En 1920, el 15 de noviembre, la Orquesta Sinfónica De Londres, realizaba la primera actuación completa de la suite "Los Planetas" (The planets), dirigida por el destacado director anglo-ruso, Albert Coates, en la que fuera la famosa sala de conciertos en Londres, Queen’s Hall.
La suite orquestal en siete movimientos fue compuesta por el compositor inglés Gustav Holst. La pieza, que para 1918, fue presentada de forma íntima y privada ante un público de aproximadamente doscientas personas, el pasado 12 junio, después de ciento diecisiete años se repite la historia, pero esta vez dirigida magistralmente por el destacado director dominicano José Luis Ureña con la Orquesta Sinfónica Juan Pablo Duarte, en la intimidad del Conservatorio Nacional De Música, ante un público que tuvo el privilegio de escuchar, por primera vez en el país, tan importante e impactante obra musical.
Poesía lírica
Los que estuvimos presente, en dicha gala, disfrutamos de la poesía, que emanaba de cada nota extraída de los instrumentos, llenando todo el lobby central del Conservatorio de versos convertidos en música, y de música transformada en poemas.
Lo astrológico de "Los planetas", lo enigmático de la composición, la paleta de colores que se anteponía a los escasos momentos grises que el oído de los oyentes intentaba descubrir en cada pulso de la obra, hacía de cada movimiento un momento de magia y misterio.
La guerra, la paz, la alegría y lo místico, hacían mantener la expectativa en lo que venía luego. El después. ¿Podría el próximo movimiento superar al anterior? Nadie sabía lo que vendría y de pronto, la metáfora de las voces, el conjunto de las notas de un coro angelical que llenó el auditorio de lo más sublime de la música. El director del coro del Conservatorio, maestro Edwin Disla, guiaba, tras bambalinas, a las hermosas voces dirigidas al frente por el maestro José Luis Ureña.
Todos nos dejamos envolver de aquellas estrofas sin palabras, desnudas de lírica, solo vestidas por las cuerdas musicales femeninas de las destacadas estudiantes del coro de la más alta institución musical de la República Dominicana.
Partitura
Viento-madera, viento-metales, percusión, violines, violas, violonchelos, ejecutados por prodigiosos jóvenes estudiantes de música, y con el mencionado e impresionante coro de voces femeninas, que, con esfuerzo y dedicación durante todo el año, lograron interpretar de forma extraordinaria cada uno de los movimientos que llevan por nombre los planetas:
Marte, el portador de la guerra, está marcado allegro y en un implacable ostinato en 5/4 durante la mayor parte de su duración. Se abre en silencio, los dos primeros compases tocados por percusión, arpa (aunque lamentablemente la orquesta no contaba con una) y cuerdas. La música llega a un clímax disonante cuádruple fuerte.
Venus, el portador de la paz, comienza adagio en compás de 4/4. El movimiento se abre con un tema de trompa solista (aunque el director prefirió corno en su lugar) respondido en suavemente por las flautas y los oboes. Un segundo tema se le da al solo de violín. La música procede tranquilamente con acordes oscilantes de flautas.
Mercurio, el mensajero alado, está en 6/
8 y está marcado vivace en todas partes.
Júpiter, el portador de la alegría, la sección de apertura del movimiento está marcada allegro giocoso, en 2/4. El segundo tema, al mismo tempo, está en 3/4, al igual que la amplia melodía de la sección central, marcada como andante maestoso.
Saturno, portador de la vejez, el movimiento se abre como un adagio tranquilo en 4/4 y el ritmo básico sigue siendo lento en todo momento, con breves ráfagas de animación en la primera parte y un cambio a andante en 3/2 en la sección posterior.
Urano, el mago, el movimiento, está marcado allegro en 6/4. La música continúa con interjecciones ocasionales en 9/4, llegando a un cuádruple forte clímax con un prominente glissando de órgano, después de lo cual la música desciende repentinamente a un pianísimo lento antes de alternar secciones forte (fa6) y piano (mi) repartidas entre la sección de viento y las cuerdas, hasta que el movimiento acaba con un mi pianísimo siendo un mi la última nota, lo que la enlazaría con la pieza siguiente.
Neptuno, el místico, la música del último movimiento es tranquila en todo momento, en una métrica irregular y oscilante (compás 5/4, el mismo de «Marte»), que alterna los acordes de mi menor y sol sostenido menor y abre con flautas unidas por flautín y clarinetes, uniéndose el flautín, los oboes las arpas (lamentablemente ausentes) y la celesta (teclado) más tarde. A medida que se desarrolla el movimiento, se une a la orquesta un coro femenino fuera del escenario que canta una línea suave y sin palabras: La orquesta enmudece y las voces solas llevan la obra a un pianísimo final en una tonalidad incierta, mientras se va cerrando una puerta entre los cantantes y el auditorio.
Batuta
Leopold Anthony Stokowski, Adrian Boult,Vladímir Mijáilovich Yurovski, William Steinberg, Dima Slobodeniouk, Rodolfo Saglimbeni entre otros reconocidos directores de orquestas, han dirigido a través de la historia las magníficas presentaciones de esta obra que ha viajado por todos los escenarios del mundo. Pero que hasta ahora no se había presentado en nuestro país.
Es por ello por lo que debemos sentirnos orgullosos de haber sido partícipes de tan magno evento donde, la batuta del maestro José Luis Ureña, nos dejó, a todos los presentes, totalmente impresionados.
La maestría de este joven director, que ya ha dirigido, entre otras, la Orquesta Sinfónica Nacional, se hace evidente, en cada una de sus interpretaciones. Y, a decir de todos los que lo conocemos, su humildad y sus valores hace más grande su noble labor de director titular de la Orquesta Sinfónica Juan Pablo Duarte.
El reconocido fotógrafo y maestro audiovisual, Héctor Báez, en su canal de YouTube, que promueve el arte y la cultura, difunde este extraordinario y único concierto, para el disfrute, en todo momento, de todos los interesados en conocer el trabajo de la Orqueta Sinfónica del Conservatorio.
Esperamos que el Ministerio De Cultura, promueva este tipo de conciertos en cada rincón del país, pues la realidad es que estamos repletos de talentos, que no podemos, de ninguna manera, desperdiciar.
¡Enhorabuena, jóvenes músicos!
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