501) Está más que probado que muchos de los sustentadores de cualquier fe, sea esta religiosa o política, han estado siempre dispuestos a apelar hasta el más absurdo de los argumentos con tal de hacer valer su “verdad” improbable. En Mat. 1:20 se lee: “José, descendiente de David, no tengas miedo de tomar a María por esposa, porque el hijo que va a tener es del Espíritu Santo”. ¿Cómo probar que que es cierto que María y José “no vivieron como esposos hasta que ella dio a luz a su hijo, al que José puso por nombre Jesús”.(Mat. 1: 25). Es imposible desterrar de la mente de millones de “cristianos” el convencimiento de que ese tal Jesús es hijo de esa tal María y del tal Espíritu Santo.

502) El libro Vidas escritas, de Javier Marías, prueba que muchas veces las ficciones que se tejen sobre las vidas de muchos escritores, superan con creces las ficciones elaboradas por éstos. No quiere decir que no sean ciertas muchas de las manías, de los egocentrismos, de las desbordadas aficiones etílicas, de los delirios de grandezas y los exhibicionismos patológicos, entre otras muchas miserias que acompañan a la mayoría de los escritores, tanto a los geniales como a los de no escaso talento.

503) Si hay algo de lo que la mayoría de las personas se sienten orgullosas es de su propia estupidez, a la que confunden y equiparan con una fuente de virtudes. Y cada día las gentes se van sintiendo con más derecho para el ejercicio de su estupidez. Y muchos de quienes lo son en menor medida, se sienten cada día más obligados a convivir amablemente con los primeros, y hasta les abren paso en la vida y los proclaman dechados de inteligencia y otras virtudes.

504) Aun en medio del caos y del escándalo, toda escritura verdadera es una comunión con el silencio; quizás una especie de homenaje a éste.

505) Toda escritura que de alguna manera no choca e impacta los lugares comunes del presente, que no da fe del disenso con lo que es de aceptación casi general, nace signada por el inminente olvido. Aunque con la exigencia de la solvencia estética, hay que denunciar las convenciones estúpidas del presente, testificar el yo inconforme ante su entorno, y los “valores” que no salvan a nadie, porque generalmente están enmarcados en la más aberrante hipocresía. Y cuando hablo de denunciar no me refiero a ideologizar, politizar o evangelizar.

506) Me parece que quien puede amar y valorar a Jesucristo despojándolo de su condición “divina”, lo hace una manera más justa y, por tanto, más honesta.

BERLÍN, 30/04/2025.- Copia del libro "Mein Kampf" de Adolf Hitler en el Museo de Berlín-Karlshorst. Los suicidios en el búnker berlinés de Adolf Hitler y su círculo más cercano, incluido el de su esposa Eva Braun, de los que se cumplen este miércoles 80 años, fueron uno de los acontecimientos más simbólicos del final del III Reich y con ello de la II Guerra Mundial. EFE/ Lucas Rubio

507) Toda nuestra “civilización” ha sido forjada sobre mitos y fábulas. La verdad de los hechos subyace sepultada en un gran manto de oscuridad; toda la experiencia humana es una enorme broma tragicómica.

508) El que está convencido de que todos los han abandonado menos Dios, es más que merecedor de su soledad y su abandono. De igual manera, aquellos que, a pesar de todos los golpes que les ha dado la vida, siguen creyendo que el único bueno es Dios, es en verdad merecedor de que sólo Dios lo quiera; es decir, nadie.

509) Si los mismos evangelistas expresan que muchísimos judíos y otras personas que estaban cerca de Jesús no creían en sus milagros, ¿cómo entonces hemos de creerlo nosotros, hombres de estos tiempos, a quienes no nos tocó en suerte ser testigos de tales maravillas.

510) En verdad, hay gentes tan perversas a las que solo Dios debería querer.

511) Para admitir la inoperancia o la debilidad de su dios, a muchos de sus seguidores les da con hablar más de la cuenta de las conspiraciones del Diablo contra ellos. A todo ateo, escéptico o agnóstico, le resulta difícil entender la necesidad de la realidad y presencia del Diablo que tienen las mayorías de las gentes de “fe”. Por eso justifican, de la forma más tonta que pueda imaginarse, que su “generoso” y “omnipotente” dios no haya decidido deshacerse del Diablo.

512) Saber perder, es decir perder con elegancia, es otra forma de ganancia. Perder con dignidad nos prepara para poder seguir peleando otras batallas; a veces la euforia de ganar puede inutilizarnos para librar otros combates, tal vez más importantes que muchos en los que hemos resultado ganadores. Podemos vencer en muchas competencias, pero la mayor derrota es no triunfar sobre nosotros mismos. Vencernos a nosotros es la victoria por excelencia; derrotarnos a nosotros mismos nos prepara para aceptar en triunfo o la derrota con serena hidalguía.

513) El poder siempre es de derecha, aunque a veces pretenda encubrirse de un supuesto izquierdismo. El poder siempre es conservador, de lo contrario no es poder. Y de eso saben los de “izquierdas” cuando asumen el poder.

514) En estos tiempos, proclamarse de izquierdas, es, en la mayoría de los casos, un pretexto o un medio para el más burdo oportunismo.

515) Si bajo el ropaje de la “ideología de izquierdas” el poder se impone sobre una superestructura de derechas, de inmediato se vuelve conservador y se abroga el derecho de apelar a cuantos medios sean necesarios, no sólo pata legitimar, sino para ampliar muchos de los abusos del régimen anterior, abusos que, con gran entusiasmo, prometían erradicar una vez tuvieran en sus manos las riendas del poder.

516) En muchos casos, ir contra la corriente y los lugares comunes es un ejercicio de dignidad. Es otra forma de ética que contraviene el sentido elemental y tradicional de la ética.

517) En medio del inevitable caos a nuestro alrededor, uno debe tratar de mantener su sentido del orden necesario. Ese orden debe tratarse de la paz y la serenidad indispensables para que pueda florecer nuestra imaginación y creatividad.

518) Conversando con mi amigo Ólfir acerca de su devoción por mi cuento Ágata, y en torno a cuáles serían las razones por las que tantos lectores se maravillan con el referido relato, se me ocurrió decirle algo más o menos así: “Creo que tal vez se deba a que cada lector fascinado descubre la bestia que lo habita. En el caso de Ágata, se trata de una bestia que está despierta; en el caso de muchos, puede estar dormida en ellos, pero, de todas maneras, se trata de un animal que, como ya había consignado en estos apuntes, al tiempo que nos devora también nos salva.

519) A esta altura del mes, las aguas de mayo aún no acaban de llegar, lo que me preocupa; pero, por lo menos, ha llegado algo fabuloso para mí: mi nuevo libro que reúne mis cuentos publicados hasta ahora. Estoy disfrutando grandemente el tener en mis manos esto, que antes era esperanza, ahora convertido en objeto tangible. Lo huelo, lo toco, escucho las voces que lo integran, algunas más fuertes que otras; algunas más sutiles que otras. Pero a todas las celebro como la más sublime epifanía.

520) Quién no lo sabe: mientras más pequeña de alma es la gente, menor capacidad tiene de ocultar su odio y envidia hacia los otros.

521) Sabemos que las gentes no son como las imaginamos; suelen ser mejores o peores. Del mismo modo que nosotros, somos mejores o peores que lo que nos imaginaron los otros. Sin embargo, damos demasiado crédito a nuestros prejuicios e imaginación.

522) La verdadera victoria es el auto vencimiento de nosotros mismos. Y derrotarnos a nosotros mismos, es vencer esa enorme masa de miedo que nos habita. Todas nuestras angustias devienen de nuestros miedos. Miedo a morir, miedo a vivir; miedo a perder, miedo a ganar; miedo al presente, miedo al porvenir; miedo al miedo. En fin.

523) Tal vez yo no pueda salvarme a mí mismo, pero sólo de mí depende algún nivel de salvación posible. Ninguna filosofía ya dada puede salvarme; sólo en mí están las claves para descubrir mi propia filosofía, la que me pueda hacer llevadera, de la mejor manera posible, esta cosa llamada mi existencia.

524) Yo sé que mi salvación o mi consuelo jamás residirá en la idea de una felicidad terrena, o en la idea de un dios, o en formar parte de una iglesia, o en la fe de una vida mejor después de la muerte. Nada de eso. Ya lo he dicho antes: sólo lucho por la paz suficiente para poder sobrellevar existencia que creo finita y sin resurrección posible. Nihilismo, estoicismo, existencialismo, nada me dicen, son para mí pura retórica, pura doctrina que no me cura de mi verdad: la conciencia de la muerte y de la humillación del vivir.

525) Lo más inteligente que muchas veces podemos hacer es hacernos pasar por tontos, o hasta permitir que se nos tome como tales, en vez de mostrar demasiado empeño en demostrar que no lo somos; esto último evidencia cuán tontos realmente somos.

526) Amor y desapego es la clave para una mejor vida, porque nada nos pertenece: amor implica devoción, cuidado, entrega; apego significa miedo e ignorancia.

José Martín Paulino

Escritor

Abogado, escritor y crítico literario.

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