El doctor Rafael Estévez Roche, médico ginecoobstetra y fisiólogo, recientemente ha transitado hacia ese ámbito indefinido donde nos dirigimos al agotarse la vida humana. Deja atrás una vida ejemplar, un batallador infatigable en todos los momentos de su fructífera existencia.

Conocí a Rafaelito cuando éramos condiscípulos a nivel del Colegio Universitario en la UASD, ambos dirigentes estudiantiles de grupos adversos, él del FUSD que orientaba el antiguo PRD (unificado) y quien suscribe de Fragua, que era el baluarte de la izquierda en la universidad.

En múltiples ocasiones nos enfrentamos en abierta contradicciones por la hegemonía de nuestros grupos en el liderato del otrora poderoso movimiento estudiantil, pero siempre unidos cuando se trataba de luchar contra el balaguerato de los aberrantes 12 años.

Pese a nuestras discrepancias grupales, en el plano personal siempre fuimos muy amigos. Después de una acalorada discusión político-académica, quedábamos como siempre lo fuimos, compañeros.

Esas diferencias en el movimiento estudiantil, las trasladamos al ámbito gremial, AMD-CMD. Rafaelito militaba en el grupo de los muy respetables y queridos viejos robles, que hoy comprendemos tanto aportaron al desarrollo de nuestra institución y la salubridad de los dominicanos. El suscrito formó parte de un grupo contestario que perseguía la democratización de los organismos de dirección del Colegio Médico, que los considerábamos burocratizados. Se trató de una polémica gremial al rojo vivo.

Nuestros adversarios agrupados primero en el Movimiento Rumbo Gremial, y luego en Dignidad Gremial, decidieron imponernos el capirote de los «Shanghai», en alusión a la militancia maoísta de algunos de nosotros.

Nuestro movimiento disidente originalmente lo denominamos Rumbo Gremial de las Bases. El apodo de «Shanghai» que se consideraba sería interpretado de manera despectiva, se convirtió en un boomerang. Muy pronto una buena parte de la membresía médica nos respaldó, y el nombre se popularizó como el grupo que coadyuvó a democratizar los mandos dirigenciales del CMD. Estas diferencias gremiales en pocas momentos derivaban en problemas personales. Rafaelito y yo nos decíamos unas cuantas cosas, pero al rato hacíamos la paz.

En cierta ocasión, en una de esas tertulias informales en el área recreativa del gremio, estaban presentes Rafael Estévez Roche y el también inolvidable colega y maestro de la ortopedia Pedro Green, empezamos a debatir cual fue el ideólogo de denominarnos «Shanghai», finalmente se estableció que fue Rafaelito. Los «Shanghai» creíamos que era Pedro Green, muy afanoso en las disputas gremiales. En la generalidad de los casos así dirimíamos las diferencias, sin caer en disputas particulares.

Rafaelito se entregaba de lleno a las actividades que se dedicaba, lo hizo en el movimiento estudiantil y también en la actividad gremial. Fue presidente de la regional del Distrito   Nacional en el periodo 1984-1985, yo era delegado del hospital Dr. Robert Reid y su único adversario en dicho organismo, siempre polemizábamos. Todavía considero que las decisiones que se tomaban eran muy acertadas.

Luego fue presidente del CMD en el periodo 1987-1988, un momento de lucha contra el tozudo Gobierno de turno. Recuerdo en una ocasión, le dije de nuevo estamos contra el balaguerato en su corolario de 10 años.

Las diferencias con las autoridades se profundizaron y fue necesario extender una huelga médica a su clímax, la entrega de las emergencias. El día de la asamblea donde se tomó la decisión, me correspondía el turno de médico de servicio en el hospital de Batey Verde en Sabana Grande Boya. Inmediatamente me enteré por las noticias radiales de los resultados de la asamblea, me dirige a la casa del director del hospital y le entregue el servicio. Me trasladé al local del CMD en Santo Domingo, donde los médicos liderados por Estévez Roche, se mantenían en vigilia. Finalmente las autoridades se vieron precisadas a aceptar las justas demandas reclamadas.

Este distinguido colega, también participó de modo muy activo en la cooperativa médica Medicop, donde fue presidente de su consejo de vigilancia de 1985 a 1986 y presidente de su consejo de administración desde 1986 a 1988. Manteniéndose siempre como un activo colaborador de esa entidad.

Rafaelito nos deja el ejemplo de entregarse de todo corazón a las actividades sociales que se vinculaba. Encabezó el proyecto de dos clínicas en la zona oriental, nosotros siempre seguíamos sus actividades. Evoco como surgió el Centro Policlínico Nacional, en un local de un solo nivel muy modesto, el con ese afán emprendedor que le caracterizó logró convertirlo en uno de los principales centros médicos de la zona oriental.

El doctor Rafael Estévez Roche se ha dirigido hacia la infalible fase del sueño eterno. A familiares, colegas y amigos nos deja su gran espíritu de emprendedor, nunca se rindió frente al trabajo sano y reparador. Gloria eterna querido amigo Rafaelito.

Santiago Castro Ventura

Médico e historiador

Médico, historiador.

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