Recientemente fue elegida la política Sanae Takaichi como primera ministra de Japón. Luego de tres intentos, finalmente logró alcanzar tan importante investidura en una nación tradicionalmente dominada por hombres, tanto en la política como en los negocios, donde las mujeres han tenido muy limitada participación.
El parlamento que la eligió está compuesto, en su mayoría, por hombres; solo un 16 % de sus miembros son mujeres. Su elección ocurrió en una de las economías más fuertes del mundo, aunque actualmente Japón atraviesa una profunda crisis caracterizada por el alza de los precios y el estancamiento económico. Algunos analistas perciben la nueva ministra con una mezcla de esperanza y pesimismo.
La flamante jefa de Estado nació en la Prefectura de Nara Japón en 1961; tiene 64 años. Desde joven, ha sido apasionada del béisbol, el buceo, las motocicletas y la batería, instrumento que aún toca para desestresarse. Se divorció de su esposo por razones políticas y volvió a casarse con él. Por la imposibilidad de procrear, adoptó los tres hijos de su esposo en un matrimonio anterior. Se graduó de Administración de Negocios en el Instituto Matsushita de Gobierno y Administración. Pertenece a la línea dura y tradicional del partido gobernante, que la llevó al parlamento en los años noventa. Ha sido ministra en varias ocasiones y se ha destacado por sus posiciones ultraconservadoras y nacionalistas.
Su modelo político es la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, a quien intenta imitar en su estilo e ideas políticas. Pretende ser la “dama de hierro” japonesa, e incluso en su atuendo la emula: suele vestir chaquetas azules y usar un collar de perlas.
Entre sus primeras propuestas figura la creación de un Ministerio de Deportaciones, lo que revela su rechazo a la inmigración; también pretende reactivar la militarización del país.
Esta elección replantea el viejo mito de que existe un “cerebro femenino” distinto al masculino en su estructura y funcionamiento, en la manera de pensar, sentir o actuar. Sin embargo, las investigaciones recientes en neurociencia muestran que las diferencias cerebrales entre hombres y mujeres son mínimas y están fuertemente influenciadas por el aprendizaje social, factores culturales y la experiencia; que el cerebro tiene plasticidad y se moldea por el entorno, la educación, y las oportunidades.
En el caso de la primera ministra japonesa, el factor que más explica su ascenso parece reflejarse en una frase que pronunció en un discurso: “No creo en el equilibrio vida-trabajo…voy a trabajar, trabajar, trabajar y trabajar. Prefiero quedarme trabajando o estudiando algo nuevo antes que salir de fiesta.” La consideran adicta al trabajo.
Esta fórmula del éxito, posiblemente, también la aplica su compatriota Shohei Ohtani, quien nació en Japón, y no en Brasil o Argentina, en 1994. Con apenas 31 años ya es una superestrella del béisbol, de quien nuestro inmortal pelotero don Juan Marichal dijo: “En Ohtani se conjugan dos jugadores en uno. Hombre que da tres jonrones en un mismo partido, te lanza seis entradas y poncha a diez, es algo que no se había visto en las Grandes Ligas.”
Y a Pedro Martínez, legendario pelotero dominicano, lo considera su modelo a seguir desde niño. Y éste afirmó: “Ohtani puede competir con cualquiera en las Grandes Ligas, en cuanto a poder y condiciones; parece hecho por una computadora”.
A mi juicio, posiblemente lo programaron su padre: un reconocido pelotero profesional y una destacada jugadora de badminton. Ambos le crearon la vocación de pelotero y desde que tuvo consciencia. Gracias a esa formación y su entorno, ya ha roto importantes marcas.
Estos casos, demuestran una vez más que la práctica hace al maestro —y conduce a la perfección—, y que la disciplina vale más que el talento.
Las hazañas de Takaichi y Othani recuerdan el valor que la sociedad japonesa otorga al trabajo, la perseverancia y la disciplina; donde el deber suele anteponerse al descanso. Un ejemplo reciente de que estos personajes -no son pocos- consistió en que el presidente Trump y la ministra Takaichi demoraron su reunión hasta terminar de ver el final de un partido de béisbol donde actuaba Ohtani.
El tiempo dirá hasta que metas ascenderán estos dos seres humanos excepcionales con su esfuerzo individual.
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