El tema con los haitianos es de alta sensibilidad en el país. Subleva sentimientos y convoca a acciones políticas.
Es de reconocer que la política estratégica del imperialismo yanqui desde 1915-16, y del Estado dominicano desde la dictadura de Trujillo hasta hoy para presentar lo haitiano como enemigo principal de lo dominicano, ha logrado ganar la conciencia, imponerlo como valor dominante, en una mayoría extraordinaria del país.
Es más, ya en los tiempos de la dictadura de Buenaventura Báez, entreguista-anexionista durante la guerra de los seis años (1868- 1874, periodo en el que intentó anexar el país a Estados Unidos debiendo enfrentar la oposición de Gregorio Luperón, José María Cabral y otros), el tema haitiano ya era un recurso con fines políticos, aunque no tan dominante como ahora.
La oposición a esa dictadura y sus propósitos era tildada de "los Cacós" como referencia a sublevados haitianos.
Y ya lo era cuando en 1861 el mismo Francisco Del Rosario Sánchez hubo de responder con su reconocida frase de "entro por Haití, porque no puedo hacerlo por otra parte; pero si alguien pretendiese mancillar mi nombre decirle que soy la bandera nacional", cuando los antihaitianos de aquel entonces se manifestaron en improperios contra él, precisamente por haber hecho uso del suelo de Haití, donde recibió apoyo, para ingresar a territorio dominicano a resistir la anexión a España que el dictador Pedro Santana había decidido.
De hecho, lo fusilaron el 4 de julio de ese año.
Anexionistas, entreguistas y dictadores han manipulado siempre con fines politiqueros la conciencia nacional apelando al recurso del peligro haitiano. Frente a lo haitiano se define la doctrina de defensa militar dominicana aún y cuando en el siglo XX son los Estados Unidos de Norteamérica los que nos han invadido militarmente en dos ocasiones, y son los principales expoliadores de nuestras riquezas nacionales.
Abre un paréntesis. En la izquierda dominicana nadie cuestiona que el Estado tiene derecho a definir una política migratoria, a decidir la cantidad y calidad de extranjeros (gringos, franceses, españoles, alemanes y otros, incluyendo por supuesto los provenientes de Haití, que ingresen o vivan en el país). Lo que reclamamos es una política migratoria responsable, exenta de odio y xenofobia a los seres humanos de Haití; libre de la execrable "Camiona"; que respete su dignidad y derechos; que implique la solidaridad humana como un eje transversal; que castigue la doble moral de la oligarquía empresarial que busca la fuerza de trabajo haitiana, la sobreexplota, la paga barata y evade el pago de la seguridad social, y también la acosa; como también se debe castigar a las mafias civiles y militares que trafican con la migración de haitianos, y además la extorsiona cuando estos son apresados. Cierra el paréntesis.
1.- El antihaitianismo es relevante en el momento histórico del país.
Ahora mismo está en alta la sensibilidad respecto al tema de la migración haitiana. Y sobre esta, se ha montado una banda paramilitar, una Antigua Banda Neofacista, que actúa con cuchillos y machetes como en la matanza de haitianos de 1937 contra migrantes haitianos. Exhibe las figuras de Trujillo y de Hitler. Se viste con uniforme y atuendos militares. Ataca con violencia a las mujeres que reclaman las tres causales; apoya los bombardeos contra el pueblo de Palestina y enaltece el Sionismo de Israel. Ya asume el discurso anticomunista y se manifiesta contra los reclamos de los trabajadores. Integra elementos fascistas en sus proclamas y prácticas.
Mientras, quedan en segundo o tercer planos los graves problemas económicos y sociales que afectan el país y el pueblo, y el gobierno PRM apura contra reformas que desconocen derechos conquistados por los trabajadores y el pueblo. Todo lo cual hace sospechosa, como menos, la tolerancia del gobierno frente a esa Antigua Banda.
Esa banda, y sus todavía semi ocultos mentores, se alientan con el triunfo o el avance de movimientos y líderes utraconservadores de otros países, especialmente los trumpistas de Estados Unidos.
Mientras los principales partidos del régimen (PRM, FP, PLD) hacen discurso que le dan cobertura política, y apuestan a cuál es más anti migrante haitiano; cada uno con una calculadora de votos, procurando capitalizar electoralmente ese sentimiento de gran parte del pueblo dominicano.
2.- Un debate sobre Haití precedió al golpe de Estado contra el gobierno del PRD y el profesor Juan Bosch en 1963.
En septiembre de 1963, poco antes de ser derrocado, el gobierno de Bosch enfrentó una crisis diplomática y militar con Haití. Esta crisis se originó por la violación de la inmunidad diplomática de la embajada dominicana en Haití por parte de las fuerzas de seguridad haitianas, quienes irrumpieron en la sede en busca de un oficial haitiano sospechoso de conspirar contra el gobierno de François Duvalier.
El presidente Bosch reaccionó con firmeza, exigiendo al gobierno haitiano una disculpa y la reparación de los daños. Este incidente generó tensión política en la República Dominicana. Sectores conservadores y militares trujillistas, descontentos con las políticas de Bosch, utilizaron esta crisis como un argumento más para criticar su liderazgo, acusándolo de poner en peligro la soberanía nacional. Y añadieron este hecho a otros factores como justificación del golpe de Estado.
3.- La coyuntura electoral de 1996: el doctor Peña Gómez y el PRD fueron víctimas del antihaitianismo puesto en relieve en el momento por el doctor Joaquín Balaguer.
En 1991, el golpe de Estado al gobierno de Bertrand Aristide perpetrado por un grupo de militares encabezados por el general Raoul Cedras con el aliento yanqui, impactó desatando una ola de migrantes de Haití a República Dominicana. Ese hecho llegó hasta la coyuntura electoral de 1994- 1996.
La candidatura presidencial de Peña Gómez, a la cabeza del Acuerdo de Santo Domingo, parecía imbatible, y sus contendores se propusieron frenarlo.
Conocedor Joaquín Balaguer de la fuerza movilizadora del antihaitianismo en República Dominicana, apeló a ese recurso y lo hizo central en la campaña electoral contra Peña Gómez. Lo vinculó a un supuesto plan y peligro de fusión entre los pueblos dominicano y haitiano; se abanderó de la defensa de la soberanía nacional y la dominicanidad, y lo simbolizó haciendo tocar mediante decreto el himno nacional todos los días a las 12 meridiano, a la hora de la comida.
El Frente Patriótico, entre el partido de Balaguer, el PLD y otros sectores, fue un pacto sustentado en el propósito de cerrar "el camino malo", que para los ideólogos de ese acuerdo abominable era Peña Gómez, la encarnación de lo haitiano.
Abre un paréntesis. El golpe de Estado al profesor Bosch en 1963 tuvo el tema Haití como uno de sus motivos, no el más importante, pero invocado por los golpistas; y el Frente Patriótico para derrotar Peña Gómez en 1996 tuvo en algún grado y manera el antihaitianismo como fuerza ideológica.
Y, aunque ocurrieron en circunstancias distintas, ambos vincularon al neotrujillismo.
El golpe de Estado le abrió la perspectiva a retomar el poder después de 1966 con Balaguer a la cabeza; y el segundo le permitió reciclarse, mantenerse con vida, como movimiento capaz de incidir en la determinación de rumbos del país y medrar en el poder. Cierra el paréntesis.
Y aquí estamos. El antihaitianismo está en el centro de un momento histórico del país, con una Banda Antigua que se manifiesta vestida de atuendos militares, con símbolos de Trujillo y de Hitler, y el discurso de reconocidos neotrujillistas con ropaje diverso.
Ahora mismo, esta es una cuestión política principal ante la cual definirse: o por las libertades públicas y los derechos democráticos, o la fascistización de la vida política y social nacional.
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