Para flexibilizar las regulaciones de la industria espacial privada del país, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó el miércoles una orden ejecutiva, que incluye la eliminación de algunas restricciones medioambientales relacionadas con los lanzamientos de cohetes. La medida, calificada como “imprudente” por un grupo ambientalista, podría beneficiar al exasesor de Trump, Elon Musk, cuya empresa SpaceX domina el sector espacial estadounidense.

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, firmó una orden ejecutiva para agilizar la regulación federal sobre los lanzamientos comerciales de cohetes.

Desde su regreso a la Casa Blanca en enero, Trump ha promocionado varias misiones espaciales, entre ellas el envío de humanos a la Luna y a Marte, que se realizarían con el enorme cohete Starship de SpaceX, de Elon Musk. 

El miércoles, la Casa Blanca dio a conocer en un comunicado que el secretario de Transporte de EE. UU. es llamado a eliminar o acelerar las revisiones ambientales para las licencias de lanzamiento administradas por la Administración Federal de Aviación (FAA).

El presidente le solicita eliminar “normas obsoletas, redundantes o excesivamente restrictivas para los vehículos de lanzamiento y reentrada”.

"Los procesos de autorización ineficientes desalientan la inversión y la innovación, limitando la capacidad de las empresas estadounidenses para liderar los mercados espaciales globales", señala la orden ejecutiva.

Ambientalistas califican de "temeraria" esta medida, que apunta a "aumentar sustancialmente" el número de lanzamientos espaciales en Estados Unidos. 

La medida podría favorecer a SpaceX, de Musk, y a otras empresas espaciales privadas.

¿Qué gana SpaceX con esto?

Los planes de Musk de colonizar Marte dependen del éxito de Starship. Para eso, SpaceX confía en que su filosofía de “fallar rápido, aprender rápido” dará frutos.

El nombre de la empresa de Elon Musk no se menciona en el documento, pero SpaceX lidera con amplia ventaja al resto del sector espacial estadounidense, incluida la NASA, en términos del número de lanzamientos que realiza de forma rutinaria para su red de satélites, la agencia espacial, el Pentágono y otras entidades.

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Las estadísticas relacionadas con sus despegues muestran que, el año pasado, sus cohetes, de diversos tamaños, despegaron más de 130 veces, pese a una serie de contratiempos, incluido un último ensayo rutinario que terminó en una explosión a mediados de año. 

“Es política de Estados Unidos mejorar la grandeza americana en el espacio, permitiendo un mercado de lanzamientos competitivo y aumentando sustancialmente el ritmo de lanzamientos comerciales” para 2030, señala el texto.

Musk, el hombre más rico del mundo y un estrecho asesor de Trump hasta julio de 2025, ha defendido durante años la desregulación de la industria espacial y considera que la supervisión de la FAA frena la cultura ingenieril de su empresa, más tolerante al riesgo que la de otros actores más tradicionales del sector aeroespacial.

Impacto ambiental 

SpaceX en las pruebas de vuelo lleva los prototipos al límite hasta que fallan, para luego perfeccionarlos mediante repeticiones frecuentes, lo que genera un impacto ambiental en las zonas donde despega, por lo que ha recibido críticas de ambientalistas. 

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En mayo, la FAA autorizó aumentar el número anual de lanzamientos de Starship de cinco a 25, afirmando que la mayor frecuencia no tendría un impacto ambiental negativo.

A su vez, el excesivo uso del cohete más grande y potente de la historia choca con la misión de la FAA de proteger al público y al medioambiente, dado que tiene jurisdicción regulatoria sobre los vuelos espaciales comerciales.

A principios de 2025, los vuelos de prueba del Starship fueron suspendidos durante casi dos meses por la FAA, después de que explosiones posteriores a los lanzamientos esparcieran escombros sobre islas del Caribe y obligaran a decenas de aviones comerciales a cambiar de ruta, hasta que la entidad regulatoria amplió la zona de exclusión aérea en las trayectorias de Starship antes de autorizar nuevos lanzamientos.

El Centro para la Diversidad Biológica, una ONG estadounidense, asegura que la nueva orden ejecutiva de Trump “abre la puerta a la destrucción masiva de plantas y animales protegidos”.

“Esta orden imprudente pone en riesgo a personas y vida silvestre por culpa de empresas privadas que lanzan cohetes gigantes que a menudo explotan y devastan las áreas circundantes”, afirmó en un comunicado Jared Margolis, miembro del grupo.

Con Reuters y AFP

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