“La espiritualidad genera un estilo de vida y define una personalidad: EL SERVIDOR-LA SERVIDORA. Is. 42,1-9”.

Vamos a ver que lo decisivo, lo importante en mi opción de Vida Consagrada en el Matrimonio, en la Vida Religiosa, “Vivida Sola” y en la vida cual sea la profesión en la sociedad, es definir una espiritualidad con un modo, una forma, una manera de mantener una relación continua con el Ser Trascendente, el Otro y la Naturaleza, porque tiene que ver conmigo y con mi entorno social.

Esas relaciones tejidas con las actividades cotidianas les podemos llamar, oración, si las hago con “alma, vida y corazón”: me dan un estilo vida que genera una personalidad: El Servidor, La Servidora… Las grandes transformaciones, dentro y fuera de uno mismo, se realizan desde la intimidad de las personas…

La relación con el Ser Trascendente la llamamos espiritualidad y la relación cultivada conscientemente entre los humanos y con la naturaleza le llamamos amistad. Somos un cuerpo espiritual… Quien soy yo, no depende de mis creencias, sino de quien me regala la vida… El Ser Trascendente, que me conoce más que yo mismo; aunque no lo quiera reconocer…

Si nos detenemos un poco a contemplar la historia de la humanidad, y sin reflexionar mucho, vemos que los avances en la medicina, la educación, la política, la técnica, la economía, la comunicación…, han sido cada vez más rápidos y eficientes. En algunas culturas hemos pasado del burro al jet; del fotuto al celular; de radio bemba a comunicación digital, de la tisana al genoma…

Nos hemos conceptualizados y contentados con que estén bien los que tengan oportunidad de saber, lo cual nos hace indiferentes y culpables de los que padecen no tener oportunidad de saber y “la brecha” se hace cada vez doblemente más grande entre ricos y empobrecidos, entre los que sabemos y los que padecen la ignorancia.

Hoy en día, La pura racionalidad endurece nuestro pensar y el sentir; los sentimientos y los afectos solidarios pasan a un segundo plano, olvidándonos de que en la persona son determinante dos componentes básicos: cerebro y corazón. Pensar y sentir… Hoy, El conocimiento no está al alcance ni al servicio de la mayoría humana empobrecida.

Hoy, saber, conocer es poder y es un privilegio de una minoría. ¡Qué contradicción! Mientras más avanzamos en conocimientos más nos degradamos en sentido de humanidad. Cinco ejemplos: 1. el consumo derrochador; 2. los gastos en armas a nivel local y mundial; 3.  los ataques terroristas de suicidas (fanatismo religioso) y el terrorismo de misiles (la guerra); 4. El narco tráfico; 5. la irracionalidad e incoherencia de quienes renunciamos a los bienes materiales por el evangelio y vivimos protegidos en la seguridad económica, “aparéjeme ese cangrejo”.

Si necesario es el pan material y el pan de la enseñanza, que fortalecen nuestro cuerpo, y mantienen nuestras relaciones humanas; más aún, es necesario, el pan de la oración, el pan de los sacramentos y el pan del discernimiento, que fortalecen nuestro espíritu, que nos lleva a descubrir en nuestro interior la semilla de Dios, que me abre al otro y me hace solidario desde la debilidad, que me impulsa a dar el salto cualitativo del Yo al Nosotros.

El pan material lo buscamos sin que se nos enseñe la forma de buscarlo. Lo encontramos impulsados por nuestra propia necesidad de vivir. El signo para nuestras madres, o para quien nos cuide, es el llorar… El ser solidario, que fortalece nuestra espiritualidad, se aprende en el proceso de nuestra socialización hogareña o en el auto aprendizaje de vivir.

Tristemente, el ansia de Más, expresión intrínseca de la trascendencia personal, connatural en la persona, la queremos saciar prescindiendo de lo que hay inscrito en lo más íntimo del ser personal y que nos desarrolla la identidad personal, que nos hace descubrir la necesidad de la relación con el otro, porque tanto lo que nos identifica como lo que nos diferencia personalmente del otro, nos hace únicos y nos hace consciente la presencia del ser Trascendente en nuestro interior, que se oculta para que lo descubramos en el aprender a vivir con ayuda o solos…

El gran problema de nuestra humanidad, hoy, está en que ordinariamente nos dejamos llevar por lo que el “Yo” necesita y por las necesidades creadas al YO por quienes tienen el poder del saber y control de los medios de comunicación…

Hoy, el bienestar individual es lo determinante y si yo o mi grupo tenemos los recursos suficientes podemos determinar sobre lo que es de todos porque las leyes están hechas a favor de los que controlan el saber y los M.C.S., y en vez de crecer en una espiritualidad, “al otro como a mí”, nos dedicamos a cultivar y desarrollar una yoicidad, “a mí lo mío,” y con eso nos contentamos: “yo primero y el otro después…”, eso hace que prevalezca un sentido de humanidad limitado por “lo mío”, hasta llegar a “todo para mí y nada para ti”…

La relación con el Creador, el Ser Trascendente, que nos hace partícipe de la vida, según nos dice la vida en mí mismo…, se puede descubrir y llegar hasta Él teniendo en cuenta “al otro como a mí mismo”. Esta relación le da una dinámica, un comportamiento a la persona, totalmente diferente al “yo primero y el otro después…” Porque se trasciende el Yo y el Nosotros institucional.

“Al otro como a mí” genera relaciones y estructuras de comportamiento humano, que no nos dejan perder el sentido de humanidad…

Vivir teniendo en cuenta el yo, que nos identifica como ser humano, y que en la actual sociedad consumista e individualista es fortalecido por la elite social mundial, que controla la humanidad, es la causa principal de las amarguras de vida para la mayoría humana, que no tiene lo necesario para vivir con dignidad. La yoicidad predomina nuestras relaciones.

El camino que llevamos es el de perder. Esa es la paradoja de la vida en la actualidad “seguir el camino del Yo” y dejar orillado el “Nosotros”.

El bienestar del Yo lo vemos como ganancia; y el camino del Nosotros lo vemos cono pérdida; sin embargo, la lógica de Jesús es: “debilidad solidaria”, “perder para ganar”.

En ese sentido, nosotros en la actualidad, podemos hacer una pregunta parecida a la que María hizo al Angel: ¿y cómo puede ser eso?… Lc.1, 34.

Tenemos que iniciar un proceso para “alimentar nuestro espíritu”. Cultivar una espiritualidad. Como hemos dicho alimentar nuestro cuerpo lo comenzamos solos…, alimentar nuestro espíritu es con ayuda de nuestros padres o tutores…

La primera escuela es la familia nuclear o amical, en última instancia uno mismo; continuando en la escuela y centros de enseñanza especializada…, y con nuestra practica y lecturas podemos aprender la relación débil y solidaria…

Así como hay dieta y ejercicios adecuados para el cultivo del cuerpo…, lo mismo existen ejercicios espirituales para fortalecer el “conocer y sentir” con el otro partiendo de la presencia, en lo más íntimo de mi interioridad: “la Semilla de Dios”, que asumida conscientemente se convierte en el Valor Originario, que le da sentido a mi vida y desarrolla sentido de humanidad, como hemos visto en el artículo anterior.

Recordemos: “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. La necesidad de consumir para vivir no puede saciar el ansia de MÁS que existe en nuestro interior; y como sabemos no son las cosas que van a satisfacer esa necesidad de MÁS…

La espiritualidad personalizada y vivida en debilidad solidaria con la fuerza de Dios nos hace personas nuevas y genera estructuras de justicia, de verdad, de equidad, de solidaridad…. el CAMBIO que necesitamos viene desde dentro de la persona. lo pasajero está fuera de ti. lo perdurable está dentro de ti: ¿lo has identificado?  ¿sabes cómo cultivarlo?.

Aquí está la raíz del Nuevo Contrato Social. hemos oído hablar de “CAMBIO”: “Revolución Educativa”, decían los peledeistas de Danilo. “Alianza Pública/Privada”, hablan los PRM de Abinader. “E’Palante Que Vamos”, decía Leonel. “Primero la Gente”, recordamos del PRD cuando Guzmán e Hipólito… Y todavía no ha llegado el mentado CAMBIO. Son igualitos…

El CAMBIO nos ha servido para castigar el partido de turno en el poder y enriquecer a otro grupo conocido de la élite de nuestra sociedad. Y apoyamos ese grupo que propone CAMBIO, no porque vaya a cambiar la forma de gobernar, sino porque me beneficia a mí. Aparece la Yoicidad porque permanece el mismo Contrato Social de la corrupción e impunidad.

El camino del Nosotros lo vemos como pérdida y es la base del Nuevo Contrato Social. Mientras permanezca el actual Contrato Social permaneceremos “atajando para que otro enlace”. Es triste. Lo sabemos; pero, hasta ahora, la yoicidad traicionera es “la que más jala”.

La transformación de la YOICIDAD en NOSOTROS es la tarea para los políticos de vocación, los académicos sociales y el pueblo que elige; en la democracia participativa todos somos responsables de cuidar y defender lo nuestro para la formulación de ese Nuevo Contrato Social, que responda y resuelva las necesidades del NOSOTROS RD…, conscientes de que compartimos una isla.

Regino Martínez S.J.

Sacerdote

El sacerdote Regino Martínez es el coordinador del Servicio Jesuita para los Migrantes Refugiados en Dajabón.

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