En una noche de agosto de 1791, en algún campo de concentración azucarera, un árbol abre su oído y corazón para recibir canto y clamor de un grupo de hombres y mujeres. Se convirtió en el árbol de los ancestros, el árbol sagrado. Hablamos del Mapou[1], símbolo espiritual para casi todos los pueblos indígenas que habitaron nuestro continente.
En la cultura ayitiana, cuando alguien adquiere esta denominación, representa no solo un faro para la generación que le sucede, sino una especie de ancla y brújula. En esto se ha convertido Cedón para la generación del desarraigo. Celebrar a Cédon es como volver a otra noche del 1791. Noche de resistencia, de memoria y de multiplicidad de pertenencias, porque, además de desplazarse, migrar es reescribir los territorios de la memoria. Aquí, en estas obras, la “diáspora” se convierte en un tejido de pertenencias múltiples, donde el arte mantiene vivos los vínculos entre lo que se deja y lo que se reinventa. «Donde, dice Azan, cada tela se convierte en un espacio de meditación en el que se unen dolor, esperanza, memoria, renacimiento…»
Honrar a Cédon es honrar su universo pictórico, en el que podemos apreciar la cotidianidad de los peyizan[2] cultivando sus tierras, de los ti machann[3] con sus panyen[4] a la cabeza; Honrar a Cédon es apreciar un devanjou[5] lleno de ternura seduciendo al paisaje de la memoria. Honrarlo como individuo, como símbolo de una generación que lleva Ayití más allá de sus fronteras, transformando la ausencia en presencia, la distancia en diálogo intercultural.
Pero ¿quién es Fritzner Cedón?
En sus palabras: «Soy un paisajista. Mi inspiración surge de mi pensamiento sobre la naturaleza y sobre mi pueblo fundidos con el paisaje. Uso mucho los tonos verdes. Dado que Ayití es un país afrodescendiente, mi arte refleja el trabajo de nuestros antepasados y nuestros hermanos de hoy en el campo: le rindo un tributo al coraje de la vida campesina, una vida dura y sin comodidades, que no se suele valorar desde la ciudad. Mi pintura aspira a transmitir el mensaje de la lucha que todavía no ha terminado».
En las palabras de otros, Cedón es un pintor sensible, sencillo, modesto, que fue inspirado y apoyado en sus inicios por los artistas Eddy Moïse y Emmanuel Pierre Charles, en el estudio "Athenée" de Port-au-Prince. Siendo autodidacta, se dedicó, además de la pintura, a la radio, la actuación cinematográfica, así como a la promoción del folklore ayitiano. Nacido el 27 de marzo de 1952 en la ciudad de Port-au-Prince, Ayití, vivió su juventud en Cap Ayitien. Desde joven, se dedicó con pasión y entusiasmo a la pintura, evidenciando un extraordinario talento, mostrando a la par un amor y atracción por la naturaleza, que son características constantes en su trabajo. Sus obras se fraguan mediante representaciones de las figuras humanas plasmadas, habitualmente, en grupos de trabajadores rurales y se caracterizan por su preocupación por el detalle. Ya en 1978, inaugura su primera galería de arte, "Arte Coop", junto al artista Valcin Il, en Milot, en el norte de Ayití. en 1983, crea en Santo Domingo, donde reside en la actualidad, el estudio de arte “Los Primitivos” como punto de reunión de sus obras, como un espacio que permita exponer, difundir la obra de los artistas jóvenes haitianos. Posteriormente amplia este espacio para dar acogida, también en él, a pintores caribeños de Cuba y de la República Dominicana. Esta galería luego se convirtió en la Galería de Arte Ajoupa, en el año 2005, que todavía permanece abierta. Sus obras, en las que el color y el detalle ocupan un lugar de honor, han sido expuestas en Estados Unidos, Alemania, Francia, Colombia, Ecuador, Venezuela, y otros.
Siendo la exposición «Uni-verso Cedón, vida y obra de Fritzner Cedón» un diálogo intercultural, no podríamos celebrar al pintor sin una voz nativa de la República Dominicana, por esta razón, nos acompaña en esta celebración el artista Eliazar Órtiz, cuyos ojos y corazón saben captar la esencia de la isla en cada trazo, en cada búsqueda.
Sobre Kolektif Mapou
Somos una red de artistas y gestores culturales comprometidos con la valorización, preservación, proyección del arte ayitiano en la República Dominicana. Inspirados en el Mapou —árbol sagrado que simboliza el arraigo, la memoria, la conexión y la resistencia en nuestra tradición— trabajamos por consolidar un espacio dinámico de encuentro, creación e intercambio.
Nos impulsa el propósito de fortalecer los lazos de la diáspora a través del arte, y de generar acciones colectivas que contribuyan a una narrativa digna, visible, transformadora sobre nuestra presencia y aporte cultural en el país.
[1] La Ceiba
[2] Paisanos
[3] Pequeños vendedores/as
[4] Canasto
[5] Madrugada, Alba
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