Una de las mayores fortalezas de la ciencia demográfica es su capacidad para produccion estadísticas sobre el comportamiento  de las variables poblacionales que rigen la reproducción biológica y sociocultural humana. Contextualizada dentro del marco más amplio de la reproducción social como un todo, abarca no solo la reproducción biológica, sino tambien la reproducción material y cultural de la población  para responder a  las necesidades de la produccion de bienes y servicios requeridos para la preservación y socialización  de la vida y el desarrollo del bienestar de sus diferentes grupos poblacionales.

A través de la siguiente figura se esquematiza este proceso de reproducción social, que se construye a través del trabajo humano reproductivo y productivo, vía sus múltiples dimensiones y ámbitos de acción y en sus diferentes contextos específicos.

Desde esta perspectiva, es de relevancia destacar que las múltiples dimensiones del trabajo reproductivo  y productivo,  necesarios para reproducir, cuidar, socializar y garantizar la supervivencia de los seres humanos, relevan, a nivel familiar y colectivo, de múltiples tareas inextricablemente ligadas a las posibilidades sociales, económicas y culturales de  los procesos de desarrollo socioeconómico y político nacionales y regionales, que hasta hoy han sido y son  muy disimiles entre países y regiones.

Son estas evidencias el fundamento para  plantear la necesidad de  politicas demográficas  y socioeconómicas más adecuadas que, en principio, su marco de referencia estaría orientado al  logro del bien común, en el marco de las promesas de la modernidad sobre derechos humanos, libertad y progreso, que aún estan muy lejos de lograr. Al respecto, datos del Banco Mundial,  han calificado el año 2023 como el año de la desigualdad, con evidencias que muestran que el desarrollo es cada vez más desigual entre países, al interior de los países  y entre regiones del mundo.

En general, puede afirmarse que el comportamiento prevaleciente ha sido que la corresponsabilidad social de la reproducción biológica y material de la población ha sido poco asumida como una responsabilidad pública que compete al conjunto de actores sociales: Estado, empresas, comunidades y familias y, dentro de estos, a los hombres y no solo a las mujeres.

Una de las secuelas de esta falta de responsabilidad colectiva es la falta de conciliación entre la vida laboral y familiar de hombres y mujeres, requeridas  de respuestas politicas efectivas que permitan un mayor equilibrio societal entre el tiempo del trabajo reproductivo y productivo y el ocio, necesarias  para una mejor y más eficiente reproducción social, en el marco del  trabajo decente,  el aumento de la participación laboral femenina y los avances en la igualdad de género en la vida pública y la vida privada.

El UNFPA, en su último Estado de la Población Mundial del 2025, llama la atención sobre si la denominada crisis de la fecundidad  no releva, más bien, de la necesidad de ampliar la capacidad de las personas -hombres y mujeres-  para optar voluntariamente por formar  familia y criar su decendencia dignamente, responsabilidad que va más allá de la propia familia y requiere de un mayor  respaldo de la sociedad para garantizar su permanencia intergeneracional.

Por su parte, los datos de las Naciones Unidas, reseñados por el demógrafo Jose Miguel Guzman (2024), muestran que la población desciende en la mayoría de los países del mundo, salvo en algunos países pobres, a la par que disminuyen la fecundidad y la mortalidad y aumentan la longevidad y la migración internacional y, esta última, hasta muestra señales de masificación creciente entre regiones y países.

En este contexto, profesionales de la demografía  se cuestionan sobre cuáles serían las proyecciones poblacionales para este siglo XXI. Unos apuestas hacia la estabilización poblacional, producto de un cambio en estructura poblacional, otrora con predominio de la población de jóvenes y adultos, que hoy presenta una nueva estructura con predominio la población de  adultos y mayores, resultado de la alta longevidad alcanzada.

Este cambio en la longevidad humana es  calificado por unos como el más importante cambio demográfico actualmente en curso, mientras  que otros  lo visualizan como un problema poblacional catastrófico, que al igual que la llamada explosion demográfica de ayer,  este  envejecimiento poblacional de hoy,  tambien podría conducir al fin de la humanidad, ya no por exceso poblacional sino por su extinción.

Ciertamente, en la llamada postmodernidad de hoy,   los cambios en los comportamientos poblacionales en la nupcialidad, la fecundidad y la mortalidad y sus efectos  en el aumento de la longevidad, la disminución de la fecundidad y el decrecimiento poblacional, sobre todo en  países y grupos sociales de mayor nivel de bienestar,  son rápidos y notables.

Por el contrario en países y grupos sociales más pobres estos procesos  han tardado más en producirse, a pesar de que han estado apoyados por politicas públicas de control natal. Tal vez la racionalidad de la reproducción social es diferente para  ricos y pobres y es necesario identificarla, analizarla  para conocer sus motivaciones que, como todo hecho social, es complejo y multidimensional.

Al respecto, no hay que olvidar la relacion bidireccional básica entre población y desarrollo sostenible proclamada por CEPAL: las poblaciones humanas están constituidas por fuerzas económicas, sociales y ambientales, y estas, a su vez, van modelando las condiciones económicas, sociales y ambientales de los países.

Nuestra propuesta es analizar los cambios poblacionales de ayer y de hoy, a partir de un análisis sociodemográfico, desde una conceptualización de la población vista desde la perspectiva de la reproducción social. La misma remite a tomar en cuenta el conjunto de procesos biológicos, demográficos, sociales, económicos y culturales, que permiten la existencia y pervivencia de una sociedad y los distintos comportamientos de grupos y clases sociales que la conforman.

En todo caso, hoy el mundo está en un nuevo cambio poblacional, como otrora ocurrió con el advenimiento de la modernidad  y es evidente que esta evolución poblacional  tambien está marcado por cambios sociales, económicos, tecnológicos, politicas y culturales, donde el género, la generación y la demanda de  construccion de la igualdad social – iniciada desde la modernidad y aún en espera de construccion-  tendrán roles de relevancia.

Justamente, la utilidad de la demografía como ciencia social radica en  que permite analizar  los hechos sociodemográficos en su multidimensionalidad y en sus diferentes ámbitos de ocurrencia -sean de nivel individual, comunitario, institucional y cultural- y en sus dimensiones demográficas : 1) La reproducción humana: estadísticas de nupcialidad, nacimientos, defunciones. 2) La movilidad espacial: estadísticas de  migraciones internas rurales y urbanas e internacionales. 3) La produccion de bienes y servicios sociales, requeridos  por una población cada vez más longeva: estadísticas sobre actividad e inactividad laboral, pensiones, salud, educación y otros.

Estas evidencias estadísticas disponibles, empero, estan requeridas en nuevos marcos conceptuales y metodológicos que puedan hacer avanzar la investigación sociodemográfica hacia su multidimensionalidad y desde los diferentes ámbitos de actuación de la población y desde una  hipótesis de partida: las políticas de población deben estar dirigidos a  la construccion del bienestar humano para todos los grupos poblacionales.

En este contexto, la Demografía  puede proveer un gran aporte sobre los comportamientos  poblacionales, en tanto hechos sociales complejos que deben abordarse desde una perspectiva de integralidad, a partir de las características de sus contextos específicos. Solo así se podría mejor sustentar   explicaciones causales  y  tendencias posibles de los procesos sociodemográficos,  como compete a toda ciencia.

En otras palabras, esto implicaría preguntarse, por una parte, hasta donde las  politicas de población estan dando respuestas a las necesidades articuladas de la reproducción y la produccion social humana,  en sus diferentes dimensiones y en los ámbitos públicos y privados, tomando en cuenta las diferencias entre los diversos  perfiles familiares existentes.

Asimismo, también requiere preguntarse cómo el Estado, las empresas, las comunidades y sus organizaciones, están asumiendo su responsabilidad reproductiva, que va más allá de la sola responsabilidad familiar y requiere ser garantizada por la sociedad como un todo.

En la actualidad,  la demografía, a través de nuevas conceptualizaciones y metodologías innovadoras, están  cuantificado el aumento logrado en la eficiencia reproductiva poblacional de una generación a otra: hoy las mujeres no necesitan tener tantos hijos y pueden alargar los espacios entre nacimientos, pues al contrario que en el pasado, tanto las madres como la mayoría de sus descendientes sobreviven. En este contexto, hasta se afirma que la tasa de reemplazo generacional sería inferior a 2 hijos por mujer.

Asimismo,  la gran desigualdad social  que afectan a sus poblaciones del mundo está mostrando la necesidad de un abordaje  demográfico que traspase los límites de la medición y descripción empírica sobre la población y elabore  un análisis crítico  sobre el origen, consecuencias y manifestaciones de las desigualdades observadas, para fundamentar las politicas públicas orientadas a su superación .

¿No estarían estas tendencias demográficas y sociales actuales perfilando cambios profundos en la organización de la sociedad y en las  relaciones humanas?  Desde estas nuevas propuestas teóricas y metodológicas tres temas resaltan:

  1. El gran logro de la humanidad a través del aumento de la duración de la vida, que está vehiculando la convivencia de múltiples generaciones – padre y madres, hijos e hijas, abuelos y abuelas y nietos y bisnietos de ambos sexos.
  1. Las consecuencias de este proceso en el fortalecimiento de los lazos familiares y del intercambio de aprendizajes sociales intergeneracionales  a tomarse en cuenta en las previsiones sobre el comportamiento poblacional en las esferas reproductivas y productivas.
  1. El debilitamiento del orden patriarcal en curso, con la integración creciente de las mujeres en la fuerza de trabajo remunerada, posicionándola junto a los hombres como proveedora del sustento personal y/o familiar, a la par, aunque de manera más lenta,  se avanza la integración de los hombres en las tareas del trabajo doméstico y el cuidado familiar, así como la integración de abuelas y abuelos en las tareas de la reproducción social, que va mucho más allá de su propio ciclo de vida reproductivo.

¿Estos avances sociales y demográficos  no van a  requerir cambios en el modelo económico, donde el trabajo y el ocio humanos se equilibren y sean compatibles con el disfrute de las tareas de la esferas reproductiva y productiva, sin distinción de sexos?

¿La mayor interacción intergeneracional  y entre ambos sexos que estos cambios estan vehiculando, no permitiría  avanzar en la construccion de sociedades de mayor apoyo y bienestar intrafamiliar y comunitario con la participación de todas las personas, menores, adultas y mayores?

Hasta hoy, el predominio del punto de vista unilateral masculino de sesgo sexista,  ha prevalecido  en las ciencias y en la conducción política de los Estados  e históricamente ha impedido que las  mujeres coloquen  su punto de vista y sus competencias en la agenda pública y, así, logren incidir, de manera efectiva, en cambios estratégicos de rumbo.

Los reclamos sobre la necesaria co-responsabilidad  conjunta de los hombres y mujeres en las familias,  las comunidades, las empresas y el Estado, constituye una necesidad para lograr que  la formulación y puesta en marcha de  politicas públicas sean más eficientes e inclusivas.

Esta demanda no constituye una ideología de género, como dicen algunos. Constituye una necesidad social para compatibilizar el trabajo de las esferas humanas de la reproducción y la produccion social  y su adaptación a los nuevos contextos demográficos y sociales en que hoy estamos inmersos: solo así la igualdad y la equidad que promueven los derechos humanos será una meta que cuente con el compromiso, las competencias y las visiones de mujeres y hombres de los diferentes grupos poblacionales.

Clara Baez

Demógrafa

Estadística-Demógrafa. Experta en investigaciones con enfoque de género.

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