Uno de los factores más importante en la producción de bienes y servicios, uno de los principales generadores de crecimiento, prosperidad y desarrollo en una economía, es la inversión. Los encargados de aportar a esta son los inversionistas, quienes contribuyen con sus fondos para el desarrollo, planificación y conclusión de cualquier proyecto generador de riqueza real, no por el bien general, sino por su propio interés de maximizar su beneficio. Si bien tomamos supuestos para poder medir la inversión que será ejecutada, según factores como la tasa de interés de los bancos, más allá de cualquier cálculo económico que se pueda realizar, existe un factor humano importante que no puede ser medido: este es llamado popularmente “los animal spirits” de los inversionistas, un término asentado en la economía por John Maynard Keynes, uno de los economistas más importantes del siglo XX. Esta expresión engloba las expectativas, emociones, desinformación, impulsos e ignorancia que pueden afectar a los inversionistas a la hora de hacer una buena inversión, llevando a situaciones imprevistas.
La frase no fue creada por Keynes y tiene un largo recorrido, muy alejado del ámbito económico, hasta llegar a lo que es hoy en día. El primer registro del uso de la expresión “animal spirits” se encuentra en el siglo II, en los escritos de Galeno de Pérgamo. Galeno fue un importante médico griego que planteó la división del alma en tres partes: concupiscible, irascible y racional, respectivamente localizadas en el hígado, el corazón y el cerebro, por los cuales circulaba un fluido cargado con un aliento específico. Decía que las facultades humanas se correspondían con los tres órdenes de alientos: el físico, el vital y el psíquico, también llamado “spiritus animalis”. Los alientos naturales provienen de los alimentos, y luego son transformados por el hígado y transportados por las venas hasta el corazón, donde se purifican en los pulmones. Posteriormente, la sangre neumatizada en el corazón es conducida al cerebro, originando el tercer pneuma, los alientos psíquicos, que luego pasan a la médula espinal y los nervios, dando lugar a las sensaciones y movimientos.
En términos modernos, los “espíritus animales” de Descartes podrían entenderse como las emociones y otros aspectos afectivos que influyen en la voluntad del alma y, por consiguiente, en las decisiones humanas.
Esta idea fue posteriormente desmentida por William Harvey en el siglo XVII, cuando describió con precisión el aparato circulatorio. No obstante, la noción de los “animal spirits” fue acogida por otros pensadores, quienes le otorgaron un trasfondo metafórico. En los siglos XVI y XVII, el famoso filósofo y científico René Descartes se refirió a los “animal spirits” en su Tratado del Hombre y en su estudio sobre las pasiones del alma. En estos escritos, argumentaba sobre los impulsos y las pasiones, manteniendo el planteamiento de Galeno acerca de los espíritus animales, pero añadió que en ellos intervenía una pequeña glándula situada en el centro del cerebro (posteriormente llamada glándula pineal), considerada la principal zona del alma. Esta glándula funcionaba como un "conmutador", permitiendo que los mensajes desde dentro y fuera del cuerpo llegaran al cerebro, lo que a su vez regía los movimientos del cuerpo. En términos modernos, los “espíritus animales” de Descartes podrían entenderse como las emociones y otros aspectos afectivos que influyen en la voluntad del alma y, por consiguiente, en las decisiones humanas.
En 1936, John Maynard Keynes publicó su obra La teoría general del empleo, el interés y el dinero, donde por primera vez usó el concepto de “animal spirits” y planteó que la actividad económica no es solo el resultado de las motivaciones económicas racionales de los individuos, sino también de los “animal spirits”, motivaciones no económicas que no siempre son racionales, y que hacen que los agentes económicos se dejen llevar por los excesos, manías y pánicos.
En la actualidad, el trabajo más reciente referente a este tema es el de George Akerlof y Robert Shiller, quienes en 2009 publicaron una síntesis sobre sus pensamientos acerca de una macroeconomía conductual. Su obra, titulada Animal Spirits, intenta revivir la tradición keynesiana que consideran perdida en el desarrollo de los enfoques macroeconómicos actuales. Su objetivo es mejorar los planteamientos keynesianos a partir de los avances sociales y tecnológicos, reconociendo la importancia de los “espíritus animales” en los enfoques macroeconómicos contemporáneos.
Es importante señalar que aún existen autores, pensadores, filósofos, escritores y economistas que han aportado a la relevancia e importancia de las reacciones irracionales que los humanos pueden tener al tomar decisiones, y cómo esto impacta en la economía. La idea nacida de un médico griego evolucionó de tal manera que llegó a relacionarse con implicaciones importantes en la economía. Aunque los economistas, con la matematización de la disciplina, intenten acercarse a las ciencias exactas como la física, nunca dejaremos de ser una ciencia social que depende del contexto para funcionar. Incluso con toda la información disponible, es posible tomar decisiones irracionales, porque eso es una parte fundamental de la psique humana, una variable incalculable.
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