Doce años antes de la expedición de junio del 59, Juan Bosch se encontraba en Cayo Confites, entrenándose para venir en una expedición armada para derrocar la tiranía de Trujillo. En ese lugar había más de mil hombres entre dominicanos, cubanos, nicaragüenses, costarricenses, puertorriqueños y de otras nacionalidades.

Uno de los expedicionarios que luego jugaría un papel estelar en la historia de Cuba y del mundo fue Fidel Castro, quien, más de cuatro décadas después, al referirse a Bosch, dijo: "Vivía y sufría en ese lugar como todos los combatientes y era allí el hombre de más alto calibre".

De los cinco miembros del Frente de Liberación Dominicana: Juan Rodríguez, Leovigildo Cuello, Cotubanamá Henríquez, Juan Bosch y Jiménez Grullón; era Bosch el único que estaba en Cayo Confites.

La expedición fracasó, pero dejó una enseñanza poco aprendida: el poder de Trujillo no sería desplazado por incursión armada desde el exterior. El afianzamiento de la dictadura, no solo por su fuerza militar y política, sino por un importante factor ideológico y religioso en base a una maquinaria publicitaria, un eficiente servicio de espionaje que mantenía al pueblo en postración y un acaramelado convencimiento sobre supuestas bondades del régimen, por un lado, y de represión, terror y asesinato, por otro, alejaba e impedía cualquier intento de alzamiento y rebelión del pueblo. Esta situación, unida al respaldo de los Estados Unidos, limitaba la creación y organización del llamado frente interno. Ninguna revolución armada triunfa si no cuenta con el convencimiento y apoyo de las masas populares.

Insistir en ese tipo de acción armada demostró dos años después con el intento de Luperón la no viabilidad de una expedición armada, hasta que los factores limitantes no desaparecieran. Lo mismo sucedería una década después con la de junio del 59.

Si Castro, en el 47, venía a combatir a Trujillo, no cesaría en ese objetivo, siendo en el año 59 el máximo dirigente de la triunfante revolución cubana.

En el año 58, Juan Bosch estaba en Venezuela. Había salido de Cuba porque la dictadura de Batista quería implicarlo en la guerrilla de Fidel. Luego del triunfo de la revolución cubana, al prepararse la expedición de junio, alertó en cuanto a la no viabilidad de la misma. La valoración que hizo sobre la imposibilidad del triunfo de la expedición del 59 no fue por negación al uso de la lucha armada, sino porque entendía que la correlación de fuerzas no la favorecía. No fue solo una posición de él; la dirigencia de los comunistas del MPD en Cuba también concluyó igual, pese a que uno de sus principales dirigentes, Andrés Ramos Peguero, combatió en la Sierra Maestra, alcanzando el grado de capitán.

Bosch explicó con detalle la diferencia entre Cuba y Santo Domingo y por qué la expedición del 59 tenía las limitantes que causaron el fracaso. Señaló la madurez política del pueblo cubano, la unidad del movimiento obrero, la existencia de un partido comunista disciplinado y numeroso que actuaba desde su fundación en el 1926, la conciencia política del pueblo, el valor histórico de las luchas de los independentistas, mantenidas en las cercanías donde actuaban las guerrillas del 26 de julio. En cambio, la República Dominicana estuvo sumergida en un martirio y exterminio durante 30 años; tanto en las zonas rurales como urbanas no existían mecanismos ni organización capaz de enfrentar y derrotar con las armas a la tiranía.

No obstante, a esa fuerza y realidad de Trujillo, Bosch analizó el papel de la revolución cubana y de su líder en carta al dictador en el mes de febrero del 1961 con estas palabras:

"Pero la atmósfera política del hemisferio sufrió un cambio brusco a partir del primero de enero de 1959. Sea cual sea la opinión que se tenga de Fidel Castro, la historia tendrá que reconocerle que ha desempeñado un papel de primera magnitud en ese cambio de atmósfera continental, pues a él le correspondió la función de transformar a pueblos pacientes en pueblos peligrosos".

Esa realidad es la que hoy, a la luz del estudio y la comprensión de los hechos, debe llevarnos a entender el acontecer de una gesta heroica en la que cayeron casi doscientos hombres, de los cuales muchos fueron torturados y fusilados.

Sostener la hipótesis de la otra Cuba y concluir en que, de triunfar la expedición de junio del 59, se instalaría un gobierno fidelista o comunista en la República Dominicana; es un error, y es bastante extraño que Víctor Grimaldi, quien estuvo tan cercano a Bosch, lo considere como una realidad y una verdad, habiendo demostrado acertadamente en varios libros escritos por él que ese pretexto ha sido tomado y difundido por el Departamento de Estado y la oligarquía para justificar el golpe de Estado a Bosch e impedir la revolución democrática de abril del 65. La expedición de junio del 59 tenía un programa mínimo democrático y se regiría en base a ese programa; la mayoría de los combatientes eran patriotas dominicanos y revolucionarios internacionalistas, y algunos con ideas socialistas.

Considerar a Cuba como un fracaso sin tomar en cuenta el papel conspirador y agresor de la potencia más poderosa de la tierra, en flagrante violación a la Carta de las Naciones Unidas y de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos, es coincidir totalmente con ese poder avasallador que nos ultrajó en abril del 65, bajo el pretexto de impedir otra Cuba.

Si no tomamos en cuenta las agresiones de esa potencia contra una pequeña isla, nunca entenderemos la verdad.

El único país que le tendió la mano fue la URSS. Sin ese apoyo y sin la valiente determinación del pueblo, la revolución hubiese sido derrotada. No porque le faltara valor a los cubanos, sino por el poder de ese enemigo poderoso que no podía permitir que en su patio trasero se prendieran luces contra esa sombra tenebrosa.

Si no recordamos al Coubre (el barco explotado), al Escambray, a Bahía de Cochinos, al Agente Naranja, los atentados contra Fidel, la explosión del avión de Cubana de Aviación, el descomunal bloqueo, si olvidamos el asedio y los ataques terroristas, nunca podremos entender la revolución cubana.

Una crónica escrita por García Márquez en el año 61 describe la situación que vivía la isla.

Cuba se quedó sin médicos, sin ingenieros; una gran cantidad de profesionales salieron corriendo por el miedo a la "Bestia Roja" que llegó a comerse a los niños. La propaganda fuerte, cruel y mentirosa logró confundir a amplios sectores de la burguesía y la pequeña burguesía. Cerrado el mercado yanqui a su principal producto de exportación, la economía cubana no resistiría. Ahí entra la URSS; compraron azúcar y protegieron la revolución ante el plan de invasión y destrucción.

Diez años después de la expedición de junio del 59, cuando todavía algunas organizaciones entendían factible el foco guerrillero interno o expedicionario, Bosch insistía en que:

"La experiencia de Cuba no se repetirá en Santo Domingo por la simple razón de que Cuba es Cuba y nosotros no somos Cuba. La revolución cubana es un fruto natural y legítimo de la historia cubana; la dominicana tendrá que ser un fruto natural y legítimo de nuestra historia, y la historia de Cuba y la de Santo Domingo son tan diferentes como lo son habitualmente las de dos personas, aunque sean hermanos de padre y madre". Y aunque ese criterio es sobre el pretendido foco guerrillero, es extensivo a la real diferencia entre Cuba y Santo Domingo.

(Escrito en París, el 3 de diciembre de 1969.) Ver: Juan Bosch. Dictadura con respaldo popular. Págs. 254-255). Impresora Soto Castillo, 2012. Ediciones Fundación Juan Bosch.

Para enfatizar ese correcto criterio, señaló:

"Las circunstancias de la República Dominicana no son las mismas de ningún otro país, y mucho menos la de un país en el cual hay un gobierno revolucionario, y tratar de copiar en Santo Domingo lo que se cree que ha sucedido en otra parte es algo más que un error, puede ser un acto de locura". (Ibid., pág.) 247).

Leer artículo de Víctor Grimaldi: "¿Qué sería la República Dominicana en 2025 si hubiese triunfado la expedición guerrillera de 1959", en el periódico Acento, 08-12-25.