Algunas personas se preguntan de dónde viene las categorías que reciben los huracanes a partir de su intensidad y la velocidad con que se desplazan al momento de formarse.
La escala Saffir-Simpson es la regla de medición que permite clasificar del 1 al 5 a los huracanes tropicales según la velocidad del viento. Un huracán con vientos de 119 a 153 kilómetros por hora es categoría 1 y los daños que pueden provocar son menores.
Un huracán con vientos de 154 a 177 kilómetros es de categoría 2; su fuerza podría hacer daños significativos a estructuras. Los fenómenos que se mueven con ráfagas de 178 a 208 km/h pueden ocasionar daños graves a casas y edificios por tener una clasificación 3.
Cuando un evento tiene vientos como el que narramos, se encuentran entre 209 a 251 km/h, su capacidad de impactar estructuras es significativa. Y si la brisa es superior a 252 km/h, entonces los daños serán considerables a las estructuras por ser de categoría 5.
¿De dónde viene la escala de Saffir-Simpson que en la actualidad es usada para asignar categorías a los huracanes?
Para saber la procedencia de las categorías tenemos que remontarnos a los años 1960-1970, época en la que dos afanados profesionales de la meteorología e ingeniería decidieron unir criterios profesionales para definir las escalas que hoy son tan conocidas y difundidas.
Esos profesionales fueron el meteorólogo Robert H. Simpson (1912-2014), de nacionalidad estadounidense, y Herbert Saffir (1917-2007), ingeniero civil estadounidense.
El primero, en ese momento dirigía el proyecto nacional de investigación sobre huracanes y el Centro Nacional de Huracanes (1955 -1959). El segundo, ingeniero civil estadounidense, graduado en la Universidad de Georgia.
En la década de 1960 al 1970, ambos especialistas empezaron a trabajar un proyecto de catalogación de huracanes en una iniciativa financiada por Naciones Unidas. El proyecto tenía como propósito reducir los efectos de los huracanes sobre la población.
En el 1970 los eventos hidrometeorológicos (huracanes y ciclones) no tenían escala para ser medidos. Solo se hacía referencia a que eran fuertes o débiles. El momento ameritaba de establecer una tabla que diera la información de categoría que los clasifica en la actualidad. Saffir se enfocó en estudiar el impacto de los vientos en las estructuras construidas en las ciudades, mientras que Simpson atendió al efecto de las mareas y su comportamiento.
Hay que señalar que desde el origen del hombre este se ha preocupado por el comportamiento de su entorno ambiental. Se cuentan con datos empíricos del pasado levantadas por poblaciones pasadas.
Mientras Saffir ejecutaba el proyecto de Naciones Unidas sobre infraestructuras, pudo observar que no existía una medida para describir el impacto de los huracanes en las edificaciones.
Apoyado en la escala sismológica de Richter para describir terremotos, inventó una regla de cinco niveles, basada en la velocidad del viento y posibles daños en edificios.
En ese mismo momento, Simpson añade a la escala los efectos del oleaje e inundaciones y las precipitaciones. Y es de esta manera como se llega a la famosa escala de medición de huracanes que tenemos hoy llamada Saffir Simpson.
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