Autores: Pierre Candelon, oficial de sostenibilidad y resiliencia, PNUD RD, Santo Gonzalez, encargado Fortalecimiento de la Gestión Municipal del proyecto Biodiversidad y Paisajes Productivos Sostenibles
Planificar el territorio es también cuidar la naturaleza que lo sostiene. En muchas regiones de la República Dominicana, los cafetales en laderas húmedas y las fincas de cacao entre bosques secundarios no solo producen alimentos: también conservan suelos, capturan agua y resguardan biodiversidad. Pero ese equilibrio no ocurre por sí solo.
¿Cómo podemos vivir en armonía con nuestro planeta? ¿Qué acciones debemos tomar para producir y consumir sin comprometer nuestra biodiversidad? Las respuestas pueden ser muchas, pero una es clave: la planificación territorial.
La planificación, hecha con participación y visión de paisaje, puede convertirse en una herramienta poderosa para ordenar el desarrollo, proteger los recursos naturales y mejorar la vida de quienes cultivan y habitan estos territorios.
En República Dominicana, el Proyecto “Biodiversidad en Paisajes Productivos” (BPP), liderado por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, con apoyo del PNUD, y financiamiento del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF), ha logrado transformar este reto ambiental en una oportunidad para profundizar la gobernanza local, acelerar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y fortalecer la cohesión territorial.
Desde 2019, el proyecto trabaja en paisajes montañosos productivos de café y cacao con alta riqueza ecológica, pero amenazados por la presión de actividades humanas. Allí, donde la biodiversidad convive con comunidades rurales, apostamos por una visión integral: combinar la conservación con la planificación territorial participativa. Esta decisión estratégica ha sido clave para catalizar cambios estructurales más allá del medio ambiente.
La planificación territorial como puerta de entrada al desarrollo sostenible
A través del apoyo técnico y metodológico del PNUD, el proyecto impulsó la formulación de instrumentos como los Planes Municipales de Desarrollo (PMD), Planes Municipales de Ordenamiento Territorial (PMOT) e Instrumentos de Delimitación del Suelo Urbano (IDSU). Estos instrumentos, que integran criterios ecológicos, vocación de uso de suelo y necesidades sociales, se construyeron de forma participativa con gobiernos locales, comunidades, y otros actores institucionales.
La planificación territorial permitió preservar zonas críticas para los servicios ecosistémicos (como nacimientos de ríos o corredores ecológicos), y también ordenar el crecimiento urbano, orientar las inversiones municipales y promover medios de vida sostenibles. Además, los procesos de planificación promovieron el fortalecimiento de los Consejos de Desarrollo Municipal, impulsando mecanismos de participación ciudadana y co-creación de políticas públicas con enfoque territorial.
Biodiversidad como acelerador de democracia local y descentralización
En territorios históricamente excluidos de procesos de planificación estructurada, como Yamasá o La Descubierta, el enfoque de paisaje y la planificación territorial orientada a la biodiversidad permitieron visibilizar zonas rurales y productivas más allá del casco urbano. Esta inclusión territorial ha sido un catalizador para la descentralización efectiva, contribuyendo a fortalecer las capacidades de los gobiernos locales y a fomentar una cultura de planificación participativa y resiliente.
Los impactos son concretos. Gracias a los PMD y PMOT, varios municipios accedieron por primera vez a fondos del gobierno central (como el Fondo de Cohesión Territorial) y mejoraron significativamente su desempeño en el sistema nacional de monitoreo SISMAP Municipal. De hecho, municipios como Rancho Arriba o Villa Jaragua pasaron de no contar con planificación formal a posicionarse como referentes en planificación y ordenamiento territorial, recibiendo además apoyo en forma de equipamiento para la gestión ambiental urbana.
Beneficios para una agenda de desarrollo local sostenible
La experiencia acumulada en el proyecto de Biodiversidad de Paisajes Productivos (BPP) evidencia cómo la conservación de la biodiversidad puede ser una poderosa vía para “localizar” la Agenda 2030. El trabajo en planificación territorial impactó directamente en varios ODS, incluyendo el ODS 15 (vida de ecosistemas terrestres), el ODS 11 (ciudades y comunidades sostenibles), el ODS 6 (agua limpia), el ODS 16 (instituciones sólidas), y el ODS 12 (producción y consumo responsable). Además, activó procesos de gobernanza y vigilancia social mediante la creación de Mesas Temáticas, Comisiones Locales de ODS y Consejos de Desarrollo.
Como lo expresa Yssa Lama, miembro del Consejo de Desarrollo de Neyba: "El proyecto nos facilitó crear el Consejo de Desarrollo, el PMD, el PMOT y una Mesa de Agua. Si el proyecto no estuviera aquí, no creo que estos temas los hubiésemos podido avanzar."
Un modelo replicable para la región
Esta iniciativa demuestra que invertir en planificación territorial con enfoque en biodiversidad además de proteger la naturaleza, también resulta en una inversión estratégica en gobernanza democrática, descentralización efectiva, inclusión territorial y desarrollo sostenible. La biodiversidad se convierte así en una plataforma integradora que fortalece la resiliencia institucional y comunitaria.
En un contexto donde los países de América Latina y el Caribe enfrentan crecientes tensiones socioambientales, la experiencia de la República Dominicana ofrece lecciones concretas sobre cómo transformar la planificación territorial en un catalizador de transformaciones sistémicas. Un verdadero ejemplo de cómo “pensar global y actuar local” puede tomar forma en el territorio para no dejar a nadie atrás.
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