"Yo soy un pobre diablo, y mi nombre es Titivillus", señala un demonio repugnante cuando un abad lo confronta.
Su oficio, explica el demonio en el tratado devocional del siglo XV Myroure of Oure Ladye, es llevarle a Satanás a diario "mil sacos llenos de errores y negligencias en sílabas y palabras, cometidos por órdenes suyas al leer y cantar, de lo contrario seré duramente golpeado".
El Diablo, explica Titivillus, guarda esos errores como pruebas contra las personas al momento de juzgar qué destino tendrán sus almas al final de sus vidas.
"Aunque tales cosas sean pronto olvidadas por quienes las hacen, el demonio no las olvida".
Otros tampoco.
Cuando se trata de errores lo suficientemente garrafales (y a menudo hasta graciosos), se quedan en la memoria cultural por los siglos de los siglos.
Y si el descuido tiene que ver con la palabra divina, no sólo hacen historia, sino que pueden decidir el destino de los culpables mucho antes de que llegue la hora de ese juicio final.
Eso le pasó a Robert Barker, un inglés que en el año 1600 tuvo la fortuna de heredar el título de "Impresor de Su Majestad".
En ese tiempo no era meritorio sino adquirido, una inversión muy lucrativa que había hecho su padre en 1589, y le aseguraba a la familia Barker una patente exclusiva para imprimir Biblias en Inglaterra, otorgada por la reina Isabel I.
Así que fue él el encargado de la impresión de una nueva traducción de la Biblia al inglés ordenada por el rey Jacobo VI y I, aquella que se convertiría en el libro en inglés de mayor difusión y más influyente.
Baker recibió el manuscrito de la Biblia del Rey Jacobo en 1610 y un año más tarde la preciada obra fue publicada… con numerosos errores de impresión.
Uno de ellos hizo que dos ediciones de ese 1611 llegaran a conocerse como "La Gran Biblia de Él" o "La Gran Biblia de Ella", por la diferencia en el versículo final del libro de Rut (3:15): una dice "él entró en la ciudad", refiriéndose a Booz, en lugar de "ella entró en la ciudad", es decir, Rut.
No sería éste, ni ninguno de los otros gazapos en esas primeras ediciones los que realmente sellarían su destino, sin embargo.
El más grave sería un error de omisión que cometería 20 años después.
¡No, no, no, no, no!
En 1631, Baker, asociado con Martin Lucas, publicó otra edición de la Biblia del Rey Jacobo.
Una vez más, contribuyeron a llenar el saco del demonio Titivillus, con errores como uno que aparecía en el Deuteronomio 5:24.
El problema fue la palabra en inglés greatness, que fue aparecía como great-asse, así que en lugar de "El señor nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su grandeza", lo que había mostrado era "su gloria y su gran asno".
Tuvieron suerte de que en ese momento la palabra asse aún no significara lo que más tarde significaría, pues de otra manera, lo que Dios habría mostrado habría sido "su gloria y su gran culo".
Pero quizás ni siquiera eso habría sido tan grave como la otra errata, que hizo famosa a esa biblia.
En uno de los 10 Mandamientos en Exodus 20:14 quedó faltando una palabra cortita que dio lugar a una desafortunada exhortación: "Cometerás adulterio".
Mil ejemplares del texto salieron a la venta y el desastre tipográfico sólo se descubrió un año después.
Las consecuencias fueron graves, como registró el sacerdote monárquico Peter Heylyn (1599-1662).
"Los impresores de Sus Majestades, en esa época, habían cometido un error escandaloso en nuestras Biblias inglesas al omitir la palabra No en el Séptimo Mandamiento.
"Habiendo sido informado Su Majestad de ello por el Obispo de Londres, se dio orden de convocar a los impresores a la Alta Comisión, donde, tras la evidencia del hecho, se convocó a toda la impresión y se multó a los impresores de forma profusa, como merecían justamente".
A Barker y Lucas, además de la cuantiosa multa, el tribunal les retiró la licencia de impresión, lo que implicaba el fin de sus carreras y probablemente la ruina financiera.
La situación de Baker efectivamente empeoró, y en 1635 fue encarcelado como deudor en una prisión en la que moriría una década después.
La mayoría de los desaventurados tomos fueron destruidos.
Pero sobrevivieron algunos que son artículos de colección y se conocen como "la Biblia malvada", "la Biblia de los Adúlteros" o la "Biblia de los Pecadores".
Algunas de muchas
Aunque la "Biblia Malvada" es uno de los gazapos más notorios de la historia, está lejos de ser el único, confirmando aquello de que errar es humano.
Limitándonos a los bíblicos, la lista es larga y variada.
En el Libro de Kells, un manuscrito iluminado que data aproximadamente del año 800 d.C., creado por monjes celtas en Irlanda, Jesús trae un mensaje más amable del usual en el Evangelio de Mateo (10:34).
Lo que debía decir es: "No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada".
Pero, en lugar de la palabra en latín para "espada", que es gladium, aparece gaudium, que significa "gozo", de manera que, aunque no traía paz, al menos traía alegría.
Otro desliz tipográfico hizo que a la segunda edición de la Biblia de Ginebra de 1562 se le conociera como "la Biblia de los creadores de lugares (placemakers)", pues esa palabra en inglés apareció en lugar de la correcta: "peacemakers" (pacificadores).
Además, esa misma edición aseguraba en Lucas 21 que "Dios condena a la viuda pobre" en lugar de "Dios encomienda a la viuda pobre", nuevamente por confundir condemneth con commendeth.
En 1653, en conocida como "La Biblia Injusta", la palabra "no" también había hecho estragos.
En el texto de 1 Corintios 6:9, la segunda negación de la oración fue omitida, de modo que Pablo terminó diciendo: "¿No sabéis que los injustos heredarán el reino de Dios?".
Y en 1763, el "no" volvió a desaparecer, esta vez calificando al creyente de necio.
Es la llamada "Biblia de los tontos (o necios)", de 1763, que en el Salmo 14:1 afirma: "Dice el necio en su corazón: Hay Dios", cuando debería decir: "No hay Dios".
Otras pequeñas ausencias resultan blasfemas, como la omisión de una coma en Lucas 23:32 que aseguró que Jesús "También llevaba con él a otros dos maleantes" en vez de "También llevaba con él a otros dos, maleantes".
Por su lado, "la Biblia de los impresores" señaló en 1612, en el Salmo 119:161, que "Los impresores me han perseguido sin causa", cuando en realidad eran los príncipes los que lo habían hecho: habían confundido printers con princes.
"La Biblia caníbal" (1682) se ganó el apelativo porque en el Deuteronomio 24:3 decía: "Si el segundo marido se la come… [a su mujer]" en lugar de "si el segundo marido la aborrece…".
En ese caso, faltó una 'h': en vez de hate, decía ate.
Si todo esto de las erratas bíblicas parece ser algo de tiempos muy remotos, hay evidencia de que el demonio Titivillus, que no sólo recoge sino que introduce y provoca errores, ha estado rondando en épocas más recientes.
En 1966, una 'r' se extravió en la primera edición de "The Jerusalem Bible", resultando en que la frase "Ora por la paz", se convirtiera en "Paga por la paz" (pray y pay).
Y el 'no' volvió a hacer de las suyas.
En la Biblia "Oscuridad" de 1970, en Juan 1:5 decía: "…y las tinieblas la dominaron" en lugar de "no la dominaron".
Y en 1989, esa palabrita de dos letras, en lugar de desaparecer, apareció, en la Biblia "Ninivitas impenitentes".
En el Nuevo Testamento de Heinz Cassirer dice en, Lucas 11:32: "porque ellos no se arrepintieron al escuchar la predicación de Jonás".
Se refiere a los habitantes de Nínive quienes, según la historia original, resulta que sí se arrepintieron.
Por suerte, las historias del Antiguo y Nuevo Testamento son tan conocidas que estos errores y los muchos otros más fueron detectados, corregidos y se convirtieron en curiosidades.
Pero, en cualquier texto, sagrado o no, seguirán colándose gazapos pues, a pesar de correctores manuales o automáticos, Titivillus no ha dejado de acecharnos desde que hizo su primera aparición en escena en 1285.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
También puedes seguirnos en YouTube, Instagram, TikTok, X, Facebook y en nuestro canal de WhatsApp.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.
- 4 teorías sobre cómo y quién escribió la Biblia (y por qué importa)
- La sangrienta historia de las primeras traducciones de la Biblia
- 4 datos sorprendentes sobre la Biblia de Gutenberg, el libro que marcó un antes y un después en la historia
Compartir esta nota