El propósito principal de este estudio es hurgar en el origen en español del nombre del día lunes. Del título puede inferirse ya la relación que existe entre este día de la semana y el astro luminoso de las noches. Causa sorpresa cómo este satélite de la tierra que no posee luz propia atrae tanta atención del ser humano. En el transcurso del desarrollo de este examen se evidenciará que el poder de la luna sobre los humanos data de tiempos remotos.
¿Por dónde comenzamos?
¿Comenzamos la semana por el domingo o con el lunes? Es pertinente la pregunta porque el domingo se reputa que es el primer día de la semana en los almanaques. Va colocado en el principio, o en cabeza de la semana. ¿Y entonces? Pues no es tan claro el asunto si se piensa que cuando se menciona el fin de semana, generalmente quien así se expresa engloba el sábado y… el domingo. Dejemos este asunto para después para poder entrar en materia. Admitamos que el lunes es el primer día de la semana, pues es el primero en la semana laboral.
Lunes
El origen remoto del sustantivo lunes se encuentra en el indoeuropeo leuk-, que puede retenerse para fines de nuestro propósito, con el significado de “luz, esplendor”. El dies lunae guarda estrecha relación con luna y lunación. Está también en el origen de luneta, “sitio del teatro donde están las butacas”, así llamado por su “contorno semicircular, de media luna”.
En el siglo XIII, más precisamente en 1295 es cuando se documenta por primera vez la voz lunes en el idioma que devendría en español que conocemos y utilizamos hoy. Hay que tomar en cuenta que el sustantivo lunes es una abreviación del latín dies lunae, que en lengua vulgar se tornó en dies lunis por influjo de dies martis y demás días que llevaban una letra ese (s) al final. Con la lectura de estas líneas puede comprobarse que los nombres de los días de la semana no llegaron a la lengua que todos conocemos sin recorrer un sinuoso y largo camino. Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (1980-III-713).
Ese dies lunae que se ha leído ya que guarda relación con la luna, lo hace de manera tal que en latín significaba, “día dedicado a la luna”, con la alteración en su grafía por el influjo de martis como se mencionó antes. Los antes llamados paganos (gentiles) creían que los cuerpos celestes regían las cosas de la tierra y como tales intervenían en los sucesos y vicisitudes de los humanos. Desde esa época heredamos llamar al sol o reconocer al sol como el “rey de los astros”. La luna presidía, según esa creencia, la segunda hora del día, y así sucesivamente para cada hora y día de la semana. Martes es así el día de Marte.
Luna
En tiempos anteriores al inicio de nuestra era las cosas no eran tan sencillas como las conocemos hoy. En el panteón de los egipcios la luna era uno de los principales dioses. Mantenían leyendas que explicaban porqué o cómo iba cambiando la luna la forma de sus fases a través del mes. Los romanos ya más cerca de nuestra era representaban a la luna con la encarnación de Diana que enviaba sus rayos brillantes sobre la tierra. La representación de Diana era con arco y carcaj y sobre la frente llevaba la media luna.
En la mitología griega la luna llevaba el nombre Selene. A los habitantes de la luna se les llamaba, por tanto, selenitas. La representación de Selene era una joven hermosa que recorría el cielo montada sobre un carro de plata tirado por dos caballos. Algunos autores describían los caballos, uno blanco y el otro negro. Era tal la importancia de la luna que durante largo tiempo los meses del año se contaron por meses lunares. Dictionary of Subjects and Symbols in Art (2007:105).
La influencia de la luna mantiene su importancia todavía en la actualidad pues a las personas que padecen por intervalos cambios profundos en su conducta se les llama lunáticos. En lenguaje más suave el lunático es una persona de comportamiento estrafalario, fantástico o extravagante. No puede olvidarse tampoco que los períodos menstruales se consideran relacionados con la luna, de allí que se les denomine con el nombre luna.
Si bien es cierto que se tiene aceptado que la luna recibe y refleja la luz del sol, no es menos cierto que presenta características propias que el sol no detenta, pues crece y decrece. Estos cambios inexplicables en ese entonces, llamaban mucho la atención. Para los poetas la luna preside la noche y en algunos casos significa el mundo de las tinieblas. La luna evoca también la idea de la creación, de la imaginación y la fantasía.
Es oportuno que se recuerde que existe el período de amor que se llama “luna de miel” que sigue a la unión de dos personas que se unen formalmente. Tampoco puede olvidarse el proverbio árabe que asegura: “La primera luna después del matrimonio es de miel, y las que siguen, de amargura”. Más corto aún, “La primera de miel, las que siguen… de hiel”. Llamar “luna de miel” a este periodo viene de la costumbre que se asegura existió de llevar miel al lecho de los desposados por el valor energético de la miel.
¿Por qué tanto satélite, si se estudia un día de la semana?
Hay que recordar que el lunes fue un día consagrado a la luna y que su nombre se debe a este satélite. Además, a pesar de que algunos gourmets han pretendido idealizar a la luna pensándola de queso, esta ha sido fuente de inspiración para los vates que precipita muchos sentimientos románticos.
Basta pensar en la semejanza que existe entre los diferentes idiomas para asentir con la influencia de la luna sobre el lunes. En portugués constituye una excepción, pues terminó en segunda-feira para ese día. Esos hablantes son más respetuosos de las tradiciones religiosas. En italiano es lunedi. En francés lundi. En inglés Monday, pues viene del anglosajón mónan deg, día de la luna, donde mónan es el genitivo de mona, moon, luna. Hasta en alemán; Montag procede del alto alemán manandag, día de la luna. De este mona es de donde deriva que a algunas personas de sexo femenino en inglés se les nombre Mona, que no tiene relación con simio, primate u otro similar.
La luna, “Astro luminoso de la noche de fecunda inspiración poética”. “Imagen del paso del tiempo”, la llama Bruno Rosario en el Diccionario de símbolos (2017:233). Este académico dominicano reconoce que esta es: “Cauce metafórico de la inspiración artística”. Rosario Candelier en ese diccionario dedica siete páginas a la luna en tanto fuente de diversas reacciones en el ser humano.
El alcance del simbolismo de la luna es amplio y complejo. Desde tiempos remotos el humano tomó conciencia de la relación de la luna con las mareas y la misteriosa conexión entre la fase lunar y el ciclo fisiológico de la mujer.
Para concluir, algunas creaciones del español con la luna y el lunes
La luna a través de la lengua española ha sido objeto y motivo de muchas locuciones como se comprobará en algunas que se transcriben a continuación. Si bien es cierto que en el español general ha sido así; la variante de español dominicano favorece también algunas de ellas y las destacaremos.
“Estar en la luna” en tanto locución verbal general expresa estar fuera de la realidad, no darse cuenta de lo que está ocurriendo. Vale también para expresar en el registro coloquial, estar distraído, no enterarse de lo que se está tratando. Otra muy conocida es, “pedir la luna” para manifestar que se pide algo imposible o de difícil consecución.
Entre las locuciones más frecuentes en el español dominicano se mencionarán algunas, no todas. “En la luna de Belén”, locución adjetiva, estar distraído, despistado. Así mismo “en la luna de Valencia”, con el mismo valor de la anterior.
El lunes no se queda atrás. Los dominicanos con nuestro estilo particular llamamos lunes cimarrón a un día laborable, excepto el lunes, posterior a un día festivo. Hay que recordar el lunes zapatero -no lunes de zapatero como lo conocen otros- para mencionar un lunes que se escoge para no trabajar; esto por la costumbre comprobada en nuestro país de que los zapateros trabajan los sábados, pero no los lunes, pues precisan descansar dos días a la semana como los demás trabajadores.
Roberto Guzmán en Acento.com.do
Compartir esta nota