Los gránulos de plástico industrial conocidos como “nurdles” (o “lágrimas de sirena”), son la segunda fuente más importante de contaminación por microplásticos en todo el mundo, con cientos de miles de toneladas vertidas al medio ambiente cada año. A medida que las negociaciones de la ONU sobre la reducción de la contaminación por plásticos en Ginebra entran en su recta final, los expertos advierten que los esfuerzos para detener su propagación pueden resultar insuficientes.

Estos elementos tóxicos, que son del tamaño de una lenteja, fueron los protagonistas del desastre medioambiental que azotó la costa atlántica del noroeste de Francia en 2023. Si bien ya pasaron dos años, sigue teniendo repercusiones hoy en día.

En enero de 2023, oleadas de diminutos granos de plástico comenzaron a llegar a las costas de Bretaña y la región del Loira, en cantidades que ascendían a cientos de miles. Christophe Béchu, entonces ministro francés de Transición Ecológica, lo calificó de “pesadilla” y se sospechó que los diminutos gránulos se habían derramado de un contenedor perdido en el océano Atlántico. 

Entonces, se presentó una demanda, pero el caso se cerró rápidamente, ya que ningún barco informó de ningún incidente en la zona.

A pesar de los esfuerzos de los voluntarios por limpiar los gránulos de plástico esparcidos por la costa en ese momento, se encontraron más durante las tormentas invernales que azotaron la región a principios de este año, según la unión francesa de protección costera Vigipol. 

 

Conocidos como “lágrimas de sirena”, estos gránulos de plástico industrial son la materia prima utilizada para fabricar una gran variedad de productos como botellas, bolígrafos o incluso paragolpes de automóviles. 

Se fabrican a partir de derivados del petróleo crudo, como la nafta, miden entre dos y cinco milímetros y, si se vierten al medio ambiente, pueden causar daños irreversibles a la fauna y los ecosistemas.

Probablemente por eso se les mencionó en las negociaciones de esta semana para ultimar un tratado mundial contra la contaminación por plásticos. Delegados de 184 países llevan desde el 5 de agosto tratando de alcanzar un acuerdo en la sede de la ONU en Ginebra, Suiza. Sin embargo, a menos de 36 horas del final y con posiciones muy divergentes que ralentizan las negociaciones, por ahora parece poco probable que se logre frenar la contaminación por gránulos de plástico a escala mundial.

“Un cóctel químico”

Esta clase de gránulos es la tercera fuente más importante de contaminación por microplásticos en la Unión Europea (UE), según la Comisión Europea, y la segunda fuente más importante de este tipo de contaminación en todo el mundo. Se acumulan principalmente en los entornos marinos, pero también pueden acabar en la tierra, donde dañan los ecosistemas locales.

Se estima que cada año acaban en el medio ambiente 445.970 toneladas de gránulos de plástico a nivel global. 

Los gránulos derramados también son una causa de contaminación por microplásticos, lo que supone una grave amenaza para la salud humana. Estos no son biodegradables y a menudo son ingeridos por animales como mariscos y peces, que luego consumen los seres humanos. 

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Las investigaciones demostraron que, una vez dentro de nuestro organismo, los microplásticos son factores de riesgo potenciales de enfermedades cardiovasculares, que pueden provocar accidentes cerebrovasculares o infartos. Son tan omnipresentes que incluso se han encontrado en la leche materna, el semen, el cerebro y la médula ósea.

Los gránulos, como la mayoría de los plásticos, también actúan como esponjas para los productos tóxicos y las bacterias que se encuentran en su entorno. Pueden atraer los llamados “químicos eternos”, como los PCB [policlorobifenilos] y los PFA [perfluoroalcoxi], pero también pueden transportar bacterias nocivas como la E. coli.

“La contaminación química tiende a adherirse a la superficie de los gránulos. Por lo tanto, no solo contienen elementos contaminantes en su interior, sino que también contienen otros contaminantes ambientales que los rodean”, afirmó Frédérique Mongodin, responsable de políticas sobre residuos marinos de Seas At Risk, una coalición medioambiental europea.

Un complejo proceso

Una vez liberados en el medio ambiente, los gránulos son difíciles de limpiar. No existe ninguna técnica para llevar a cabo una eliminación a gran escala de los gránulos de las costas o playas. La mayoría de las operaciones requieren el uso manual de herramientas como palas, aspiradoras o tamices para separarlos de su entorno. 

“También es importante señalar que la mayoría de las operaciones de limpieza no se realizan con la suficiente rapidez”, afirmó Mongodin. “Los gránulos liberados en la naturaleza pueden propagarse en cuestión de minutos”, añadió, especialmente si se derraman en entornos marinos. Dada su tendencia a flotar, los gránulos pueden viajar largas distancias a través de océanos y mares.

Las plantas de producción son las responsables de la mayoría de los vertidos. El vertido más catastrófico de gránulos de plástico tuvo lugar en 2021, cuando un buque de carga que transportaba torres de contenedores llenos de productos químicos tóxicos, así como miles de millones de gránulos de plástico y su estructura se incendió frente a la costa de Sri Lanka.

“Era como una escena de una película de guerra”, declaró a la BBC el ecologista Muditha Katuwawala, que ayudó en las tareas de limpieza. Una gruesa capa de gránulos esparcidos por la costa parecía “nieve”, afirmó. Los peces y las tortugas muertos aparecían arrastrados por las olas, con gránulos atascados en sus branquias.

 

El desastre del carguero X-Press Pearl se convirtió en el mayor vertido de plástico jamás registrado. Cuatro años después, los voluntarios siguen inspeccionando las playas de la isla en busca de estos diminutos elementos. 

Aunque los vertidos colosales como este son los que más atención mediática reciben, el instituto de investigación francés Cedre descubrió que el riesgo de fuga de gránulos era mayor en las zonas industriales y en las áreas de carga, embalaje o almacenamiento, donde estos elementos se suelen guardar en sacos de 25kg que contienen un millón de gránulos cada uno.

“Aunque se producen incidentes durante el transporte, no es la causa más importante de la contaminación por gránulos”, afirmó Mongodin. “En las plantas de producción, los gránulos se almacenan al aire libre. No hay nada que impida que los gránulos salgan volando si se rompe una bolsa. Y como las bolsas en las que se guardan son bastante finas y se rompen con facilidad, esto ocurre con bastante frecuencia. Las bolsas se transportan con carretillas elevadoras, por ejemplo, que pueden perforarlas accidentalmente”, comentó.

La pérdida de gránulos de plástico se produce en todas las etapas de la cadena de valor, desde los productores hasta el almacenamiento, el transporte, los transformadores e incluso los recicladores. Empresas petroquímicas como Dow, ExxonMobil, TotalEnergies o Shell los fabrican antes de enviarlos al extranjero, normalmente en buques de carga o trenes.

En total, se producen entre 300 y 400 millones de toneladas al año en todo el mundo, según Cedre.

“No es suficiente”

Francia parece ser pionera en la prevención de los vertidos de gránulos de plástico. Una ley contra los residuos aprobada en 2022 estipula que los productores de gránulos deben adoptar ciertas normas para evitar cualquier tipo de vertido, como colocar filtros en los desagües, asegurarse de que los gránulos se retiren de los aparcamientos, instalar lonas alrededor de las instalaciones industriales y sellar los camiones de transporte, por ejemplo.

La UE se inspiró en esta iniciativa y está ultimando su propio conjunto de normas, que se aplicarán en los próximos dos años.

“Ahora que se ha aprobado la normativa de la UE, esperamos ver algunos cambios, pero llevará tiempo”, afirmó Mongodin. “Y, lamentablemente, algunas soluciones sencillas, como hacer que los envases sean más rígidos, no se han adoptado en la legislación de la UE”, agregó.

A escala mundial, el año pasado la Organización Marítima Internacional (OMI) publicó directrices sobre cómo transportar pellets de forma segura por mar, así como recomendaciones para la limpieza en caso de derrame. A partir de 2026, la OMI obligará a los capitanes a informar de los incidentes con contenedores al estado costero más cercano y al país que haya registrado su buque.

Pero, por ahora, no hay regulaciones internacionales que aborden específicamente la contaminación plástica causada por los pellets. Por eso hay tanto en juego en las negociaciones de la ONU de esta semana. 

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Lisa Pastor, responsable de incidencia política del grupo de conservación marina Surfrider Foundation Europe, asiste con gran interés a las conversaciones en Ginebra desde que comenzaron hace más de una semana.

“El mejor enfoque para abordar el problema de los gránulos de plástico sería adoptar medidas preventivas, lo que también implica formar al personal que los manipula sobre las mejores prácticas y enseñarles cómo informar de cualquier incidente para que se pueda actuar rápidamente, minimizando la contaminación una vez que se ha producido el daño”, afirmó Pastor.

“Y eso es crucial a nivel internacional, porque la contaminación no conoce fronteras. Si se produce un vertido en un país, tendrá consecuencias en otro”, advirtió. 

Pero las negociaciones se están estancando debido a profundas divisiones sobre si la producción de plástico debe incluirse en el tratado final.

Mientras que la UE parece decidida a frenar la producción, un grupo de países, en su mayoría productores de petróleo, como Arabia Saudita, Kuwait, Rusia e Irán -conocido como el “Grupo de Países Afines”- quiere que el tratado se centre principalmente en la gestión de residuos.

“Hay muchos grupos de presión de la industria petroquímica aquí en Ginebra. Algunos incluso pertenecen a delegaciones nacionales”, afirmó Pastor.

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“Si el tratado no aborda la producción, sinceramente, no estará a la altura. No podemos centrarnos únicamente en cómo informar de los vertidos, gestionar la contaminación existente o las operaciones de limpieza. No es suficiente”, indicó.

Tras duplicarse entre 2000 y 2019, se prevé que la producción de plástico siga aumentando. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estima que la producción mundial aumentará un 70% con respecto a los niveles de 2020 para 2040.

Y con los residuos plásticos a punto de triplicarse a nivel mundial para 2060, el tiempo se acaba. 

Este artículo fue adaptado de su original en inglés 

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