"En el mundo posmoderno de la hipertecnología y la globalización, del consumo irracional y la destrucción de los recursos naturales, la poesía, como la más alta expresión del alma, trozo del cosmos alojado en el hombre al decir de María Zambrano, sigue siendo llamada a preservar, a través de la frágil unidad con la palabra, la unidad sagrada entre el hombre y la naturaleza, la ligazón misteriosa con la creación y también con el otro y la realidad que le rodea. Así fue ayer. Hoy y mañana no será distinto".

Al leer el libro "El paisaje insular en la poesía dominicana y otros ensayos", Editora Búho, mayo 2023, de la autoría de la insigne ensayista y poeta Soledad Álvarez, Premio Nacional De Literatura 2022, he tenido la sensación de haber estado sosteniendo  una conversación amena y cordial con tan prominente escritora. Su indudable conocimiento de la cosa tratada,  nos lo brinda de la forma más humilde y sencilla posible, pero con la altura y la elegancia que viste la mente de tan erudita dama.

Cuando aborda el tema del paisaje insular en el ensayo principal del libro, la belleza en el uso del lenguaje  de la autora de "Después de tanto arder", impacta inmediatamente:

"En el principio era el paisaje".

"En el principio era el pasmo".

Y es que en ese principio, ya residía todo. Al contrario del primer verso bíblico, donde no existía nada. Sin embargo, Soledad Álvarez, traslada esta frase de un paisaje desolado y totalmente en las sombras a uno donde la vida fluye en su máximo esplendor.

Lo describe en el punto dos del ensayo:

"La naturaleza ha sido pieza esencial en el imaginario colectivo. Desde el Libro Primero de Moisés, génesis del cielo, de la tierra, de las aguas que Dios reunió y llamó mares; de toda planta del campo, toda hierba, todo río que salía del Edén para regar el huerto".

Y es que la maestría utilizada para llevarnos de viaje  a ese tema que, a decir  de la autora, inexplorado, o no explorado con la misma profundidad que ella lo aborda, hace que nos sentemos en la primera fila de los acontecimientos.

Preguntas como las que siguen, excelentemente formuladas, nos despiertan la curiosidad, y hace que no podamos dejar en ningún momento la lectura de la obra:

"¿Cuándo en la poesía dominicana la naturaleza deja de ser medio físico para convertirse en paisaje?"

"¿Cuando el sol deslumbrante del mar que nos rodea, los ocres de la tierra y las infinitas gradaciones del verde no son solo vistos sino también sentidos, interpretados?"

"¿Cuándo  el paisaje se hizo aventura introspectiva?"

"¿Ha sido el paisaje tema, símbolo, protagonista de nuestra poesía?"

En estas preguntas, llenas de poesía, la consagrada poeta, descubre la belleza, el encanto y el paisaje espectacular de nuestra isla. Nos convierte en testigos de lo visto y admirado por  poetas como Félix María del Monte, José María González, Manuel Rodríguez Objío, Nicolás Ureña, Martha María Lamarche, José Joaquín Pérez, entre otros inmortales dominicanos  que, como puntualiza la autora, para indicar el momento preciso donde comienza todo: "Estamos en el momento de la poesía patriótica y de poetas en su mayoría también  hombres de acción, algunos victimas mortales de las luchas políticas; periodistas, jurisconsultos, participantes en las gestas libertadoras para quienes el paisaje era imagen y encarnación de la patria,  y la exaltación idealizada de la naturaleza una expresión del sentimiento nacional".

Sus palabras fluyen como un río, desembocando hacia el entendimiento. Sus descripciones, ricas en figuras literarias, son frutos de su larga trayectoria y de sus lecturas voraces.

En su ensayo "Pentimentos, Jochy Herrera y las afinidades colectivas", en uno de sus párrafos describe lo que siente cuando lee al médico y escritor. Sin embargo,  es como si describiera, las sensaciones que tenemos los lectores al leerla a ella:

"Cuánto me gusta esa mirada suya tan personal por la mezcla de conocimiento y objetividad científica con la filosofía, la libertad y la imaginación de la literatura.

Cuánto agradezco su curiosidad renacentista la que nada del arte le es ajeno: cine, música, las artes todas, y por supuesto, su pasión: la literatura.

Cuánto aprecio la sinceridad y espontaneidad para expresar sus puntos de vista, para mostrar sin máscaras angustias, incertidumbres y certezas; los rasgos de su humanidad, el cuestionamiento a las verdades establecidas, la pregunta y la duda cartesiana como recurso de su método.

Cuánto disfruto su erudición sin alharacas,  fluida como río suave entre colinas. Sus fulgurantes intuiciones, su talante crítico".

Y es que, para la creadora de "Autobiografía en el agua", como para el padre del ensayo, Montaigne, a quien parafrasea, en el mismo ensayo sobre el Dr. Herrera,   "los ensayos son espejo, cristal en el que se mira el ensayista y en los que podemos apreciar tanto sus ideas como los principios de su propia práctica".

Al concluir el ensayo "Pedro Henríquez Ureña: una conversación que no termina ", la poeta enarbola la enseñanza  que nos dejó el gran humanista y maestro dominicano, al reflexionar de una forma totalmente magistral lo siguiente:

"Pero sé que en estos tiempos de sorderas e intolerancias que atentan contra el ideal de la democracia verdadera, en estos días de apartamientos del intelectual por el escepticismo y las frustraciones acumuladas  Pedro Henríquez Ureña sigue hablándonos, desde su inmarcesible magisterio socrático de la defensa de la lengua, del rigor y la disciplina en el trabajo intelectual para dejar atrás 'la literatura de apasionados vanidosos, la perezosa facilidad, la ignorante improvisación'. Y como en aquellos días de heroísmos ya lejanos, seguía hablándonos de la justicia, la libertad, y, sobre todo, de un humanismo que haga posible la regeneración de nuestra América, la salvación del hombre, de la humanidad".

La sensibilidad de nuestro Premio Casa de  América de Poesía Americana del 2022, queda plasmada en las páginas  de "Norberto James en el recuerdo",  donde expone sus cualidades humanas con la humildad y la delicada acentuación literaria que la caracteriza. Es toda emoción, pero con un razonamiento que la eleva más allá del parnaso de la que ella  forma parte:

“Me piden unas líneas de evocación del poeta Norberto James Rawlings (1945 2021), amigo a quien me unieron tantas vivencias y fraternidad poética y humana desde aquellos terribles y a la vez heroicos años de la década de los setenta.

Mi primer impulso fue negarme. No sería la primera vez. Duele enfrentar que cada vez somos menos lo de entonces, que sin misericordia la guadaña de la muerte ha segado tanta vida prometedora, poesía, música, amores. Y aunque consciente de la imposibilidad de resumir en unas cuantas líneas experiencias complejas y un cúmulo de recuerdos, cumplo con la encomienda como manifestación de cariño y admiración hacia Norberto, amparada en la capacidad de vida que tiene la literatura frente a la muerte, al dotar de presencia trascendente a lo que se han ido".

Al referirse, al libro del premio Nacional De Literatura, poeta, José Mármol, en el ensayo "Permanencia de El ojo del arúspice" inicia el primer párrafo con una afirmación llena de poética, que da gusto leer:

"Como la roca cristalina que tras el arduo, dilatado pulimento no pierde vetas, nudos, la primordial energía de la materia, así el primer poemario de un autor cuando, con los matices que aportan los diferentes momentos de su evolución, se ha mantenido fiel a la esencia de su concepción creadora".

Y concluye con la energía que la caracteriza, con la categórica concepción de una incuestionable erudición:

"Releemos El ojo del arúspice y sabemos que estamos ante un poeta pensante, que no oculta su erudición. Pero también está el temblor, la profunda raigambre humana de una poesía pensada y escrita desde el hombre y la solidaridad con la huérfana condición humana".

Soledad Álvarez, que nos regala una memorable excursión por los "Momentos de la poesía  dominicana del siglo XX. Continuidad y ruptura", de "Un siglo de literatura dominicana" y un crítico y emocionante pasaje histórico  "En el país de la sinrazón", es sin duda, una de las más importante ensayista de habla hispana que aún vive en la actualidad. Con mucha razón,  el importante intelectual dominicano Basilio Belliard afirma: " Leer las páginas de El paisaje insular en la poesía dominicana y otros ensayos representa una experiencia que confirme que confirma que su escritura siempre es un acto de celebración de la palabra, y una fiesta del pensamiento: encarna una deuda de gratitud con sus antepasados y sus compañeros generacionales, en un diálogo, conmovedor y lírico, con su memoria sensible y con la educación sentimental de su temperamento intelectual".

La lectura de sus ensayos, es un encuentro tan íntimo, que podría atreverme, si algún día tengo la suerte de conocerla, a saludarla con un informal, pero respetuoso, "Hola, Soledad".

Juan Carlos Báez Moreta

Poeta

El autor, Juan Carlos Báez Moreta, es un poeta dominicano, que ha publicado 13 libros de poesías. Es miembro de la Unión De Escritores Dominicanos (UED) y del Centro PEN de República Dominicana. Juancbaez25@gmail.com

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