El Parlamento Europeo se ha sumado a las dudas de varios países sobre la conveniencia de celebrar el campeonato del orbe de este año en un país que podría estar involucrado con la violencia en la región congoleña de Kivu, y que además podría estar lucrándose con la extracción de materias primas de la nación vecina. Les contamos la historia. 

El Mundial de Ciclismo de Ruanda, que tendrá lugar del 21 al 28 de septiembre, fue presentado como una auténtica prueba de fuego.

Es el primero que el ciclismo realiza en África, un durísimo recorrido de 267,5 km en la capital, Kigali, con 5475 metros de desnivel, más que cualquier otro torneo del orbe en la historia, pero la inestabilidad regional y las denuncias en torno al supuesto apoyo del Gobierno ruandés a la milicia M23 están dando al traste con el atractivo deportivo.

Las presiones sobre la Unión Ciclista Internacional han comenzado a hacerse mayores, incluso después de haber dado la partida el 23 de febrero al Tour de Ruanda, una prueba por etapas de primera categoría que se disputa desde 1988, con un paréntesis en los años del genocidio, pero realizado de forma ininterrumpida desde 2001.

El Europarlamento se ha sumado a esas presiones. El 20 de febrero, votó abrumadoramente una solicitud para que la Unión Europea suspenda el memorándum de entendimiento sobre cadenas de valor de materias primas sostenibles con Ruanda, y para que se cancele el Mundial. Fueron 443 votos a favor, cuatro en contra y 48 abstenciones.

La inestabilidad es solo uno de los factores para esta actuación del Parlamento Europeo.

Se estima que 7.000 personas han muerto y otras 700.000 han sido desplazadas forzosamente como consecuencia de la actuación de la milicia M23 en Kivu, un grupo integrado fundamentalmente por miembros de la etnia tutsi, que fue diezmada por el genocidio de finales del siglo pasado.

El Gobierno de la República Democrática del Congo asegura que el M23 cuenta con respaldo oficial de Kigali, y con ese aval libra una lucha por el control de los recursos en Goma, la principal ciudad de la región de Kivu, un polo importante de extracción de coltán y cobalto, necesarios para la fabricación de teléfonos celulares y otros dispositivos electrónicos.

En julio de 2024, un panel de expertos de Naciones Unidas determinó que entre 3.000 y 4.000 soldados del Ejército ruandés combatían al lado de las fuerzas del M23, y que esta milicia opera con tecnología militar ruandesa, lo cual constituye una violación del embargo de armas dictado por la ONU.

La UCI se mantiene firme

El presidente de la UCI, David Lappartient, que también es la cabeza del Comité Olímpico Francés y uno de los siete candidatos a presidir el Comité Olímpico Internacional, ha sido inflexible al asegurar que no hay plan B para el Mundial, pero las crecientes demandas de garantías y las reservas expresadas por varias potencias podrían ponerlo contra las cuerdas.

“UCI celebra su aniversario número 125, así que decidimos ir a África. Ese era mi sueño, mi meta cuando fui electo presidente de la UCI, y estoy orgulloso de decir: aquí estamos”, declaró Lappartient en entrevista con el portal especializado Cyclingnews, en la que también reconoció que estaban listos para las deserciones.

El tres veces ganador del Tour de Francia y actual campeón del mundo, Tadej Pogačar, ha confirmado su intención de asistir a Ruanda, atraído por un trazado que parece diseñado para los escaladores como él.

También lo ha hecho el doble monarca olímpico Remco Evenepoel, aunque la Federación de Bélgica aún no ha confirmado su participación, y canceló un viaje de reconocimiento de la complicadísima ruta, considerada la segunda más dura de la historia de los mundiales después de la edición de 1966 en Alemania.

Además, el equipo de Evenepoel, el Soudal Quick-Step, decidió retirarse del Tour de Ruanda, según explicó su director general Jurgen Foré, porque habían consultado con la Cancillería belga y no estaban convencidos de “enviar a 20 personas a un lugar donde no se puede garantizar al 100% su seguridad”.

El otro gran protagonista del ciclismo mundial, Jonas Vingegaard, también ha mostrado su interés en correr el Mundial, pero su decisión final dependerá de cómo termine el Tour de Francia, porque quiere reservar fuerzas para un eventual doblete que incluya la Vuelta a España.

“Lo más importante es tener garantías sobre la seguridad de nuestros corredores y todo el personal de apoyo”.

Delegaciones como Países Bajos, Bélgica y Dinamarca no están seguros de sumarse, al menos no con equipo completo, no solo por seguridad sino también por los costos del viaje, que en el mejor de los casos les permitirían asistir solo con corredores élite, sin juveniles ni sub23.

“Tenemos muchas preguntas, y no somos los únicos”, confesó Nathalie Clauwaert, directora general de la federación belga. “Ya había muchas dudas sobre la calidad del alojamiento, pero en este momento nuestras preocupaciones son de una naturaleza muy diferente. Lo más importante es tener garantías sobre la seguridad de nuestros corredores y todo el personal de apoyo”, agregó. 

La máxima figura del ciclismo africano, el eritreo del Intermarché-Wanty Biniam Girmay, que hizo historia el año pasado al ganar tres etapas y dominar la general por puntos del Tour de Francia,tampoco puede confirmar su asistencia, preocupado por un trazado que se acomoda poco a sus dotes de rematador.

Lappartient adelanta conversaciones con el Gobierno ruandés para habilitar vuelos chárter que reduzcan los costos para las delegaciones, pero está seguro de contar con “las 54 naciones africanas”.

El dirigente también desmintió que haya planes para mudar el evento a Martigny, cerca del centro de entrenamiento de la UCI en Aigle, como sugirieron dos medios belgas, con lo que Suiza sería sede de dos mundiales consecutivos.

Y el botón de muestra de su confianza es el Tour de Ruanda, que disputa dos etapas (la tercera y la cuarta) con tramos a escasos 10 km de la zona de conflicto.

¿Grandes eventos deportivos para lavar la reputación?

Ruanda ha sido uno de los países africanos con mayor crecimiento económico en los últimos años, y esa prosperidad ha llevado a que incluso fuera considerado para el polémico Plan Ruanda en Reino Unido, un proyecto de ley que pretendía desplazar a ese país a los solicitantes de asilo que hubieran entrado de forma ilegal a territorio británico.

Desde hace siete años,el Gobierno de Paul Kagame ha desarrollado una agresiva campaña de patrocinio y diplomacia deportiva que busca posicionar a Ruanda como escenario de grandes eventos.

Equipos como el PSG y el Arsenal han hecho acuerdos comerciales con la oficina de turismo ruandesa.

La NBA ha ido aún más lejos, al trabajar junto al Gobierno de Kagame en el desarrollo de una Liga Africana de Baloncesto, la primera que crea fuera de Estados Unidos, que implicó la construcción con financiamiento estatal de un estadio de 104 millones de dólares, e iniciar un negocio conjunto de más de 1000 millones.

La FIFA inauguró una Oficina Regional de Desarrollo en Kigali, y Gianni Infantino destacó el crecimiento deportivo de Ruanda durante la inauguración del congreso del ente rector del fútbol en 2023, el primer cónclave electivo realizado en África.

Ahora las apuestas se han elevado aún más, porque Ruanda quiere organizar un Gran Premio de Fórmula 1, y el director ejecutivo de la máxima categoría del automovilismo, Stefano Domenicale, ha elogiado el proyecto.

“Son serios. Han presentado un buen plan”, aseguraba Domenicale en entrevista con el portal especializado Motorsport, y poco después la Federación Internacional del Automóvil (FIA) celebraba en Ruanda su gala anual de entrega de premios para todas sus categorías.

Ese plan implicaría la construcción de un autódromo permanente de miles de millones de dólares en un país con un PIB de 14.100 dólares, pero la portavoz gubernamental Yolande Makolo ha resumido las intenciones de forma muy gráfica: Ruanda quiere pasar de ser “un consumidor del deporte a un participante en el negocio de los deportes”.

France24

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