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Lulú Contreras

“Hay mujeres que luchan un día y son buenas. Hay otras que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenas. Pero hay quienes luchan toda la vida: esas son las imprescindibles” Bertolt Bretch en femenino

¿Se imaginan el haber sido presa política chiquitica porque agarraron a tu mamá con periódicos prohibidos entre tus pañales? Pues así de temprano empezó Lulú Contreras, la destacada académica y activista feminista, a dar carpeta desafiando la desigualdad y las injusticias en República Dominicana. Como contó entre risas Narciso Isa Conde, su compañero de vida por más de 60 años, “la gente siempre piensa que yo fui a la cárcel primero pero Lulú estuvo con 2 años porque su mamá escondió el periódico del partido (el periódico El Popular de la organización que se convertiría en el Partido Comunista Dominicano) entre sus pañales durante la Era de Trujillo”.

No recuerdo cuándo conocí a Lulú, como llamamos con mucho amor a Lourdes Contreras, sus familiares y amistades. No lo recuerdo porque yo era una niña y fue en el contexto de la relación entre mi papá Arsenio Hernández Fortuna y mi mamá Yluminada Medina Herasme con Lulú y Narciso. En esa época, Lulú, Narciso y mi papá eran camaradas del desaparecido Partido Comunista Dominicano (PCD) y mi hermano y yo, igual que mi futuro amigo Pavel y sus hermanos, éramos parte del grupo creciente de hijos e hijas de integrantes y líderes del PCD. Para Aníbal y para mí, Lulú y Narciso eran simplemente la parte más visible de la red informal de tíos y tías que nos regaló el PCD por el rol que tuvo Narciso por muchos años como su Secretario General. (Y Lulú pasaría después también a ser parte del Comité Central).

Ya en esa época sabía que lo que papi y sus camaradas hacían era muy peligroso. Lo intuía en los susurros entre él y mami, en lo poco que entendía de las noticias y sentía que tenía que ver con lo diferente que era nuestra vida en Santo Domingo después de haber regresado de Europa del Este en 1980. El PCD, igual que la mayor parte de la izquierda dominicana, jugó un rol fundamental en la lucha por la democracia en nuestro país por décadas. Pero mucha gente todavía ve el ser comunista como algo negativo. (Tampoco ayuda la historia de represión en algunos de los regímenes denominados como tales). En esos momentos de redadas indiscriminadas en que el gobierno de turno de los ‘70 y los ‘80 mandaba a apresar a líderes comunistas, del resto de la izquierda y sindicalistas, la solidaridad de Lulú y Narciso era, como me ha contado mami varias veces, absolutamente espectacular.

Lulú y yo empezamos a ser amigas muchos años después cuando me integré al movimiento feminista en mi primer trabajo a tiempo completo. (Y cosas de la vida, mi primer trabajo había sido como asistente de investigación a medio tiempo en INTEC con César Pérez, uno de los varios tíos del PCD con quienes me reencontré como profesores en la universidad). Cuando entré a CIPAF, la primera ONG feminista dominicana, una de mis responsabilidades era asistir a las reuniones de la Coordinadora de ONGs del Área de la Mujer, la impresionante red de articulación del movimiento feminista y de mujeres de la época. Y ahí fue que realmente comencé a conocer a Lulú, especialmente cuando la veía moderando nuestras maratónicas reuniones en su rol de Secretaria General de la Coordinadora. Y que conste que ya yo tenía el privilegio de conocer y aprender de varias de las líderes feministas que más admiro como Magaly Pineda, Sergia Galván y Ochy Curiel y aun así ver a Lulú en la Coordinadora me dejaba siempre boquiabierta.

Fue en la Coordinadora donde empecé a admirar la ecuanimidad, la inteligencia y la integridad de Lulú en cualquier situación. (Por ejemplo, me encanta su frase clásica de “bueno, para que vayamos concretando…”). También ahí aprendí que había toda una historia de luchas que nos unía aunque yo no la recordara. Ahora que tengo un ahijado de 29 años y sobrinos y sobrinas de la vida de diferentes edades es que entiendo la ternura y la curiosidad con la que Lulú me miraba y me trataba (y me sigue tratando). Ahora comprendo la sorpresa que se siente al ver una persona adulta delante de ti, hijo o hija de tus amistades y que lo primero que piensas (y hasta dices) sea “¡pero yo a ti te vi chiquita!”. Y efectivamente, con su estilo directo y sincero, Lulú me confesó tiempo después lo raro que fue para ella pasar de verme como “la hija pequeña de Arsenio e Yluminada” a su compañera de clases cuando fuimos estudiantes de la primera ronda de la Maestría en Género y Desarrollo en INTEC. Esa primera promoción de mediados de los años ‘90 era casi exclusivamente de activistas feministas y fue, entre muchas otras cosas, el espacio en el que Lulú y yo nos empezamos a tratar de igual a igual. (Bueno, iguales que se diga iguales nunca vamos a ser por todo lo que les estoy contando. Pero Lulú siempre se ha tomado muy en serio tratar a sus compas feministas y de otros movimientos sin condescendencia y con respecto de iguales).

Nuestra amistad y nuestra complicidad como activistas e intelectuales feministas ha crecido y se ha profundizado con el tiempo. Siendo Lulú coordinadora del Centro de Estudios de Género de INTEC, tuve el honor de colaborar con el Centro varias como profesora y consultora y esa colaboración se ha mantenido desde entonces. También hemos compartido momentos maravillosos como integrantes del Foro Feminista Magaly Pineda, uno de los principales grupos de activistas feministas del país del que Lulú ha sido vocera en varias ocasiones. De hecho, dos de mis momentos de mayor orgullo como feminista han sido ser parte de dos de las delegaciones del Foro motivadas por Lulú junto con ella y otras compañeras en marchas y eventos del movimiento ambientalista y del movimiento social nacional.

Nuestra complicidad también creció con la participación de Lulú como una de las primeras en integrarse a la Tertulia Feminista Magaly Pineda, el espacio mensual de aprendizaje y debate que co-fundamos Yildalina Tatem Brache y yo y lo mucho que gozamos (¡y lo mucho que trabajamos!) en el equipo de consultoras a cargo de elaborar el Plan Nacional de Equidad de Género (PLANEG III) todavía vigente que lideró Lulú y con el que viajamos juntas a las consultas con mujeres en diferentes puntos del país. También la he entrevistado varias veces sobre el movimiento feminista y de mujeres en RD empezando por su participación en la Federación de Mujeres Dominicanas, la organización de mujeres más importante creada después del final de la dictadura de Trujillo.

¿Y por qué les cuento todo esto? Lo hago porque estamos de fiesta. Lulú acaba de celebrar sus 80 años de vida. Y se imaginarán lo contenta y honrada que me sentí por ser parte de la hermosa celebración que tuvo el domingo pasado en Casa de Teatro junto con mi papá y mi mamá. Allí junto con su familia y decenas de personas del movimiento feminista, ambientalista, de izquierda y de la academia celebramos su liderazgo, su solidaridad y su perseverancia. Los seres humanos necesitamos celebrar para marcar el significado de lo que vivimos y de lo que hacemos y para quienes militamos en movimientos sociales, las celebraciones deberían ser una disciplina necesaria para recargar. Como siempre insiste mi profesor de activismo Marshal Ganz, celebrar es lo que nos da la energía para enfrentar el próximo reto.

Y la celebración reflejó todo lo que es Lulú. Fue un encuentro sencillo y alegre a casa llena con gente que la quiere y la admira y con quienes ha construido esta vida ejemplar de 8 décadas. Celebramos su amor de toda la vida con Narciso mientras ellos se abrazaban como un par de adolescentes en el escenario y declaraban sonrientes que “hemos sido compañeros en el amor y en la lucha”. Celebramos a su mamá Mercedes Pérez Pérez (Doña Chechele) y a su suegra Mercedes Conde Pausas (Doña Chelito) cuando Lulú les rindió homenaje explicando que han sido las dos mujeres que más la han influenciado con su ejemplo de solidaridad y de valentía. Celebramos a toda su familia cuando Lulú les pidió a sus tres hijos, sus nietas y su nieto que subieran para que pudiéramos ver el grupo de gente que más quiere en el mundo.

Celebramos también su compromiso inamovible con los derechos de las mujeres y con los movimientos feminista y ambientalista y los partidos progresistas de izquierda con el homenaje que le hicieron sus compañeras del CODUE. Celebramos su amor por la belleza y su compromiso con la alegría con la música y los poemas de varios compañeros y compañeras como las cantantes y activistas feministas Xiomara Fortuna y Ochy Curiel. Y nos encontramos con cómplices que hacía tiempo no veíamos y con quienes habíamos coincidido solo días atrás, nos abrazamos, nos reímos, nos apapuchamos.

Celebramos con ganas que, como dice el poema, Lulú es una de nuestras imprescindibles.