Ambos son los entes de la especie que constituyen -de manera biológica y normal- los géneros de la sociedad y que, de forma estructural, son la misma cosa. No obstante, sus características son diametralmente diferentes y, aunque por su forma cualquiera pudiera creer que piensan y actúan iguales, -por lo menos en la etapa de la adultez-, no es así.
Resulta que a partir de Emilio Mira y López, ex profesor de Psiquiatría de la Universidad de Barcelona, Salmon Lecturer de la Academia de Medicina de New York, en Manual de Psicología Jurídica, 4ª.edicion (p.63), como soporte de la conformación de la personalidad, hace un recorrido por las diferentes etapas de los individuos, sean estos, hombre o mujer. Refiere un periodo de los intereses especiales, y dentro de estos destaca; el interés infantil, hace una distinción también del tramo de la juventud que abarca la adolescencia, pubertad y juventud propiamente dicha. Y en este orden establece etapas, tales como; la aparición del pensamiento abstracto, la adquisición de la responsabilidad social y, a seguidas, el comienzo de la responsabilidad social, desarrollo de la sexualidad, etc.
Y dentro de estos espacios de desarrollo, los individuos pasan por la etapa de la adultez. Aquí la personalidad se encuentra en su pleno esplendor (…). Y se asume la denominada etapa productiva del hombre o mujer y, en consecuencia es ahí donde mayor se marca las diferencias psicológicas entre ambas especies de individuos. (Ob. Cit. P. 67), en este sentido, orienta sus consideraciones en la personalidad adulta del hombre y a la de la mujer.
Respecto a la madurez, según la fuente, 45 y los 55 años en la mujer y, entre los 50 y los 60 en el hombre-esto aproximadamente-, en efecto, genera gran evolución en la personalidad de cada género-diríamos nosotros-, se achaca todo esto a en que estos estadios de edades, ocurren importantes cambios motivados no solo por la involución iniciada en todo el organismo, sino especialmente, por cesación iniciada en sentido general, y si no, particularmente, por cesación o la disminución de la actividad genital normal, agregándosele la alteración de las relaciones familiares, incluido la independencia de los hijos, promoción a posiciones sociales o profesionales distintas, etc. (Ibídem, p. 76)
Cabe precisar que, en esta etapa de la evolución personal, es que a veces en ella se cometen los mayores dislates. Sigue aseverando la fuente que, la visión de la vejez cercana parece, en efecto, exasperar en cierto modo el deseo de disfrutar lo más que se pueda en la vida, entonces, esto genera que en estas edades se recuerde con mayor vehemencia a la juventud por la violencia de sus pasiones y, a propósito, persiste en la idea de la alta presencia del egoísmo lo que se traduce en su máxima ofensiva en pro de una satisfacción epicúrea –practica que busca mejorar la vida mediante búsqueda de placer moderado y el cultivo de la amistad-, y en efecto, no resultando raro tampoco que se despierte, por idéntico motivo, una beatería-muy devota-, con falsa apariencia de humildad.
Sin salirnos de la línea conceptual, en consecuencia, las personas que se hallan en este periodo de la vida son las más difíciles de tratar desde el punto de vista psicológico. En este punto se nos plantea, destacando a Jung, que, de acuerdo a las concepciones sexológicas que en este periodo se observa, a menudo, se genera la inversión afectiva personal, de manera que los sujetos esquizoides, serian; hoscos, tímidos o severos, tienden ahora en permitirse las licencias que antes no se concedieron, en tanto las personas cicloide, o sea, expansivas, alegres, sociales, devienen reposadas y hasta tristes o herméticas, apunta que, según estudios endocrinológicos han hecho notar también que el hombre propende feminizarse y la mujer a virilizarse, pero, que son características propias de la involución, en efecto, la mujer es aún más afectada que el varón por los cambios relacionados al climaterio.
Ya colofonando, sin antes plantear que la propia senilidad va trayendo en hombres y mujeres decaimiento de las funciones psíquicas que se caracterizan por la reaparición de los rasgos propios de la infancia, que los psiquiatras denominan el proceso de regresión, llegando a formarse el imaginario que el viejo en un momento es un niño con barba blanca, pero, pero no obstante, existe una diferencia y, es que, el niño propiamente, desde el punto de vista afectivo, la tonalidad sentimental del niño-hablamos de la regresión-, es por regla general alegre y su ánimo confiado, mientras que en la senilidad o vejez predominan la tristeza, el miedo o desconfianza e inseguridad, en efecto, todo lo anterior puede resumirse concretamente en que entre el hombre y la mujer existen diferencias psicológicas fundamentales que se resumen en los siguientes patrones de pensamientos y comportamientos, (Ob. Cit. P.79)
Características masculinas y femeninas.
Masculinas Femeninas
Culto al poder y la fuerza. Culto al querer y a la gracia
Propensión a la conquista. Propensión a l conservación
Interés por lo fundamental interés por el detalle
Tendencia a l experimentación Tendencia a la contemplación
Tendencia a la abstracción Tendencia al concretismo
Usa más los juicios de forma Usa más los juicios de valor
Prefiere el prestigio refiere el goce
Tiende a la actitud sádica Tiende a actitud masoquista
Se encoleriza más que asusta Se asusta más que encoleriza
Mayor resistencia a la pena que
al dolor físico. Soporta más el dolor que la pena
Decisiones rápidas; dificultad de
Confesar sus errores Tendencia a la duda; admite más fácilmente los errores
Mayor conocimiento lógico Mayor conocimiento intuitivo
Movilidad amplia, segura, enérgica,
Angulosa Mayor conocimiento intuitivo,
Movilidad suave, grácil, delicada y curvilínea
Como se puede apreciar, desde el punto de vista sociológico, psicológico y biológico, la forma de pensar, si vemos los estereotipos anteriores, resulta lógico que los modos de pensamientos tienden ser diametralmente diferentes. Y es más, las mujeres, según estas consideraciones científicas demostradas en la dinámica de la personalidad vista más arriba, jamás podrán ser en la vida social, política e incluso, familiar, y hasta de pareja, gotas de aguas de la misma tonalidad. Y créaseme, que esta entrega me la he gozado como una consulta terapéutica que me pondrá en actitud científica y psicológica que el pensamiento mujer y hombre resultan polos opuestos que, al menos que se haga un ejercicio consciente entre ambos sexos, que resulta la materia prima de la convivencia familiar que uno y otro, de forma sociosicológico, serán caminos disimiles desde la óptica de la naturaleza humana de cada uno. Entonces, a modo de pregunta ¿cómo sería más compactible la vida de pareja?, a nuestro juicio, interiorizando que los hombres son de marte y las mujeres son de venus, como acuña John Gray, y más, para cerrar esta entrega, justamente acabo de comprender, y así espero que asumamos conciencia todos, que de estos rasgos de personalidad psíquicos emocionales, propios y característicos de cada uno, es que se dice, mujer y hombre se complementan. Sin embargo, esperamos se asimilen estas consideraciones que humildemente compartimos hoy en esta entrega.
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