El 21 de marzo de cada año se conmemora el Día Mundial de la Poesía, desde que en el año 1999 la UNESCO lo estableció para tales fines. La poesía es la primera de la palabra, porque tiene la capacidad de revelar lo irrevelable de las palabras y las cosas, para trascender al propio sujeto que la forma. Por eso, la poesía es admirada y respetada desde los tiempos más remotos de la humanidad, vinculándose desde la divinidad y la naturaleza, como lo hicieron Platón y Aristóteles. Incluso me atrevería a decir que la filosofía comenzó con la poesía. Los grandes pensadores de la antigüedad fueron primeros poetas; incluso la mayoría escribían sus tratados en versos y en prosa poética.
Luego vino el inmenso chileno Vicente Huidobro, que en su deslumbrante poema Arte poética dijo tres cosas fundamentales: 1) «Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;». El poeta es ante todo un creador de nuevas posibilidades y realidades, pero debe cuidar de su único y poderoso instrumento de trabajo, que es la palabra: «El adjetivo, cuando no da vida, mata» /. 2) «El vigor verdadero/ Reside en la cabeza». Aquí, ya, el hecho poético no viene prodigado ni de la divinidad ni como imitación de la naturaleza, sino como una facultad del pensamiento. Valga expresar que la poesía es un acto del pensar, donde ni la musa griega queda olvidada y marchitada por la conciencia. 3) «Sólo para nosotros/
Viven todas las cosas bajo el Sol»/.«El Poeta es un pequeño Dios». Porque es capaz de inventar nuevos mundos, posibilidades poéticas dentro y fuera de las ya existentes.
Cuando empecé mis primeras náuseas en la poesía, no sabía qué era ni para qué servía la poesía. Pero, leyendo a los grandes poetas, descubrí a Franklin Mieses Burgos, padre de la poesía dominicana y de nuestra lengua. En su inmensa obra, me explicó lo que era, solo con tres poemas: «Canción de la voz florida», «Esta canción estaba tirada por el suelo» y «Canción sembrador de voces».
Una vez dicté una conferencia en la Centenaria Institución Cultura y Biblioteca «Alianza Cibaeña». Fui miembro de su Taller Literario Líttera y bibliotecario, titulada «El poeta y sus imágenes», en el cual llegué a la conclusión de que el poeta piensa y siente a través de las imágenes y metáforas que están contenidas en sus poemas. Asumiendo este criterio, hoy público un poema donde hablo y defino lo que es la poesía para mí, desde mi humilde condición de quererlo ser algún día. El poema, que lo titulé «Silencio de sombra» (págs. 20-27), pertenece a mi segundo poemario publicado en el año 2000, en el libro «Obras», Colección Fin de Siglo, Consejo Presidencial de Cultura. Sistema Nacional de Talleres Literarios.
Silencio en la sombra
El lenguaje del agua acaricia
el idioma de los sueños
en el misterio de su forma.
La espuma revela
la historia de las voces.
El cadáver de la soledad
en sus ilusiones eternas,
recoge el vacío de la noche
exclamando: ¡sólo el sueño existe!
Y en la sombra nos hace ser nosotros.
Con alas de pájaros y de hombres
el espejo de un éxtasis roto,
ha perdido su memoria, mas recupera una,
la flor que vuela con el viento.
La escritura dibuja
la voz en cristales de viento,
dejando la luz que sólo sostiene
la reminiscencia de otros
que aún están en nosotros.
Sentimos la noche
que desnuda nos mira.
El misterio crece más allá de nosotros,
la inteligencia de la flor abre
el instante de lo eterno.
Y mira con nostalgia la sombra
en los rincones de la memoria.
Al producirse otra vez
nace el asombro donde la palabra
sueña inventándose.
El fuego levanta
el espíritu de esta sombra
que no se nombra y termina
escribiéndose.
El fuego levanta
el espíritu de esta sombra
que no se nombra y termina
escribiéndose.
La noche despierta las imágenes
de su nombre en el ritmo de los sentidos.
Inmenso el ser teje el espíritu
de un pájaro que abre los labios
y besa lo profundo en un papel que sangra.
Con la brevedad del instante
la luz azul atraviesa el azar confesando
la realidad del verbo.
El cielo dibuja la escritura
con la luz de la luna.
Los peces empiezan a beberse
las hojas de la luna.
Bajo el silencio lacónico de sus labios
la sombra, su perpetuidad teje y asombra
al propio milagro que la forja.
Más allá de ella todo empieza a entenderse.
Mientras, el lápiz dormido rueda
desangrándose en la eternidad de sus lavas,
los esqueletos de la noche hacen la palabra.
En secreto silencio atrapa
lo indecible y en el habla escribe.
Los garabatos de su alma
conversan con la noche
al revelar el otro en la palabra.
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