La novela Luces de alfareros, de Ana Almonte, dentro del universo de posibilidades en que está construida, responde a una estructura esencialmente intrincada, a la cual hay que prestarle atención desde las primeras páginas para su entendimiento.
Su narrativa, paralela a una prosa poética, de alto nivel, se enfila hacia la exploración de la condición humana. La articulación de esta novela es alto difícil y asumo, y veo, que la misma es distinta, muy distinta a todas las novelas dominicanas que he leído.
Almonte utiliza con frecuencia la alegoría en referencia a la condición humana en todos los aspectos, citando el aspecto metafísico, así como novedosas metáforas y por momento enreda al lector con cierto mimetismo, como sucede con uno de sus personajes esenciales:
Attias Treviño, un enano que vive marginado en Las Cañitas, y que la autora, Ana Almonte, utiliza con un matiz evidente que declara luchas de clases, como observa en un fragmento de "Una oruga en la hoja".
"Alcanzó lo dieciséis años, había concluido la secundaria el año anterior. Aspiraba ingresar a la universidad, soñaba con ser abogado penalista, pero doña Dulce fue la primera en decir que abandonara aquel sueño. De qué le serviría hacer carrera, suficiente con que fuese bachiller, de tener un título sería evidente la pérdida de tiempo, ya que ninguna empresa lo contrataría", le dijo (Pág.40)
La prosa de Almonte dispone de una adjetivación precisa, la que mantiene cierto equilibrio de lirismo.
La novela Luces de alfareros mantiene al lector con una permanente interrogante al propiciar historias disímiles que convergen mediante un hilo conductor que se desenvuelve entre el bien y el mal.
Muchos de los personajes de Luces de alfareros están cargados de desasosiegos, influenciados, notablemente por la metástasis comunicativa que se genera entre sus personajes, estrategia que, en cierta manera, libera tensiones entre los personajes.
Soporte
Uno de las columnas de la novela, que sirve como soporte al lector es que está bien escrita, pero lo grandiosos de la novela, y también de la notable novelista, a mi modo de ver, es cómo transforma puntos temáticos en su narrativa.
Creo que Ana Almonte es una narradora de excepción, no solo por cómo teje historias, sino también cómo las desteje y provoca misterio. Se adentra, sin mucho esfuerzo, a la originalidad dentro de serios problemas que dejan de ser problemas, pues para el inconsciente humano, toda duda es un serio problema.
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