Recitaba el autor de esta columna Un son para niños antillanos, poema del inmenso Nicolás Guillén. A mi hijo, Luis Ernesto Mejía, a la sazón, cuatro años, le cautivó el verso una negra va en la popa. Atendiendo a que, además, en el habla común, el vocablo popa señala la parte íntima de las niñas, Luiyi inquirió: Papi, ¿qué es eso de que una negra va en la popa?

Un son para niños antillanos

Por el mar de las Antillas

anda un barco de papel:

anda y anda el barco barco,

sin timonel.

De La Habana a Portobelo,

de Jamaica a Trinidad,

anda y anda el barco barco,

sin capitán.

Una negra va en la popa,

va en la proa un español:

anda y anda el barco barco,

con ellos dos.

Pasan islas, islas, islas,

muchas islas, siempre más:

anda y anda el barco barco,

sin decansar.

Un cañón de chocolate

contra el barco disparó,

y un cañón de azúcar, azúcar,

le contestó.

¡Ay!, mi barco marinero,

con su casco de papel!

¡Ay!, mi barco blanco y negro

sin timonel!

Allá va la negra negra,

junto junto al español;

anda y anda el barco barco

con ellos dos.