Una imagen nocturna de las 4 grandes torres de oficinas de Madrid.

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Madrid representa un 19,6% del PIB de España, frente al 18,8% de Cataluña.

La rivalidad más conocida en América Latina y el mundo entre Madrid y Barcelona se dirime en los campos de fútbol.

Pero la competencia entre la capital española y la catalana traspasa el juego: desde hace décadas ambas ciudades y regiones libran un duelo en el terreno político y económico marcado por etapas de fructífera colaboración y otras de grandes desencuentros.

Cataluña ha sido considerada históricamente la locomotora económica de España, gracias a su potente sector industrial, mientras que Madrid concentraba el poder político, sede de todo el aparato administrativo estatal y centro de toma de decisiones.

Pero las cosas han ido cambiando en las últimas dos décadas, marcadas por el crecimiento económico de Madrid y el descenso en exportaciones y la crisis del proceso independentista en Cataluña desde 2017.

Fue precisamente ese año cuando la Comunidad Autónoma de Madrid superó a Cataluña en cuanto a su aportación al Producto Interno Bruto (PIB) español, un sorpasso (adelantamiento, en italiano) que se mantiene hasta la actualidad y que ha supuesto un punto de inflexión en la rivalidad entre ambas regiones.

Así, con los últimos datos del INE (Instituto Nacional de Estadística) publicados en septiembre, el peso de Madrid en la economía española en 2024 fue del 19,8% frente al 18,9% de Cataluña, pese a que esta última comunidad autónoma tiene un millón más de habitantes (8,1 millones vs. 7,1 millones).

Pero, ¿cómo logró Madrid adelantar a la locomotora catalana?

La dinámica entre las dos regiones

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Antes de llegar allí, repasemos un poco la historia.

La situación geográfica de Cataluña, cerca de la frontera con Francia, con importantes ríos y dos potentes puertos en el Mediterráneo, hizo que desde mediados del siglo XIX la región fuera pionera de la industrialización en España.

A las fábricas textiles les siguieron otras industrias como la automotriz, la química o la farmacéutica, que contribuyeron a que, desde el fin de la Guerra Civil española (1936-1939) hasta finales del siglo XX, Cataluña conservara la hegemonía económica en España.

Durante esas décadas, Madrid concentró el poder político, permitiendo que Cataluña ostentara el poder económico, e incluso el cultural, como demuestra el hecho de que Barcelona se convirtiera en la segunda mitad del siglo XX en la capital editorial de América Latina.

En esa época, Barcelona era considerada en el resto de España como faro de la modernidad y puerta de entrada a Europa, mientras Madrid era vista como una ciudad gris y algo provinciana llena de burócratas.

Con la llegada de la democracia y la entrada de España en las instituciones europeas en los años 80, la dinámica empezó a cambiar, y Madrid, con unos sectores financiero y de servicios pujantes y su famosa Movida Madrileña, empezó a mirar a Barcelona de tú a tú.

El sorpasso

En la siguiente década, Madrid se beneficiaría de la llegada al poder del conservador Partido Popular de José María Aznar, que impulsó la privatización de grandes empresas públicas que tenían su sede en la capital española y que se convirtieron en importantes multinacionales con lucrativos negocios en América Latina.

Además, en esa época el gobierno central multiplicó su apuesta por grandes infraestructuras como aeropuertos, autopistas y líneas de tren de alta velocidad, siendo Madrid en el epicentro de muchas de esas inversiones.

Pese al auge inédito que vivía la capital española, en esa época el peso de la economía catalana seguía siendo superior: en el año 2000 Cataluña aportaba un 18,9% al PIB español, frente al 17,7% de Madrid.

Sin embargo se avecinaban cambios que acabarían por inclinar la balanza hacia Madrid en detrimento de Cataluña.

El estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008 dejó a la economía española en una profunda crisis.

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El estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008 dejó a la economía española en una profunda crisis.

Algo empezó a cambiar ya en 2008 a raíz de la crisis financiera global y el estallido en España de la burbuja inmobiliaria, que hundió el crecimiento, arrasó el sistema bancario español y disparó las cifras de desempleo hasta niveles no vistos en democracia.

Si bien esa crisis se dejó sentir en toda España, la contracción económica en la Madrid fue menor.

"Quizás 2008 lo que hizo fue adelantar a 2012 algo que iba a pasar ya en 2015", dice a BBC Mundo Jorge Galindo, director adjunto del Centro de Políticas Económicas EsadeEcPol.

Y efectivamente ya en 2012 y 2013 el PIB de la Comunidad de Madrid superó por primera vez al de Cataluña.

La capital, con una economía cada vez más diversificada, ya empezaba a presentar mejores herramientas para un nuevo contexto económico.

"Madrid ha tenido una especialización productiva que le ha llevado a tener un mejor rendimiento en las últimas décadas. Regiones como Cataluña, con mayor peso de la industria, perdieron peso relativo porque les afectó más el fenómeno de la globalización", explica el cambio Gregorio Izquierdo, director del Instituto de Estudios Económicos de Madrid.

"Como la economía catalana se beneficia de un amplio sector industrial orientado a la exportación, esa especialización también ha expuesto a la región a shocks externos", explica a BBC Mundo Jakob Suwalski, director de calificaciones del Sector Público y Soberano de la agencia de calificación Scope Ratings.

"Por el contrario, la economía madrileña, mayormente orientada a los servicios, ha demostrado ser más resistente y se ha beneficiado de las tendencias cíclicas en sectores específicos, incluyendo un fuerte dinamismo en los servicios financieros y empresariales", añade.

Según Jesús Castillo, analista de Natixis Corporate and Investment Banking, "la desaceleración del comercio mundial limitó la capacidad de crecer de Cataluña".

Sin embargo, a partir de 2014, gracias al impulso del turismo y un repunte de las exportaciones, Cataluña consiguió crecer por encima de la media española y recuperó el trono como la región con el mayor PIB de España.

Pero entonces llegó 2017 y el llamado procés, que aceleró las tendencias que se veían venir en años anteriores.

Una manifestación a favor de la independencia de Cataluña del Reino de España.

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El movimiento independentista ha perdido fuerza en Cataluña desde 2017.

El procés catalán

En 2017 las autoridades del gobierno autónomo de Cataluña convocaron un referendo secesionista que había sido declarado ilegal por la justicia española y que desembocó en una fallida declaración unilateral de independencia y en la huida o enjuiciamiento de numerosos políticos catalanes, con toda la incertidumbre e inestabilidad que eso provocó.

La respuesta de las empresas al llamado procés catalán (proceso) no se hizo esperar. Durante los 19 días posteriores al referendo, 917 empresas retiraron su sede social de Cataluña, según los datos del Colegio de Registradores de España. En los seis años posteriores, la cifra alcanzaría las 8.000 compañías.

Al mismo tiempo, la inversión extranjera en Cataluña se desplomó en los meses previos y posteriores al referendo y la región creció en los años hasta la llegada de la pandemia de covid en 2020 por debajo de la media española.

Según Jakob Suwalski, de Scope Ratings, "la incertidumbre persistente en Cataluña desde 2017 reforzó aún más el papel de Madrid como destino estable para la inversión".

Las dudas sobre la estabilidad política y económica de Cataluña fueron aprovechadas por otras comunidades autónomas españolas -como Madrid- para atraer capital e inversiones.

Y se mantienen hasta hoy.

Así, según cifras del Ministerio de Industria y Turismo español, en 2023 la Comunidad de Madrid recibió el 54,3% de la inversión extranjera en España, frente al 16,5% de Cataluña.

"Madrid pudo hacer el sorpasso a raíz del procés porque hasta entonces las dos comunidades autónomas estaban bastante igualadas", asegura a BBC Mundo Juan Carlos Martínez, economista del Instituto de Empresa.

En 2017 Madrid superó a Cataluña como motor económico de España y ya no ha perdido esa posición.

En estos años, Madrid también ha sabido aprovechar el "efecto capital", que hace que las grandes empresas financieras y de servicios instalen sus sedes centrales donde se encuentran las instituciones gubernamentales y donde es más fácil acceder a trabajadores cualificados.

Vista aérea de Barcelona con el mar al fondo y la Sagrada Familia en el centro de la foto

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Barcelona no tuvo playas hasta 1992. Se crearon como parte de la remodelación para los Juegos Olímpicos, usando arena traída desde Egipto.

Y a todo esto hay que sumar las diferentes políticas fiscales que se han aplicado en Cataluña y en Madrid.

Mientras la primera se sitúa como la región con la mayor presión fiscal de toda España, la segunda ha apostado claramente por las rebajas o eliminación de impuestos.

¿Dumping fiscal?

Es lo que Guillem López Casasnovas, profesor de Economía de la Universidad Pompeu Fabra, describe como "el dumping fiscal de Madrid" y que, según él, perjudica no solo a Cataluña sino al resto de comunidades autónomas de España.

El concepto de "dumping fiscal" se refiere a la práctica de reducir los impuestos u ofrecer bonificaciones para atraer inversiones y actividad económica, y obtener así una ventaja competitiva frente a otros territorios.

La Comunidad de Madrid, gobernada desde hace más de 30 años por el conservador Partido Popular, apostó por una drástica política de reducción o eliminación de impuestos.

Isabel Díaz Ayuso en un acto público con una camisa rosa.

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Isabel Díaz Ayuso lleva presidiendo la Comunidad de Madrid desde agosto de 2019.

"Si se cuantifican los gastos fiscales que representan estas rebajas, Madrid deja de ingresar más de 4.100 millones de euros anuales (US$4.700 millones), unos 636 euros menos por madrileño", graficó en 2020 un informe el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE).

Sin embargo, señaló el organismo, esta menor recaudación se ve compensada por el efecto "capitalidad".

"Madrid propone un mix de ingresos/gastos eficaz para atraer a dos tipos de población: jóvenes de elevado nivel educativo y adquisitivo, y contribuyentes con elevados niveles de riqueza acumulada. Esta dualidad contribuye a reforzar la posición de Madrid como una de las regiones más dinámicas", según el IVIE.

El tema es muy polémico en España, y mientras algunos gobiernos regionales acusan a Madrid de funcionar a modo de "paraíso fiscal", la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, afirma que "no existe ni dumping fiscal ni efecto capitalidad" y defiende que todas las autonomías "pueden bajar impuestos".

Contenedores de mercancías en el puerto de Barcelona.

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El puerto de Barcelona es uno de los más importantes de todo el Mediterráneo.

"Este sistema de autonomías fomenta algo que es realmente nocivo para para cualquier Estado, que es la competencia entre comunidades autónomas. Hay determinados impuestos que en un Estado tendrían que estar armonizados", sostiene Bernat Sellarès, profesor de Historia del Pensamiento Económico de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Para Selleres, la posibilidad de que una comunidad autónoma ofrezca unas ventajas fiscales sobre otras tiene raíces históricas en el modelo de centralismo estatal heredado del franquismo.

"El periodo de transición tras la dictadura del general Francisco Franco quiso aglutinar la realidad plurinacional del Estado con sus regiones históricas como País Vasco o Cataluña, que reclamaban autogobierno. Para incluir a todos se creó una especie de Estado federal sin serlo", dice el profesor.

Esto que en su momento "fue muy importante tras una guerra y una dictadura porque aportó paz desde el punto de vista político y económico, nos dejó en este punto medio en el que las regiones se convierten en poderes públicos contrapuestos que van básicamente compitiendo entre ellos", sostiene Sellarès.

Salvador Illa

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El presidente catalán, Salvador Illa, quiere que Cataluña encabece de nuevo la economía española.

Perspectivas a futuro

¿Podrá Cataluña volver a ser en los próximos años la comunidad autónoma con el mayor PIB de España o agrandará Madrid la brecha?

El presidente catalán, Salvador Illa, está dispuesto al contragolpe: hace unos meses presentó un plan para que eso suceda mediante "la movilización de recursos públicos más ambiciosa desde el año 2010" que irá destinada a infraestructuras, modernización productiva, conocimiento e innovación, buen gobierno e igualdad de oportunidades.

Illa dijo que quiere que la región que preside lidere España mediante un modelo de "prosperidad compartida" y pidió "que Madrid no le tenga miedo a Cataluña".

"A pesar de la incertidumbre política y la deslocalización de empresas tras el movimiento independentista de 2017, Cataluña ha demostrado una notable resiliencia económica", dice el analista Jakob Suwalski.

El experto cree que las perspectivas a medio plazo dependerán de la estabilidad política, la inversión continua en innovación y la diversificación más allá de la manufactura tradicional.

Por su parte, es probable que la Comunidad de Madrid registre en 2025 y en 2026 un crecimiento ligeramente por encima de la media nacional.

"Se prevé que entre 2025 y 2026, Madrid cree hasta 135.000 puestos de trabajo, con una reducción del desempleo de alrededor del 8%", dice Suwalski, recordando que la región se enfrenta a desafíos como la oferta limitada de viviendas y unas exportaciones ralentizadas.

A su favor jugará su base económica diversificada, la estabilidad política y el atractivo internacional "que la colocan en una sólida posición para superar a la mayoría de las demás regiones españolas".

Línea gris de separación

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