"A los niños, antes de enseñarles a leer, hay que ayudarles a aprender lo que es el amor y la verdad." — Mahatma Gandhi
César Sánchez Beras, poeta, narrador y dramaturgo dominicano, es motivo de orgullo nacional, ganador del Premio Anual de Teatro Cristóbal de Llerena 2024. En su libro ‘’Pequeño mundo literario’’: drama, sonetillos y leyenda, nos invita a navegar en un viaje especial, colmado de asombro. Este artículo se enfoca en el drama contenido en dicho texto.
La literatura dramática en la infancia temprana encierra un encanto incalculable: favorece la inventiva, el desarrollo emocional, la compasión y el conocimiento. El drama, como forma de expresión de sentimientos, permite a los más pequeños apreciar las historias de manera activa y animada, promoviendo la imaginación y el ingenio creador. ¡Cuántos beneficios ofrece la literatura dramática en la primera infancia!
Las representaciones teatrales son ideales para que los niños conciban mundos, héroes y personajes. Estimulan su creatividad, les permiten reconocer diversas realidades. Las historias teatrales, con sus conflictos y acuerdos, facilitan que los infantes expresen ideas, se comuniquen y den forma a sus impresiones. Lo lúdico en el drama integra la expresión corporal, musical y lingüística, añadiendo un matiz enriquecedor a esta valiosa experiencia literaria infantil.
“No había río que no cruzara, me bañaba en cualquier lago, jugaba trompos, monteaba, subía la mata de mangos, también volaba chichiguas, de esas que se elevan alto” (p. 46).
El teatro ofrece un amplio abanico de posibilidades para el enriquecimiento del vocabulario y favorece la expresión oral. A través de los personajes y sus vivencias, los niños comprenden otros puntos de vista, interiorizan las emociones ajenas, desarrollan empatía y reconocen su propia valía.
Al leer textos teatrales, comienzan a valorar la cultura desde una perspectiva diferente, formándose como espectadores y lectores críticos. El texto dramático, como obra de arte independiente, tiene la capacidad de provocar emociones y vivencias estéticas profundas.
Leer teatro requiere más esfuerzo que otros géneros: es necesario imaginar escenas, visualizar personajes, interiorizar diálogos, observar ilustraciones, signos y símbolos. La lectura del drama exige atención plena: el diálogo es exigente y no permite distracciones.
En tiempos pasados, el teatro se leía en las escuelas. Hoy, debe integrarse plenamente a la literatura infantil.
“Vivían allí, en alegría, doce gallinas y un gallo, mulas, perros y un caballo, cinco niños y una tía” (p. 15).
La lectura teatral debe ser placentera, y para ello es imprescindible elegir buenos textos. César Sánchez Beras, en ‘’Pequeño mundo literario’’ (drama), nos presenta una historia adaptada con una prosa minuciosamente ordenada. Crea una narración secuencial con personajes entrañables, definidos con precisión en sus personalidades. Incluye todos los elementos esenciales: nombre de la obra, escenario, argumento, actos, cuadros y diálogos. Su objetivo es que todos los niños participantes tengan un rol igualmente protagónico, dentro de lo posible.
Este guion, de apariencia compleja, es abordado con genialidad. Es una obra con frases fáciles de memorizar, planificada con cuidado y dotada de una sonoridad placentera para quien lee o escucha. Su narrativa despierta el interés, con un tono rítmico cautivador.
El teatro es uno de los géneros más antiguos del mundo. El lenguaje que emplea en esta obra es sencillo y elocuente, lo que permite que las imágenes sean comprensibles y vinculantes para la niñez. Escribir para el entendimiento infantil requiere sensibilidad especial.
“La tía estaba convencida de que el libro es un invento para guardar sentimientos, pues si no, todo se olvida” (p. 33).
La literatura infantil requiere conservar viva el alma de niño, una sensibilidad auditiva abierta al mundo. Es necesario dotar a lo cotidiano de una connotación nueva y significativa. César Sánchez Beras tiene un estilo único y muy concreto. ¡Qué capacidad tiene para crear imágenes poéticas! Su ingenio natural juega con la escritura y traza el drama con sutileza y encanto. Es admirable cómo logra cautivar a sus lectores.
Su texto poético avanza con firmeza. Domina los tropos y alegorías con innovadora destreza.
“Pasa un personaje vestido de negro. Lleva bicornio, muchas medallas y una sonrisa fingida” (p. 61).
Maneja conceptos con precisión y sus títulos están siempre en sintonía con el contenido. César Sánchez escribe como quien vuela libre por los cielos: derrama sus principios y convicciones en sus textos, siempre mirando hacia horizontes nuevos. En cada obra, se renueva. Sus palabras fluyen con libertad, con musicalidad clara. Nos regala versos memorables que logran satisfacer el oído infantil.
Leyendo a este autor, sentimos al niño en nuestros ojos: observamos árboles que se mecen, dibujamos siluetas con las nubes, sonreímos ante el arcoíris, soñamos con mariposas danzantes. En nuestros recuerdos anidarán juegos de trúcamelo, bailes de aro y canicas. Escucharemos gorriones en trino, pétalos al abrirse, la canción de la brisa en primavera. Reverenciaremos la lluvia, el rocío, el sol y la tierra que da sus frutos al alba.
Este libro conecta al niño con sus raíces dominicanas, con su historia, sus luchas titánicas y sus valores humanos.
“Otro día voy a contarles toda la historia completa” (p. 61).
Hay un gran esfuerzo por captar contenidos explicativos:
“Yo también hoy aprendí que tenemos el Pico Duarte, y que es gigante, gigante, el más alto que hay aquí” (p. 40).
La literatura infantil no debe ser solo fuente de placer: debe enriquecer la educación, estar presente en el currículo, afianzada en programas y proyectos escolares.
En la antigüedad, el teatro se usaba para representar tragedias, comedias o inquietudes sociales. Hoy, el teatro infantil se orienta al esparcimiento y la formación en la edad temprana. A la niñez le fascina el teatro: actuar, representar roles, vivir otras vidas.
El teatro anima, recrea, enseña, cautiva y asombra. Es magia para los ojos de la infancia. Los pequeños disfrutan del drama en la escuela, en casa o en cualquier lugar. El drama narra aventuras, leyendas, costumbres, situaciones cotidianas, fantasía o realismo mágico.
Esta obra, de 89 páginas, forma parte de la colección de lujo Loqueleo, de la editorial Santillana. Está repleta de recursos atractivos e ilustraciones coloridas, obra de Ruddy Núñez, que capturan la atención de los niños.
A diferencia de muchas obras infantiles con animales caricaturizados o personajes fantásticos, esta propuesta busca preservar nuestras raíces identitarias, fomentar el goce y mantener viva la sensibilidad. Quiere que florezca el amor por la patria:
“La madre de Pedro Henríquez se llamó Salomé Ureña. Ella era una patriota y una singular maestra” (p. 44).
Y que la imaginación infantil vuele alto:
“Los niños quieren historias nuevas para imaginar” (p. 33).
Los personajes y héroes en este texto existen para dar vida y sentido a esta historia contada con amor y conciencia.
César Sánchez nos pinta caminos para que encontremos belleza en la vida.
Caminos de colores con sus acuarelas mágicas. Caminos que cuelga con papel crepé, caminos trazados con carbones y tizas que asombran. Caminos con piedrecitas para jugar sin prisa. Caminos para jugar arroz con leche, para alcanzar cualquier arcoíris. Caminos dorados, duros y blandos, hechos de algodones y rocas calizas. Son caminos para cruzarnos y aprender a amarnos con ese pincel de luz que él maneja con tanta maestría.
Siempre nos sorprende con su habilidad para la rima. La inclusión del drama en la literatura infantil es necesaria por la elocuencia que encierra la dramatización. ¡Cuántas potencialidades contiene para el desarrollo del lenguaje! La dramatización es una de las actividades creativas y expresivas más valoradas dentro de la literatura infantil.
Este autor sabe combinar la rima, la ilustración y el ritmo para crear un mundo visual profundo, lleno de ternura, añoranza, nostalgia y crítica insinuada. Sus trazos son suaves, y sus colores evocan ambientes idealistas que, al observar detenidamente, realzan lo cotidiano. Su estilo delicado, plagado de poesía, nos sumerge en su encanto.
El drama de este autor conmueve. Trata sobre el amor y la supervivencia durante el régimen de Trujillo, ambientado en el Cibao, en Salcedo. Se centra en las Hermanas Mirabal, quienes deben luchar y ser resilientes en una época de represión y miedo. La vida da un giro cuando son encarceladas, pero, pese a la adversidad, luchan con determinación contra el déspota que oprime la nación.
A pesar de los horrores vividos, esta historia se convierte en un testimonio de la resiliencia del espíritu humano. Temas como la esperanza, el sacrificio y la voluntad de sobrevivir impregnan el drama. También afloran las luchas morales que enfrentan las personas en situaciones extremas, mostrando las líneas borrosas entre la colaboración, la supervivencia y la resistencia.
La historia de amor al pueblo dominicano ofrece un destello de humanidad en medio de la brutalidad de la dictadura. La figura de la tía transmite un componente emocional profundo: una mujer dividida entre el amor y los compromisos necesarios para sobrevivir. Los niños aportan fuerza y calidez; a pesar del dolor que la tía lleva por dentro, ellos conservan la esperanza de que todo pasará. Esa conexión con un pasado lacerante agrega un peso emocional que hace auténtica y conmovedora la historia.
El reparto secundario aporta actuaciones sólidas, y cada personaje representa una faceta distinta de la sociedad de entonces. El escritor adopta un enfoque sensible y respetuoso, asegurándose de que no se pierda la gravedad emocional del tema. Este drama es convincente, cargado de emociones, y rinde justicia a las experiencias reales de quienes vivieron esa época y al impacto que tuvo en sus vidas.
En este drama, los niños aprenderán a jugar con las palabras, a apreciar la belleza de los vocablos y a explorar un universo de emociones. César Sánchez mantiene al lector en vilo; su narrativa avanza en un vaivén que atrapa. Este drama creativo es un gran proyecto para que se represente en escuelas, centros educativos y teatros de todo el país.
Los puentes del cielo azul son escoltados por nubes y sueños. Patria, Minerva y Teresa ascienden por ese puente azul. Nos dejan destellos de luz, estrellas doradas y maripositas que revolotean en la historia insigne de nuestra nación.
Los niños desarrollarán su capacidad para clarificar, para pensar, para resolver conflictos, para conectar con sus raíces. Este libro ha sido creado por un artífice de la palabra, con valentía, con amor, con el patriotismo que corre por la sangre de este escritor. Al leer este drama no habrá lectores pasivos, sino niños que serán creadores de nuestra cultura desde su pequeño mundo literario.
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