Preámbulo de la oración

PEDRO ARRUPE, SJ.

Para lograr una Espiritualidad Personalizada tenemos que asumir una actitud de humildad, disponibilidad (indiferencia ignaciana), transparencia, generosidad total y debilidad solidaria en las relaciones con Dios, los demás y con la naturaleza…, esas características, todas, están a nuestro alcance.

Eso sí, TENEMOS QUE, “sacar tiempo”, porque vamos a profundizar, fortalecer, radicalizar nuestra entrega al Otro, guiados por la Fe (para buscar y hacer la Voluntad de Dios).

Tenemos que abrir nuestra mente, el corazón y sólo decir: “aquí estoy, Señor, ¿qué quieres de mí?”. ¿Cuál es tu invitación para mí, para nosotros?

Siempre mantener presente los sujetos: Yo y Nosotros… La relación con Dios no tiene sentido si no me encuentro con el Otro… Yo sin ti y Tú sin mí: ¿qué?… Nos necesitamos mutuamente.

En el Nosotros me trasciendo y soy/somos como Dios quiere, quien trascendiéndose engendra al Hijo; el Padre y el Hijo relacionándose engendran una nueva Identidad el Espíritu Santo. La trascendencia de esa Trinidad nos engendra. Somos su imagen y semejanza…, Gn.1, 26.

Yo tengo identidad visible. Tú tienes identidad visible. El Nosotros, siendo muchos, tiene identidad visible. ¿La Trinidad tiene identidad Visible? Sí. Cuando lleguemos a la Casa del Padre y seamos Espíritu Corporal (como Jesús resucitado) participaremos de la Plenitud de la Vida…, veremos la Trinidad Divina: Padre, Hijo, Espíritu Santo.

En la Iglesia Católica, celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad, un solo Dios y Tres Personas distintas. Misterio de Fe… “Para Dios nada es imposible”…

La relación con Dios, que llamamos oración, siempre tiene como base una petición, una acción de gracias o cada día le ofrecemos lo que hacemos. Esta actividad diaria, pasiva o activa, nos da un estilo de vida y nos define una personalidad: el Servidor, la Servidora de TODOS.

Para lograr saber si Dios nos escucha, eso que pedimos o hacemos en la oración, primero tenemos que abrirnos sinceramente y ser valientes: cortar por lo sano; porque ordinariamente somos incoherentes. Estamos acostumbrados a hacer planteamientos baladíes, y no hacemos lo que decimos…

Además, planteamientos de “Opción Vital”, los banalizamos: sabemos muy bien qué es la Vida Consagrada: “renuncia a los bienes materiales; renuncia a la autonomía personal; renuncia a la fertilidad biológica”; sin embargo, vivimos con una seguridad envidiable. ¿Qué dicen los empobrecidos de “lo padre” y de “la monja”?…, que viven como  “Pachá”…

“El Buen Vivir”, es la aspiración de todo ser humano… Hemos institucionalizado un modo, una manera de vivir, más que de evangelizar.

Además, la gente dicen: ”el pobre no e”gente…”, porque se les ha inducido que la dignidad, el saber y el poder residen en el tener $…, cuando lo determinante es el compartir, ser como Dios: Dar sin esperar recompensa. Lo que damos solidariamente es lo que nos llevamos y toda  propiedad privada se queda…

Sabemos que como bautizados tenemos que vivir “teniendo en cuenta al otro” y como Consagrados en, la V.R ó M., para evangelizar, lo específico es: “debilidad solidaria con la fuerza de Dios”. Así lo hicieron Jesús y los Apóstoles. Jesús se entregó hasta el extremo… Se vació y terminó lleno, con Plenitud de Vida…

En la oración, tenemos que mantener una actitud de apertura y escucha. Abrirnos a Alguien que me regala la Vida y me hace una invitación para que pueda y podamos vivir compartiéndola y disfrutarla en la Plenitud de Vida…

Veamos cómo yo sin pedirlo, sin buscarlo, aparezco en la vida. No escojo lugar, tiempo, ni cultura, para vivir. Debo tratar de ponerme en contacto con ese Tú a quien tengo que acoger y ser acogido, acogida. Tengo que hacer mío lo que ese Tú me propones porque es lo mejor para mí. Él me  da la vida, me invita porque me conoce más que yo mismo… ¿Cómo es mi respuesta a su invitación?

Debo tener presente que con mi “Sí” al Ser Trascendente, no solamente me beneficio yo, sino que abre un futuro diferente a muchas personas.

Es muy importante iniciar estas relaciones con gran ánimo de generosidad y ofrecerle al Señor todo lo que soy, nuestro ser y libertad para que su Divina Majestad se sirva de todo lo mío conforme a su santísima voluntad, cfr., S. Ignacio. EE.EE, 5ª Nota.

Muchas veces el YO se opone a lo que Dios quiere porque le hacemos caso a lo malo que rechazo del otro…; (ojo, esa es una trampa del Mal Espíritu porque me aleja del Otro y de Dios…), o queremos asegurar el beneficio individual y comunitario: yo primero y el otro después…, (otra trampa del Mal Espíritu… ).

Tenemos que despojarnos, vaciarnos, no vivir apegados a las cosas para estar y sentirnos disponibles, para hacer la voluntad de Dios. Usar las cosas “tanto, cuanto…”, como dice S. Ignacio de Loyola.

En ese sentido, estas relaciones suponen un esfuerzo personal, porque orar es estar haciendo un entrenamiento mental/afectivo no físico.

Lo más bonito e interesante de la oración es que cada uno, cada una, descubra a qué le invita Dios, cuál paso es el siguiente en mi vida cristiana consagrada al servicio solidario o a compartir y comunicar la vida en el matrimonio…

En la oración tenemos que caminar despacio. Vamos a ver qué cantidad de silencio y esfuerzo soy capaz de soportar para encontrar lo que Dios me pide en mi relación con el Otro y la Naturaleza.

Lo primero que tenemos que hacer es quitarnos el reloj y dejar el celular a un lado y los oficios pendientes, dejarlos ahí… Aquí no vamos a “asar batata…”

La oración es como una “jarinita”, que si caminamos despacio nos empapamos; pero si nos mandamos a correr ni siquiera nos secamos.       Tenemos que tratar de integrar el silencio en mi vida porque para hablar con Dios y conmigo mismo necesito el silencio; para eso tenemos que “sacar tiempo”… Dios nos habla en el silencio.

¿Cómo puedo saber que Dios me escucha y me habla?

  • El sello de la presencia de Dios es la Paz Interior.
  • Que lo que vea claro, la conclusión de mi diálogo con Dios, primero beneficie a los más necesitados.
  • Segundo, que mi acción sea misericordiosa. Es decir, que beneficie al que necesita y al que causa el mal. (Los dos necesitan salvación).
  • Tercero, que me meta en problemas. (Pensemos en María, que acepta ser madre soltera en la sociedad judía del A.T…)
  • Cuarto, que permanezca indiferente. Voy a hacer lo que tengo que hacer. Siervo inútil soy. No engreírme: “yo soy el Papaupa de la Matica”, no. Hacer lo que está a mi alcance y Dios hará lo que falte.

Señor, aquí estoy.
Haz de mí lo que quieras.
Sea lo que sea,
Te doy las gracias.

Regino Martínez S.J.

Sacerdote

El sacerdote Regino Martínez es el coordinador del Servicio Jesuita para los Migrantes Refugiados en Dajabón.

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