Con Gaza en el corazón, por una paz verdadera.

Cuando hablamos de enfermedad, no significa que este término esté acompañado de gravedad; por ejemplo, una “gripe” es una enfermedad, pero no es grave.

En otro sentido, podíamos preguntarnos varios supuestos: ¿qué es un trastorno? ¿Es cuando nos referimos a un desajuste bioquímico? ¿Depende del órgano afectado? ¿O depende del tiempo? Demasiadas preguntas para un artículo tan corto.

Los desajustes normalmente no dañan la estructura anatómica del órgano. Podría ser esta una de las diferencias.

Por ejemplo, una pancreatitis, que es una inflamación del páncreas; este es el órgano encargado de regular el metabolismo del azúcar, entre otras muchas funciones.

Más comprensión y compasión hacia las enfermedades mentales.

El alcoholismo produce una inflamación que se denomina pancreatitis; esta inflamación produce una alteración en la insulina, hormona que regula el azúcar en la sangre.  El paciente alcohólico padece de pancreatitis y puede presentar episodios de hiperglucemias, que tienen que ser controlados con insulina en forma de fármaco como tratamiento, pero no necesariamente es diabético.  Puede recuperar su función pancreática en cuanto el proceso inflamatorio se controle y deje el alcohol, que es el desencadenante de la alteración metabólica.   Así vamos comprendiendo las diferencias entre trastorno y enfermedad.

Las enfermedades que afectan el sistema nervioso central, como es el caso de la epilepsia, donde existe una lesión estructural denominada foco epiléptico, hacen que la dinámica eléctrica de la comunicación entre las células cerebrales, que son las neuronas, y su unión, la unión, sea lo que se denomina sinapsis.

El foco epiléptico produce una enfermedad que se denomina “Epilepsia” y que periódicamente se manifiesta por una disfunción que es una especie de cortocircuito que se manifiesta por crisis.  ¿Qué son las crisis epilépticas? Su manifestación clínica son las convulsiones.

En la epilepsia, las crisis pueden ser espontáneas o tener diferentes desencadenantes externos, como son el ruido, el insomnio, la ingesta de alcohol o drogas, entre otros factores.

La epilepsia es una enfermedad neurológica, no un trastorno, y con los fármacos denominados anticomiciales, las personas con este diagnóstico pueden tener una vida normalizada con un control farmacológico adecuado y hábitos sanos; en la mayoría de los casos no afecta ninguna otra capacidad cognitiva.

Y entonces, por ejemplo, ¿qué sucede en la depresión sin hacer énfasis en su grado de severidad?

En la depresión no hay alteración en el cuerpo del órgano que es el cerebro; sus estructuras anatómicas están normales. Pero si hay un desajuste bioquímico de los neurotransmisores, este desajuste afecta severamente determinadas zonas del cerebro, produciendo un trastorno mental.

La depresión es uno de los trastornos más discapacitantes y más difíciles de diagnosticar.

Afecta el estado de ánimo y la voluntad del paciente; sus síntomas pueden considerarse como falta de voluntad muy injusta esta suposición, que es un vago, un indolente, que nada le importa, que no pone de su parte para mejorar… Toneladas de prejuicios sobre el trastorno depresión y sus manifestaciones, que no es solo llorar y tener pena; hay veces que son incapaces de tener llanto.

Otra de las manifestaciones es no hablar (“mutismo”) o solo hablar lo indispensable. La lógica social es: "Él es así, casi no habla…". No sale, se aísla, no socializa, es incapaz… Y llegamos al deterioro del autocuidado donde se hace más evidente que no es así, que hay algo más.

Todavía en 2025, la gran desconocida es la depresión; hace falta demasiada sensibilización sobre la magnitud del significado y las limitaciones que produce un trastorno depresivo.

La depresión es tan invalidante que, por ejemplo, es como si te faltasen las dos piernas para caminar y los dos brazos para poder vestirte, conducir un carro, escribir y todas las funciones que desempeñan los miembros superiores e inferiores al mismo tiempo.

El paciente con un trastorno depresivo: “Estás sin brazos y sin piernas”, mutilado.

Es un ejemplo tan impactante y dramático, para que se hagan una idea de lo discapacitante que puede ser un trastorno depresivo.

La depresión es un trastorno mental que más sufrimiento produce en el ser humano.   Es una enfermedad porque se cronifica; dura muchísimo tiempo en ser diagnosticada.

El depresivo tiene uno de los sentimientos más devastadores que pueden sentirse, que es el vivir sin ganas de vivir, una paradoja en sí misma.

No a las etiquetas, por favor; la depresión no es contagiosa, tiene control médico con los fármacos adecuados que ayudan al paciente a recuperarse hasta prácticamente la normalización; puede recuperar su vida.

Más comprensión y compasión hacia las enfermedades mentales.

Clara Melanie Zaglul Zaiter

Doctora en Psiquiatría

Resido en Madrid de forma permanente desde 1999. Actualmente trabajo como Médica en la Consejería de Asuntos Sociales y Familia (COMUNIDAD AUTONOMA DE MADRID). Formada como Médica en UNIBE promoción 1996. Doctorada en Psiquiatría por la Universidad Complutense de Madrid 2001. Alumna del Doctor Juan José López Ibor y Juan Coullaut Jáuregui. Desde la Psiquiatría paso al estudio de la Demencia y el Deterioro Cognitivo Precoz. Experiencia profesional en el área de Demencias sector asistencial en grandes dependiente para las actividades básicas de la vida diaria por más de 20 años.

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