Ayer en el foro de la Asociación Dominicana de Empresas Turísticas Inmobiliarias se abordó un tema muy interesante que pasará a llamar la atención en el análisis y reflexiones sobre las estrategias para mantener los importantes recursos que aporta el turismo a nuestra economía.
Aunque no se planteó así, entendí la charla como una reflexión sobre los límites del crecimiento de las llegadas de turistas, considerando las dimensiones de los recursos naturales, culturales y sociales con que contamos, para sustentar el acelerado crecimiento de esta actividad en los últimos años, en que casi hemos duplicado la cantidad de turistas. A pesar de la caída del período 2019-2022, provocada por la pandemia, pasamos de 4.46 millones en el 2014 a 7.12 millones en el 2024 (se excluyen visitantes de cruceros).
Franchesca Rainieri, presidenta de la Cámara Americana de Comercio en la República Dominicana, dedicó su intervención en ese encuentro a “compartir una reflexión extensa, fundamentada y práctica sobre un asunto que no es sólo técnico, sino estratégico y profundamente humano: La transición de la hotelería dominicana del turismo tradicional hacia el turismo de lujo”. Su reflexión se puede resumir en las siguientes preguntas: ¿Cuáles son los límites del crecimiento de la llegada de turistas a nuestro país? ¿Qué debemos hacer para asegurar que el turismo siga siendo un valioso soporte económico para el país?
La expositora precisó que la transición que propone no se refiere a “cambiar catálogos, ni a subir estrellas en la fachada de un hotel”. Lo que sugiere es “una transformación integral: del producto, del servicio, de las cadenas de valor, del vínculo con las comunidades y del modo en que proyectamos la República Dominicana al mundo”.
Explicó que hace cuarenta años nos colocamos “en el mapa mundial del turismo por la capacidad para recibir grandes volúmenes de visitantes: resorts, paquetes todo incluido, costos competitivos y sol perpetuo. Ese modelo fue justo y necesario: trajo empleo, infraestructura y visibilidad internacional. Pero los tiempos cambian. Hoy, tras años de crecimiento sostenido, tras la recuperación post-pandemia y con cifras récord que avalan nuestra vocación turística”, debemos elegir si seguimos apostando “al volumen, o podemos avanzar hacia el valor”, y esto significa “captar visitantes que gasten más, que extiendan sus estancias, que demanden experiencias únicas y que, fundamentalmente, respeten y contribuyan a la sostenibilidad de nuestros destinos”.
Lo que propone la presidenta de la Cámara Americana es cambiar la estrategia pasando del crecimiento de la llegada de turistas que tiene un tope al que llegaremos en breve tiempo, para buscar el crecimiento del gasto con un turismo dirigido a quienes tienen más capacidad de gasto. Hace 25 años el gasto promedio diario registrado por turistas extranjeros fue US$101 con estadía promedio de 10 noches (más de US$1010), el año pasado llegamos a US$167 con 8 noches promedio (US$1336 aproximado).
Este año ya estamos en US$172. Es una prueba de que los ingresos por turismo pueden seguir creciendo aunque el ritmo de las llegadas se ralentice, como ha ocurrido este año, en que el gasto ha crecido un 35%. Es el momento de comenzar la apuesta al valor, como propone Franchesca, porque el volumen tiene límites.
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