En una mañana de visita por la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, me encontré con el profesor Gerardo Castillo, escritor con varios libros publicados en diferentes géneros y una larga carrera como profesor de la Cátedra de Teoría y Crítica Literarias. Muy amablemente me obsequió con su último libro: Sendero entre piedras. De inmediato, por vía de la metáfora, el título nos remite al escabroso y difícil oficio de la escritura, al desafío del poeta para abrir caminos en tiempos escabrosos.

Al iniciar la lectura de la cuidada edición, desde el prólogo nos llama la atención el orden caótico de los capítulos, cuya intencionalidad remite a las instrucciones de Rayuela, que nos propone diferentes modos de lectura. Así, el prólogo es una sugerencia, un desafío especular de puertas que no conducen a ningún lado (todo lugar es ninguno). Además, la referencia a la ocultación del metrónomo parece advertir que el poeta habrá roto en estructuras prosistas las tradicionales formas del ritmo poético.

Todo el libro remite a la discusión vieja sobre el arte de la retórica y su relación con la poética. Desde Aristóteles hasta Barthes, el lenguaje averigua sobre los conocimientos y procedimientos técnicos para disuadir, pero también los trazos del asombro y la esencia que la poética explora: poeticidad “donde la palabra sea sentida como palabra”, como signo abierto autorregulado.  Es en ese acto puro, como la paradoja de la filosofía del Tao, donde la nada abre la puerta a la belleza y la ignorancia se revela como la más profunda sabiduría.

Lao Tsé no conocía el Tao, por eso habló de él. Tampoco yo lo conozco y                      todos lo somos sin buscarlo

Otra referencia a la nada actante, y también resonancias del vacío en el orientalismo, como esencia de todas las cosas sensoriales, aparece en la obra:

El poder de la ausencia es insondable como el poder vacío de la vasija

Este verso remite a un oxímoron de la tradición Zen: el valor de la copa está en el espacio vacío. De este modo, desde el primer apartado, el poemario aforístico es de una fuerte respiración orientalista donde la luz es “retórica del resplandor”.

Gerardo Castillo.

En el segundo subtítulo, el poeta recurre a la trasposición del cuerpo con la “casa”, al río con su nicho, a la caverna con la luz, hasta regresar en imagen recursiva al habitante, que asomado como ser cósmico ve empañados los sentidos, y en medio del silencio intenta descifrar lo que canta: él mismo consustanciado con la naturaleza, con los colores del día que se aproxima, el rumor del río. El habitante es el habitáculo:

…me pierdo en la caverna y las sombras que la luz arroja me                                                   colman de realidad excesiva  

Maya, en el orientalismo, es la energía ilusoria que opera como velo entre la realidad única e inmutable y la multiplicidad material y engañosa. Esta analogía llega a Occidente a través del mito de la caverna platónica. En el texto aquí referido, se explora esa relación analógica oriente/occidente.

Al adentrarnos en la lectura de Sendero entre las piedras, se nos revela una nueva estrategia escritural en el autor. Encontramos resonancias y construcciones de la rica tradición de la aforística poética donde la síntesis del pensamiento se imbrica con la revelación de la poiesis.  Encontramos en estas páginas la recuperación de un núcleo reflexivo que se orienta hacia una metafísica donde se explora una ética del pensamiento y no solo una estética del lenguaje.

Referentes a determinadas cosmogonías y mitogonías, como la de Aquiles, “Héroe sin parangón”, o las diferentes reseñas al argonauta Ulises y sus sueños de retorno, revelan a un lector que no ha improvisado su viaje y, consciente de lo accidentado del camino, se aseguró de venir con calzado de buena suela.

A un siglo de distancia, la propuesta jakobsoniana de la función poética del lenguaje sigue teniendo vigencia, en una época donde cualquier texto leído con cierta cadencia pasa como poesía. Todavía debemos reclamar al poema su inserción como ruptura o tradición a un lenguaje estético que marque una diferencia del decir cotidiano a la búsqueda de la poeticidad. Esto nos permite encontrar poesía más allá del poema, donde el lenguaje abre vetas de riquezas inexploradas.

La poesía, como esencia del lenguaje, trasciende el problema estructural. La poeticidad está en la esencia y en la forma. Esto abre la posibilidad de afirmar que hay poesía allí donde el lenguaje trasciende su uso cotidiano. La poesía es recursiva o no es. En su función estética nos conduce a la ocupación más pertinente del lenguaje humano: la estética misma, y al mismo tiempo conduce a la permanente búsqueda del sentido que siempre deja abierta la polisémica que le es propia.

De tal modo, Sendero entre piedra es un viaje del resplandor al Yo, que dicho con mayúscula es la esencia de todo lo que existe.

czapata58@gmail.com

César Augusto Zapata

Psicólogo, poeta y educador

Piscólogo, escritor, poeta. Premio Internacional de Poesía Casa de Teatro 1994. Director de la Cátedra de la Edgar Morin, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Ver más