China envejece y el problema demográfico ha pasado a ser considerado un asunto de Estado. De hecho, el XX Congreso del Partido Comunista chino en 2022 enfatizó que el país necesita “aumentar las tasas de natalidad y reducir los costos del embarazo, el parto, la escolarización y la crianza”. Para revertir la tendencia de envejecimiento, es necesario impulsar los matrimonios, aunque generacionalmente es una decisión que se pospone cada vez más, por un cambio de actitud hacia el matrimonio, pero también por las presiones económicas.
En los últimos años, los matrimonios han caído estrepitosamente, alcanzando en 2024 el mínimo histórico, con 6,1 millones de parejas casadas. En mayo de 2025, entraron en vigor nuevas normas nacionales para el registro matrimonial que eliminan las restricciones geográficas, permitiendo a las parejas contraer matrimonio en cualquier lugar del país, sin necesidad de presentar el registro de residencia, o ‘hukou’. También los gobiernos locales buscan incentivar los matrimonios con cheques regalo o a través de iniciativas que combinan turismo y registro civil.
Para las familias chinas, buscar una pareja a los hijos forma parte de la tradición. Aunque ahora, el individualismo es mayor y los jóvenes prefieren las aplicaciones de citas, hay muchos padres que siguen acudiendo a los conocidos como ¨Mercados de Solteros y Solteras¨.
En China, el término 相亲角 (xiangqinjiao) significa `rincón de emparejamiento`, y consiste en un encuentro que tiene lugar en parque o lugares públicos donde los padres buscan encontrar pareja a sus hijos solteros.
Lejos de tratarse de una costumbre más rural o en desaparición, el formato se ha enriquecido y las grandes y modernas ciudades de China acogen gran variedad de estos eventos.
En Beijing, todos los días de la semana se puede acudir a una cita de estos famosos Mercados de Solteros y Solteras. Y los lugares escogidos son bien transitados y conocidos, como el Templo del Cielo, el parque Zhongshan, al lado de la Plaza de Tian´anmen, y en el Parque Olímpico.
Visitamos el Mercado de Solteros y Solteras que se cita todos los domingos a la tarde en la salida D de la estación de metro del Parque Olímpico. Desafiando las gélidas temperaturas del invierno pekinés, voluntarios de la asociación Linhood, especializada en eventos de emparejamiento, distribuyen en el suelo unos treinta carteles de presentación de candidatos y candidatas. Nos sorprende que no hay solo jóvenes, encontramos incluso una mujer de 63 y un hombre de 70 años.
Una foto encabeza cada ficha, que incluye la edad, la altura, lugar de residencia y nacimiento y trabajo, además de una lista de requisitos para su posible pareja y un código QR para contactar directamente.
Nie Lin, es voluntario de Linhood y está entretenido en mantener los carteles en su sitio, aunque la brisa caprichosa se lo está complicando. Por esta razón, los domingos ventosos suspenden la actividad, nos explica.
“Aquí puedes ver a la persona real en persona y la persona real se acercará. La tasa de éxito de emparejamiento es mayor. Y esto es gratuito, es un bien público, no tiene coste. El rango de edad oscila entre los 20 y los 40 años. El precio por una novia en China es muy alto. Hay muchos padres que vienen aquí para ayudar a sus hijos, porque están muy ocupados”, cuenta Nie Lin.
Nie Lin nos plantea que el uso de app de citas suma cada vez más detractoras, porque se sienten en un lugar inseguro donde el lenguaje pasa por ser violento e incluso hay casos de acoso. En las actividades que organiza Linhood, el ambiente es sano y seguro, por eso la comunidad crece.
En una esquina algo más retirada, un nutrido grupo de padres también ha traído los carteles de sus hijos, en esta ocasión, más caseros y sin fotos.
“Hombre de Pekín, nacido en 1988, altura 180 cm., título universitario en finanzas. Con coche y casa propia, padres jubilados, vive en Shijingshan. Buscando mujer del año 1989 en adelante. Altura superior a 160 cm., con trabajo estable, padres con pensión vitalicia. Preferencia por mujeres de Pekín y mujeres que trabajan en la periferia de Pekín”, reza uno de los carteles.
“Mujer del año 1987, 163 cm., soltera, graduada, miembro del Partido Comunista, profesora. Apariencia dulce y alegre, con buen conocimiento de libros, buen sentido del silencio, padre funcionario del Gobierno jubilado. Buscando hombre nacido entre 1979-1989, con titulación superior, altura superior a 175 cm., trabajo estable, con residencia en Pekín”, dice otra de las fichas, de una mujer en este caso.
En medio de un corro, algunos candidatos se pasan un micrófono para presentarse. Los padres les aplauden y atienden las informaciones pensando en un posible emparejamiento.
“Nací en 1990, en la ciudad de Zhangjiakou, en la provincia de Hebei. Trabajo en una oficina en Beijing, tengo hukou en el distrito de Haidian de la capital china. Tengo vivienda, y espero la lotería para una matrícula de auto. Soy introvertido. Sé que mi salario no es muy alto, pero se irá incrementando con los años. El único requisito que pongo a las candidatas es medir más de 1,5 metros”.
El dinamizador presenta a un joven nuevo, recién llegado de la vecina ciudad de Tianjin se anima finalmente a hablar. Trabaja en uno de los centros neurálgicos de la nueva tecnología en la capital, el centro Zhongguancun. Cuando dice que estudió en una universidad de Estados Unidos, los padres se asombran y parecen prestarle más atención. Sobre los requisitos para sus candidatas: el joven dice no ser exigente: haber nacido después de 1996 y medir más de 1,62m.
Una pareja explica que su hijo no viene a estos encuentros porque es muy tímido. Aprovechan para presentarlo con la primera información que todos piden: si es hombre o mujer, y el año de nacimiento. En su caso, su hijo tiene 34 años y está buscando pareja desde hace 2 años.
Con un ritmo de vida acelerado, poco tiempo para dedicar al otro y demasiada dependencia de las aplicaciones digitales, estos encuentros presenciales son una alternativa que se resiste a desaparecer, al menos mientras existan padres con ganas y urgencia de emparejar a su descendencia.
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