Migrantes haitianos salen de la llamada "camiona" del servicio de control de inmigración de República Dominicana para ser expulsados a su país. (Photo by Steven Aristil / ANADOLU AGENCY / Anadolu via AFP)
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Agamise Cheranfant pasa sus días con miedo, escondido apenas termina su trabajo en los platanales de República Dominicana. Es haitiano, sin papeles y la deportación le respira en la nuca.Ese miedo se extiende a los dueños de las productoras de banano, un sector ya golpeado que depende mucho de la mano de obra haitiana.
Lo mismo pasa en otros cultivos o en sectores como el turismo y la construcción, cuyos obreros también son en su mayoría de Haití. Son trabajos pesados, de largas jornadas bajo un sol inclemente.
Un empleado trabaja en una plantación bananera en Mao, provincia de Valverde, República Dominicana, el 20 de junio de 2025. El temor de los trabajadores haitianos, indocumentados y cuya deportación siempre es una posibilidad, se extiende a los dueños de las empresas productoras de banano, quienes dependen de esta mano de obra para sus cosechas. Lo mismo ocurre en otros cultivos o sectores, como el turismo y la construcción, cuyos trabajadores también son mayoritariamente haitianos. (Photo by Eddy Vittini / AFP)En las siembras de plátano en Mao (noroeste) la mayoría de los trabajadores son haitianos, pocos dominicanos quieren hacerlo.
"Está muy barato", dice Cheranfant, de 33 años, en un español precario en referencia a la baja remuneración: 800 pesos diarios, menos de 14 dólares.
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"Siempre estamos asustados, siempre estamos escondidos", añade. "Casi todos los días salimos huyendo por la mañana, de noche, tres de la mañana, una de la mañana (…). Estás durmiendo asustado; comiendo, asustado. No podemos vivir tranquilos".
Cheranfant ya fue deportado unas tres o cuatro veces, no recuerda bien. Siempre volvía: su esposa y tres hijos viven en un pueblo cercano a la plantación.
Empleados toman un descanso en una finca bananera en Mao, provincia de Valverde, República Dominicana, el 20 de junio de 2025. El temor de los trabajadores haitianos, indocumentados y cuya deportación siempre es una posibilidad, se extiende a los dueños de las empresas productoras de banano, quienes dependen de esta mano de obra para sus cosechas. Lo mismo ocurre en otros cultivos o sectores, como el turismo y la construcción, cuyos trabajadores también son mayoritariamente haitianos. (Photo by Eddy Vittini / AFP)
– Operativos "desordenados" –
República Dominicana y Haití mantienen una relación sazonada con rencor y desconfianza. El presidente dominicano, Luis Abinader, aguantó la política sobre la migración proveniente del país vecino, azotado por la pobreza y por la violencia de las pandillas, que ha obligado a millas de ciudadanos a desplazarse.
Abinader ordenó levantar un muro en la frontera y multiplicó las redadas y deportaciones de indocumentados. En el primer semestre de 2025, más de 200.000 haitianos fueron devueltos a su país.
La asociación de constructores (Acoprovi) dice a la AFP que estos "operativos de repatriación desordenados" generanon una "reducción de la disponibilidad de mano de obra" en tareas que "no son de interés de los dominicanos".
En algunas zonas, la oferta laboral cayó entre 40% y 80%.
El turismo por ejemplo "ha sido afectado en tareas como la cocina", explica Henri Hebrard, economista y asesor en el sector público y privado. "Eso puede afectar la calidad del servicio".
Los empresarios coinciden en la necesidad de un plan de regularización.
Acoprovi propone la emisión de 87.000 permisos de trabajo temporales. Los bananeros tienen un registro de 15.000 obreros haitianos.
El gobierno por lo pronto no ha mostrado ningún signo de flexibilidad ante estas peticiones.
Antony Florestal, de 32 años, tiene sus documentos vencidos: pasaporte, cédula de extranjería, carnet de trabajo. Si lo localizan en una redada, será deportado.
"Tengo miedo", sostiene Florestal, que desde 2009 trabaja en campos agrícolas. "Yo vivo aquí (en la finca) para no salir a la calle".
Un empleado trabaja en una finca bananera en Mao, provincia de Valverde, República Dominicana, el 20 de junio de 2025. El temor de los trabajadores haitianos, indocumentados y cuya deportación siempre es una posibilidad, se extiende a los dueños de las empresas productoras de banano, quienes dependen de esta mano de obra para sus cosechas. Lo mismo ocurre en otros cultivos o sectores, como el turismo y la construcción, cuyos trabajadores también son mayoritariamente haitianos. (Photo by Eddy Vittini / AFP)" title=" Un empleado trabaja en una finca bananera en Mao, provincia de Valverde, República Dominicana, el 20 de junio de 2025. El temor de los trabajadores haitianos, indocumentados y cuya deportación siempre es una posibilidad, se extiende a los dueños de las empresas productoras de banano, quienes dependen de esta mano de obra para sus cosechas. Lo mismo ocurre en otros cultivos o sectores, como el turismo y la construcción, cuyos trabajadores también son mayoritariamente haitianos. (Photo by Eddy Vittini / AFP)" layout="responsive">Un empleado trabaja en una finca bananera en Mao, provincia de Valverde, República Dominicana, el 20 de junio de 2025. El temor de los trabajadores haitianos, indocumentados y cuya deportación siempre es una posibilidad, se extiende a los dueños de las empresas productoras de banano, quienes dependen de esta mano de obra para sus cosechas. Lo mismo ocurre en otros cultivos o sectores, como el turismo y la construcción, cuyos trabajadores también son mayoritariamente haitianos. (Photo by Eddy Vittini / AFP)" title=" Un empleado trabaja en una finca bananera en Mao, provincia de Valverde, República Dominicana, el 20 de junio de 2025. El temor de los trabajadores haitianos, indocumentados y cuya deportación siempre es una posibilidad, se extiende a los dueños de las empresas productoras de banano, quienes dependen de esta mano de obra para sus cosechas. Lo mismo ocurre en otros cultivos o sectores, como el turismo y la construcción, cuyos trabajadores también son mayoritariamente haitianos. (Photo by Eddy Vittini / AFP)" layout="responsive">Un empleado trabaja en una finca bananera en Mao, provincia de Valverde, República Dominicana, el 20 de junio de 2025. El temor de los trabajadores haitianos, indocumentados y cuya deportación siempre es una posibilidad, se extiende a los dueños de las empresas productoras de banano, quienes dependen de esta mano de obra para sus cosechas. Lo mismo ocurre en otros cultivos o sectores, como el turismo y la construcción, cuyos trabajadores también son mayoritariamente haitianos. (Photo by Eddy Vittini / AFP)" title=" Un empleado trabaja en una finca bananera en Mao, provincia de Valverde, República Dominicana, el 20 de junio de 2025. El temor de los trabajadores haitianos, indocumentados y cuya deportación siempre es una posibilidad, se extiende a los dueños de las empresas productoras de banano, quienes dependen de esta mano de obra para sus cosechas. Lo mismo ocurre en otros cultivos o sectores, como el turismo y la construcción, cuyos trabajadores también son mayoritariamente haitianos. (Photo by Eddy Vittini / AFP)" layout="responsive">Un empleado trabaja en una finca bananera en Mao, provincia de Valverde, República Dominicana, el 20 de junio de 2025. El temor de los trabajadores haitianos, indocumentados y cuya deportación siempre es una posibilidad, se extiende a los dueños de las empresas productoras de banano, quienes dependen de esta mano de obra para sus cosechas. Lo mismo ocurre en otros cultivos o sectores, como el turismo y la construcción, cuyos trabajadores también son mayoritariamente haitianos. (Photo by Eddy Vittini / AFP)" title=" Un empleado trabaja en una finca bananera en Mao, provincia de Valverde, República Dominicana, el 20 de junio de 2025. El temor de los trabajadores haitianos, indocumentados y cuya deportación siempre es una posibilidad, se extiende a los dueños de las empresas productoras de banano, quienes dependen de esta mano de obra para sus cosechas. Lo mismo ocurre en otros cultivos o sectores, como el turismo y la construcción, cuyos trabajadores también son mayoritariamente haitianos. (Photo by Eddy Vittini / AFP)" layout="responsive">Un empleado trabaja en una finca bananera en Mao, provincia de Valverde, República Dominicana, el 20 de junio de 2025. El temor de los trabajadores haitianos, indocumentados y cuya deportación siempre es una posibilidad, se extiende a los dueños de las empresas productoras de banano, quienes dependen de esta mano de obra para sus cosechas. Lo mismo ocurre en otros cultivos o sectores, como el turismo y la construcción, cuyos trabajadores también son mayoritariamente haitianos. (Photo by Eddy Vittini / AFP)
– Trabajo nómada –
Dominicana exporta plátanos a varios países de Europa, del Caribe y Estados Unidos. Entra dentro del 5,6% que aporta el sector agropecuario al PIB del país.
En los campos donde trabaja Cheranfant, sus compañeros toman con experticia racimos envueltos en bolsas plásticas y los apoyan sobre un cojín viejo que acomodan en su hombro: es más fácil para recibirlo y transportarlo una vez cortada la rama con un machete.
De ahí se coloca en un gancho de acero y se traslada por un cable hasta otra zona donde se clasifica y empaca para su comercialización. Los mejores plátanos se exportan, en este caso a Alemania; el resto se vende en el mercado local.
Es un rubro en crisis. La producción cayó un 44% entre 2021 y 2024, según cifras de Adobanano.
Fenómenos naturales, plagas y el aumento en los costos de producción se suman a la incertidumbre por la falta de mano de obra.
"Aquí la nómina está mermada en más de un 50%", se refiere el productor Osvaldo Pineo, entre los deportados y quienes regresan al país. "Otra parte trabaja de manera nómada: hoy te ofrecen el servicio pero mañana tú no sabes si lo vas a tener".
"Si tú los montas en un vehículo y te lo revisan (las autoridades), ya tú estás tildado de traficante de indocumentados", critica. (Por Sauro SCALELLA, Mao)