Se respira un aire de tensión en el marco del comercio internacional, todas las economías se encuentran a la expectativa de la próxima jugada a realizar en la partida de ajedrez retomada por Donald Trump, el actual presidente de los Estados Unidos, quien tras su regreso al poder en 2024 decidió arropar las economías mundiales con sus políticas proteccionistas, desencadenando así una guerra arancelaria donde China es su mayor contrincante.
Como si de un partido de tenis se tratase, Estados Unidos decidió realizar un saque cargado de aranceles a las importaciones dirigido a un gran número de países, demostrando que esto no es una simple contienda que le concierne solamente a las grandes potencias. Esta acción desencadenó múltiples reacciones a nivel mundial, sin embargo, fue China quien se enfrascó en un tira y afloja arancelario con el gobierno estadounidense, donde este último le aplicó tarifas del 145% y los asiáticos respondieron con gravámenes de 125%, demostrándole a la gobernanza Trump 2.0 que la hegemonía económica y política, que goza Estado Unidos desde finales de la Segunda Guerra Mundial, se encuentra en la cuerda floja.
Este marco de incertidumbre en los mercados internacionales se vio reflejado en el índice de Volatilidad CBOE (VIX), conocido como el “indicador del miedo” en Wall Street, el cual cerró en 52,33 el 08 de abril del presente año y se posicionó en 60 tras la negociación intradía durante dicho mes (Investopedia, 2025). Esto es un reflejo de lo tensionado que se encuentra el mercado financiero tras la posible implementación de estas medidas proteccionistas, y como no, nos hace plantearnos la posibilidad de una contracción de la economía mundial.
Y aunque al pueblo dominicano se le da “bastante bien” eso de salir librados de situaciones tensas, en este contexto no pudieron esquivar dicho tributo, por lo que República Dominicana figura dentro del listado con una tarifa del 10% de arancel a las importaciones, a pesar de contar con un tratado de libre comercio con los Estados Unidos y otros países centroamericanos (DR-CAFTA). Y podríamos pensar que salimos bien parados en comparación con las demás tarifas impuestas a otros países como India (26%) o Japón (24%), no obstante, para nadie es un secreto que nuestra economía tiene una gran dependencia del comercio exterior; tanto las exportaciones e importaciones de bienes como la inversión extranjera funcionan como extremidades que impulsan el crecimiento de la economía dominicana.
Y si bien al cierre del primer trimestre de 2025 las exportaciones de la bella Quisqueya registraron unas favorables cifras de US$ 3,166 millones donde, del total de exportaciones en marzo, las zonas francas representaron el 65%, alcanzando US$780 millones, según la Dirección General de Aduanas (DGA, 2025), el turbulento panorama estadounidense podría desencadenar un descenso del consumo de bienes, como el café, por la volatilidad en los precios. Las zonas francas dominicanas también se ven afectadas, ya que dependen de insumos importados para la fabricación de sus productos, las cuales se ven interrumpidas por el horizonte actual, y cómo no, el aumento de los costos que estas traerán no es un aspecto que podamos eludir.
¿Puede ponerse más agria la piña? Probablemente, ya que el 35% de la inversión extranjera en República Dominicana es proveniente de los Estados Unidos y en pleno apogeo de una guerra comercial los inversionistas no regalan ni una ojeada a los sectores donde abunda la inestabilidad. Tampoco se puede obviar la volatilidad del peso dominicano. El tipo de cambio también decidió sumarse a la fiesta pasando de RD$61.32 en el último trimestre de 2024 a RD$63.43 en el primer trimestre de 2025, registrando una depreciación del 3.3% del peso dominicano frente al dólar en lo que va de año (Banco Central de la Rep. Dom. , 2025).
Todos estos disturbios terminan afectando el poder adquisitivo del consumidor y encareciendo las importaciones dominicanas, la volatilidad del tipo de cambio puede desencadenar ataques especulativos de que “la economía dominicana se encuentra en aprietos”, convirtiéndose en una profecía autocumplida. Menos inversión extranjera en la isla del Caribe se traduce en un menor crecimiento del sector turismo y el posible retraso de proyectos en infraestructura.
Es un hecho que esta guerra arancelaria puede resultar desfavorecedora para la República Dominicana, ya que esta depende bastante de la economía estadounidense, bien sabemos que más del 50% de las remesas que recibe el país proviene de los Estados Unidos, por lo que una desaceleración de su economía repercute en la economía nacional.
Sin embargo, aún podemos resistir con sazón, adoptando políticas públicas estratégicas para diversificar las relaciones comerciales; fomentando la producción nacional; incentivando la industrialización local e invirtiendo en educación. Así, podremos lograr un panorama macroeconómico más favorable. Porque si algo destaca a los dominicanos es que al final del día siempre tendrán una sonrisa y el buen ritmo que los caracteriza.
Noticias relacionadas
Compartir esta nota