Padre, ¿Cuál tema cree usted que debe enfatizar un político hoy día? me preguntó un funcionario del gobierno en tiempos de la última campaña recién vivida en la República Dominicana. Sin pensarlo dos veces le dije: el tema ambiental y del agua; creo que mi respuesta no le alegró mucho ni tampoco fue recibida con agrado.

Lo que está sucediendo en los últimos tiempos con respecto a los temas ambientales es muy esperanzador respecto al anhelo que muchos tenemos de ver la población sensibilizada, preocupada y empoderada en torno al rumbo que está llevando el mundo en materia de Medio Ambiente. Eso sí, evitando siempre las exageraciones y las actitudes escandalizantes de muchos ambientalistas, logrando así una ideologización del tema y, por tanto, generando un sesgo en el análisis, la acogida y comprensión del mismo.

Autores latinoamericanos como Nícolo Gligo, José Luis Samaniego y Aníbal Severino, quienes coordinaron la investigación y publicación del libro: La tragedia ambiental de América Latina y el Caribe, son denominados los Pensadores Fundadores del tema Ambiental en la región. Lo cierto es que el desarrollo de la reflexión ambiental se ha dado, aunque rápido en tiempo, pero más lento que la desaparición de los ríos, la desertificación de la tierra, la contaminación de los océanos, eliminación de los bosques, entre otros. Sin embargo, la región de América Latina y el Caribe ha plantado su postura sobre el tema ecológico ante la polarización global, la cual gira en dos direcciones: los países desarrollados con una preocupación por el Cambio Climático y los países subdesarrollados preocupados por la permanencia de la vida en la tierra, la cual necesita y exige un cambio en las políticas públicas y la gestión ambiental de los gobiernos.

Las experiencias que ha tenido el continente latinoamericano en torno al despertar ambiental van caminando hacia la propuesta de los autores antes mencionados: hacer del Medio Ambiente un sujeto político por excelencia y sacarlo de su condición de marginalidad que solo lo sitúa al servicio del crecimiento económico; unas veces un crecimiento colectivo, pero mayormente, a favor de las individualidades.

Ante el punto de quiebre en que se encuentra el planeta, ya es momento en que se ubique la economía al servicio de un ambiente sano y sostenible y no al contrario, como se ha observado desde los inicios de los años de 1960 con el nacimiento de la Revolución Industrial y la apertura de la época del Calentamiento Global. Este anhelo será posible con una clara y decidida participación ciudadana, la cual debe ser siempre libre y soberana. Aquellos que acordaron dar la vida por La Vida en el Acuerdo Escazú firmado en el año 2018 en Costa Rica y las distintas manifestaciones populares, locales y regionales, afirman la esperanza de que, antes que sea muy tarde, se logrará que los gobiernos integren en primera fila sus propuestas ambientales para sus proyectos políticos.

En la polarización a la que nos hemos referido sobre el tema ambiental, unos afirman que la solución está en la aplicación de la ciencia y nuevos avances de la tecnología, solución que crea más y más desconfianza en los que se niegan a ceder en su postura de que, el Medio Ambiente no se toca. Desde luego, ambas posturas desde los extremos son conflictivas y utópicas, pero la negación total de su antítesis sería lo peor en el debate actual. La sabiduría y valentía de los pueblos reacios ante las perforaciones al Medio Ambiente, en distintos lugares y países de la región, ha provocado cambios significativos en los proyectos gubernamentales que impactan los ecosistemas y en adelante, se impondrá, cada vez más esta tendencia.

La propuesta académica gira en torno a la búsqueda de solución de los problemas a partir de las políticas públicas y la buena gestión ambiental. Para ello se hace necesaria la colocación del discurso ambiental en el corazón de las promesas de campaña de los políticos, al parecer, no estamos tan lejos, la utopía se está dejando alcanzar.

El reciente ruido en torno al Jardín Botánico no es una excepción, pues, independientemente de si se manejó mal o no, la comunicación desde el gobierno central, lo cierto es que se puso de relieve la sensibilidad de una población joven por cuidado del Medio Ambiente y la Naturaleza dada por el Creador, para que sea bien administrada por el ser humano. Están dadas las condiciones para el crecimiento y la educación en materia de Medio Ambiente y Ecología.

Hacer un cordón humano en torno a las aceras del Jardín Botánico y las consecuentes medidas gubernamentales de protección de este, provoca una doble alegría. Aunque sea cierto que dichas medidas estuvieran planteadas antes de la manifestación, no es lo que importa en este escrito, lo que si importa es que, en diferentes procesos impactantes del Medio Ambiente, hay una población sensible, atenta y vigilante.

En la medida en que el debate siga calando a más estratos de la población, el Medio Ambiente dejará de permanecer dormido o escondido para ser utilizado, de manera desmedida, solo como medio de crecimiento económico global. A pesar de todo lo dicho, sigue abierta la reflexión sobre ¿Cómo hacer para armonizar el crecimiento económico en América Latina y el Caribe garantizando la sostenibilidad ambiental regional y global?

Roberto Martínez de los Santos

Padre Roberto Martínez de los Santos. Sacerdote analista ambiental. Estudiante del Doctorado en Historia del Caribe, por la Universidad Católica Madre y Maestra.

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