que lo declaró Gloria Nacional de la Cultura en el año 2011. Como servidor público, ocupó varias veces las funciones de director de Bellas Artes y director Nacional de Drama.
En el año 2010 se fundó en la ciudad de Puerto Plata el Teatro Escuela Iván García, cuya directora es la profesora y gestora cultural Arisleyda Beard. En este recinto se lleva a cabo un amplio programa formativo que incluye cursos, talleres y presentaciones de obras, por donde transitan teatristas nacionales e internacionales. Además de una escuela, este es un espacio dedicado a homenajear su figura y su memoria artística.
La Universidad Tecnológica de Santiago (UTESA) le otorgó el título Honoris Causa en la categoría Magister Populis en el año 2010. Iván García dirigió y participó en cientos de obras de teatro y en numerosas películas del cine dominicano actual, entre otras: Los locos también piensan (2004), La maldición del padre Cardona (2005), El hoyo del diablo (2012), Duarte: traición y gloria (2014) y Del color de la noche (2015).
Escribió una gran cantidad de obras teatrales memorables que enaltecieron la dramaturgia dominicana, sobre todo por sus temas. Nos referimos a Más allá de la búsqueda, su primera obra, estrenada en el Primer Festival de Teatro Dominicano celebrado en Bellas Artes en 1963; Don Quijote de todo el mundo (1967), Un héroe para la mitología (1967), Los hijos del Fénix (1967), Andrómaca (1983), Memorias de abril (2000), La fábula de los cinco caminantes (1967), muchas de las cuales fueron dignamente representadas en grandes escenarios y diversos festivales de EE.UU., Latinoamérica y Europa.
Iván García fue un dramaturgo de excepción, muy atento a lo que sucedía a su alrededor y más allá, lo que le dio a su obra dramática unos ribetes universales nunca antes alcanzados y un valor trascendental en el panorama teatral latinoamericano. En sus obras reflejó hondas preocupaciones por promover la cultura y al hombre dominicanos, frente al desafío de los grandes temas culturales. Supo defender y promover los símbolos de la dominicanidad como pocos lo han hecho.
También abordó temas de la historia dominicana, en los cuales criticó nuestro sistema político y los desmanes del poder, especialmente en Memorias de abril. Fue un excepcional abanderado de la cultura griega. En Andrómaca, una de sus obras más emblemáticas, retoma el mito griego tratado por Eurípides, y lo recrea, poniendo en evidencia lo trágico y lo histórico dominicanos. Esto refleja, en gran medida, su honda preocupación por la cultura universal y su influencia como reformadora del pensamiento occidental, a través de temas históricos y filosóficos como el desamor, el ser y la existencia, la muerte, la moral y las traiciones entre los seres humanos.
Ampliamente valorado por la crítica, Iván García está considerado como uno de los grandes maestros del teatro dominicano del siglo XX, y es, a ciencia cierta, un autor imprescindible de nuestra dramaturgia. Además, fue un pedagogo del teatro, porque enseñó con amor y vocación las herramientas básicas y necesarias para el aprendizaje teatral, incluyendo historia, métodos y teorías universales, las cuales puso en evidencia en libros como Manual de actuación y Manual de dirección, considerados textos obligatorios para las escuelas de formación teatral en República Dominicana.
En el fondo, la obra de Iván García es capaz de dejar un gran mensaje en la memoria de los espectadores. Su método teatral, ecléctico por demás, resulta sumamente interesante porque permite establecer aperturas estéticas muy sugestivas, que abren nuevas pautas a los campos de la imaginación, las emociones, los sentimientos y los pensamientos, con un espíritu crítico. Sus obras recrean además episodios y momentos trascendentales de la historia y de la cultura universal. De manera que su dramaturgia, en sentido general, representa el aporte de un gran maestro a la vanguardia escénica nacional, cuyo legado quedará para siempre en la historia y en la memoria de la cultura dominicana.
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