La historia decidió coger una siesta y yo aproveché este espacio mágico para entrar a un San Pedro de Macorís nostálgico, idealizado por mí. Aficionado del beisbol busqué hasta encontrar solo para saludar al Chico Conton, a Walter James y a Garabato Sacki, que aún conserva su sonrisa. Me acordé de mi padre, que era su admirador, y pregunté en todos los lugares por Violeta Stephen, la soprano con voz de amaneceres, no pude verla porque estaba en un concierto musical en La Romana.
Cerca de la catedral de San Pedro, contemplando el mar estaba sentado con sencillez, haciendo poemas con las olas, el inmenso de Pedro Mir, al lado de Norberto James, el poeta de la identidad que no conoció las bicicletas ni los lápices de colores pero que atrapaba mariposas con sus poemas. El Moreno, el inmenso líder que irradiaba carisma y esperanzas acompañado de Mochín Pichardo y Nadal Walcot, el cocolo que pintaba locomotoras con identidad me invitó a visitar al Primo, a Linda y a Rudy al barrio de Miramar donde danzaban los Guloyas en coro con todo un pueblo llenos de la más profunda alegría, aunque estaban David y Goliat. Entonces, ante esta catarsis de magia en este mundo de fantasía fue que entendí al poeta, escritor y dramaturgo de César Sánchez Beras, que me acompañó todo el tiempo.
César nació en la ciudad de Santo Domingo, la primera de América, un 20 de mayo de 1962, pero su padre era militar y tenía que estar presente donde estuviera de servicio, por eso al César abrir los ojos a la vida fue en San Pedro de Macorís, comiendo Domplin y bebiendo Guabavery, escuchando todas las versiones nostálgicas del mundo mágico de historias orales acomodadas, vivas, con verdades a medias que nunca parecen mentiras por ser testimonios que llenaban las inocencias infantiles y dejaban libres a los sueños responsables de orgullos e identidades.
Todas las ciudades y pueblos del país conforman a sus habitantes sobre una visión del mundo en función de un contexto urbano y arquitectónico de un “centro” y “barrios periféricos”. La visión de los francomacorisanos es diferente porque antropológicamente no varía en la ciudad, pero este esquema va más allá en San Pedro de Macorís como Provincia, porque el sentido de pertenencia abarca a una totalidad diversa de “ingenios” donde cada uno es un espacio libre y creativo, ampliando la cosmovisión y desarrollando una imaginación sin límites de totalidad, con un orgullo de identidad “serie 23”.
Ese es el secreto intelectual de César Sánchez Beras, cuando camina exitosamente por la poesía, los cuentos infantiles, las obras de teatro, las novelas, los relatos más íntimos del folklore, la cultura popular y la identidad nacional, con una imaginación sin límites, una producción inédita y una creatividad sin pecado original. Sus reconocimientos y los premios en literatura otorgados, sin sonrojo, sin equivocarme, afirmo que él es el hacedor de literatura más completo, prolífero, creativo y profundo de la República Dominicana en este momento.
El personaje más carismático y trascendente de la religiosidad popular a nivel nacional en toda la historia dominicana recibe el nombre de Liborio Mateo. Este fue un campesino de San Juan de la Maguana que por sus poderes curativos y su carisma se convirtió en un líder de un movimiento religioso mesiánico durante la primera intervención norteamericana (1916-24), el cual fue asesinado, envuelto en una yagua frente a la catedral como escarmiento, pero al morir, nació como leyenda.

Todos los periódicos de la década del 20 resaltaron este acontecimiento trascendente, donde su muerte para sus enemigos pretendía su desaparición como personaje. Se equivocaron. Al morir físicamente reiteramos que nació como leyenda. El profesor y maestro Roberto Cassá ha realizado la investigación histórica más importante sobre Liborio, “Con la Palabra de Dios”.
Pero cada uno tiene su Liborio, idealizado y recreado. A nivel popular para los campesinos de San Juan está vivo y activo, explicitado en una Salve recogida por el propio Cassá y su equipo de trabajo: “Liborio no ha muerto/dicen que Liborio ha muerto/pero él no ha muerto na/quienes conocen La Maguana/va acabar con la maldad.”
En el cine, el destacado director dominicano Nino Martínez tiene su propio Liborio y su propia película sobre este personaje, lo mismo que Luis Terror Días y el grupo de Nueva Canción Convite. César Sánchez Beras, el poeta, el cuentista, el ensayista, el dramaturgo, también tiene su propio Liborio, el cual se está presentando los viernes, sábados y domingos, bajo la dirección y actuación de Dimitri Rivera en la dignidad del teatro popular Guloya que ha hecho ruptura con el neocolonialismo de un teatro europeizado y alienado de la élite dominicana para expresar las esencias de la identidad y la dominicanidad.
Es increíble la creatividad de César en esta obra de teatro, desnudando la mentalidad de los guardias represivos del sistema, mostrando los niveles de creencias de los seguidores de “Papá Liborio” y la capacidad de astucia y de creatividad de los sectores populares, con un final inesperado cuando la sorpresa es cómplice de lo insólito, mostrando que todos sus seguidores son Liborio, al beber el agua de una tinaja mágica.
Nadie esperaba eso, porque independientemente de que César pueda tener simpatía o no con Liborio, como buen intelectual revaloriza al personaje, respectando su simbolización y su contenido popular mágico-religioso.
Pero, además, César nos muestra y nos hace creer y yo estoy de acuerdo, que todos los que apostamos a la justicia, a la igualdad y al amor en esta sociedad, somos Liborio. ¡Bendito sea Dios!
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