Ya lo de la Distribuidora de Electricidad del Este (Ede-Este) es irresistible. Esa empresa estatal sobrepasó los parámetros de la ineficiencia y la ineficacia. Se ha convertido en “asesina” de los usuarios honestos que no se andan con máculas, haciendo arreglos con técnicos para subvaluar o no pagar consumo, como es común con ricos y no ricos. Es una burla. Ha perdido la empatía, si alguna vez la tuvo.

Caso entre miles, el de la casa donde vivo hace 30 años, en Bello Campo: de repente, incremento de RD$ 2,500 a 6,000, sin justificación. Se le reclama y aceptan el “error”, pero primero hay que pagar sí o sí (el robo disfrazado) porque son meteóricos cortando el servicio, sin piedad. En lo único que son efectivos, aunque de manera selectiva.

Al mes siguiente, el mismo can. Se repite el proceso y dicen que, en vez de seis, son siete mil. Pero ahora acaban de facturar 12,000 pesos.

Puesto el reclamo, dicen que el tiempo estimado de resolución es 1 a 10 días laborables. Mientras tanto, hay que correr a pagar la factura con el incremento incluido. Peor, nunca acreditan al cliente el incremento caprichoso al nic 1416436.

Juegan al cansancio del usuario que anda por lo correcto y huye al fraude contra el erario. Y eso es fácil de lograr en medio del tedio del pluriempleo, el tránsito infernal, la insufrible situación económica y la conculcación recurrente de derechos. Con cuentos de camino pretenden emborrachar al reclamante como si se tratase de un discapacitado mental.

Como si el abultamiento de la facturación mensual fuese poco, desde que caen dos gotas de lluvia se va la luz; de un servicio 24 horas retrocedimos a uno de apagones de cuatro, seis horas y hasta más, en cualquier momento.

La conexión desde la línea principal a la vivienda suele fallar. O se va la luz o baja el voltaje estrepitosamente, cuando no es alto y entonces vienen los riesgos de electrocución.

La respuesta es siempre tan tardía como irresponsable: “es avería porque el alambre es aluminio y la empresa carece de cables de cobre”.

Entretanto, se dañan los productos en la nevera, el calor asfixia, “los mosquitos puyan”, se corren riesgos muy altos de electrocución y se dañan los equipos electrónicos sin que la empresa responda.

Del alumbrado público, sospechosamente, nunca sirve la lámpara en el poste de la “curvita” de la calle Paseo de la Colina casi esquina El Valle. Estratégico, oscuro y sin vigilancia policial, es el lugar ideal de ladrones para asaltar transeúntes y escalar viviendas, como la mía, por enésima vez hace una semana. ¿Qué cuesta instalar una lámpara led y vigilar para determinar quién la daña?

Ante el estado de indefensión, preñado de impotencia, apelo a plantearlo en X. Todas las veces, al minuto, reaccionan los muchachos que desde el área de comunicación tienen la encomienda de atender las redes sociales. Son muy amables y pacientes. Loable. Pero eso no basta, aunque entendible. Ellos conocen el caos. Mas, mientras quieran permanecer en sus puestos, solo tienen el camino del entretenimiento al usuario. Una perversidad.

La comunicación institucional debe sustentarse en la verdad, y, en el caso en cuestión, gestionar la solución a los casos identificados con las áreas correspondientes.

El discurso solo hace pensar en tomadura de pelo, lo cual sería un error grave que erosiona más la imagen institucional. En este tiempo se vende cultura institucional, identidad, servicios, y esa distribuidora está huérfana de esos elementos.

Es frustrante para quienes, como nosotros, no hacen fraude, no se prestan a componendas con técnicos, ni se la buscan con funcionarios amigos para puentear los contadores.

Para quienes van día tras día a trabajar para ganarse el pan de las familias, Ede-Este debería garantizarles un servicio decente para que, al menos, puedan reponer fuerzas y seguir la faena, pero con su pésimo servicio y su burla, solo les agrega estrés, más abono para la rabia.

Esa distribuidora eléctrica hay que refundarla. Comiencen por intervenirla. Su provocación permanente a las comunidades del este traería movimientos sociales de consecuencias graves para el Gobierno y la sociedad. No hay que ser genio ni mago para preverlo.

Dicho para que el presidente Luis Abinader fije la mirada en ese mamotreto de empresa, y extirpe el cáncer, por el bien de su gestión.

Tony Pérez

Periodista

Periodista y locutor, catedrático de comunicación. Fue director y locutor de Radio Mil Informando y de Noticiario Popular.

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