Eclipsa la ciudad, Domnisol de Negroluto;
regaliz que riega regalía:
María que te vio endomingado.
con cáliz congo te sabe bautizado […].

Al hablar de Carpentier viene a mi mente la música y el ritmo de los tambores que acompañan a una fiesta gagá, donde lo místico nos envuelve y nos lleva a un trance liberador, que al mismo tiempo nos ata entre sus redes. La narrativa de Carpentier hace esto mismo con sus lectores, te encanta con sonidos melódicos que unen cada palabra llevando musicalidad al oído del lector. Desde esta perspectiva, hoy hablaremos de Alejo Carpentier, el espiritista de la realidad.

A Carpentier se le conoce como pionero de lo real maravilloso en América, también por ser un amante de la música, su fascinación por la cultura afrodescendiente y un gran escritor, hasta se podría decir que no hay nada más que añadir sobre él, pero ¿y de sus obras todo se ha dicho ya? Lo más escalofriante de los relatos de Carpentier es encontrar en cada lectura algo que no pudiste notar antes. Esto es lo que hace especial a nuestro autor y sus obras, pues no hay mejor búsqueda que la que se conoce y aún en ella vuelves a encontrar tesoros escondidos.

Veo los escritos de Carpentier y al sentir la trama e imaginar cada escenario, me hundo en miles de emociones; es como una invocación a un nuevo espíritu que se presenta frente a la tabla Ouija. Se podría decir que esta comparación es un tanto exagerada, pero el trabajo de desmenuzar una obra es el poder de tomar retazos de ella y hacerlos tan tuyos que la voz del narrador desaparezca hasta fundirte con el relato, y esto es lo que hace especial a un escritor como Carpentier, que en sus escritos te brinda cada detalle como una hostia llena de mágicos sucesos, que a algunos asombra y a otros espanta.

No se necesita de mucho para que a nuestra mente llegue su obra cumbre El reino de este mundo, el esclavo Ti Noel y el líder vudú Mackandal. Al recordar mi primera lectura de esta obra, creía ver a Carpentier escribir vestido con una tola de colores vibrantes como todo maestro vudú o con un modesto traje gris siendo un clásico espiritista; al pensar en esto me cuestionaba: ¿existe alguna diferencia entre un maestro vudú o un espiritista? Y sí, la hay, está en la clase social y la cultura de la que se proviene. Y no estoy hablando de colores de piel ni tampoco de lo que representan estas formas de acercamiento con el más allá, sino más bien la visión que nos refleja Carpentier en su obra, donde los fieles creyentes de un poder fuera de este mundo son esclavos del cuerpo, mas siempre con la mirada fija en una supuesta libertad.

Por otro lado, se nos muestra al que siendo libre e incrédulo es esclavo, pero del poder. Como ejemplo tenemos a un personaje, Paulina Bonaparte, la esposa del general Leclerc, quien se enferma de gravedad y ésta, al ver la situación de su marido e influenciada por uno de sus esclavos, se adentra en busca del poder mágico del mundo del vudú para salvar a su esposo, lo que no logra. Carpentier hizo de la trama en sus obras una crítica burlesca a los blancos esclavistas, que despreciaban al negro esclavo, pero que buscaban entre sus mágicas invocaciones una respuesta o ayuda que les salvara.

Alejo Carpentier utiliza su narrativa para mostrar con énfasis la vida e historia de los esclavos, los negros esclavos que lograron la libertad para volverse esclavistas y los blancos feudales, que con tratos inhumanos tenían a estos esclavos que les servían. Al delinear la vida de Ti Noel, nuestro verdadero protagonista, Carpentier lo hace desaparecer por algún tiempo de la trama, y al hacerlo volver a su tierra solo ve como el tiempo ha pasado y que lo único que ha cambiado son los colores de la piel del esclavizador.

Nuestro autor, con cada uno de sus escritos invoca hacia el presente los recuerdos del sufrimiento de antiguos habitantes afrodescendientes quienes, traídos a la fuerza sintieron en su carne la imposición de las diferencias de clases que existían en la sociedad en la que vivieron, añadiendo a sus conciencias más rencor, no solo el de ser desarraigados de sus tierras y familia, sino el martirio constante y el desprecio sin sentido hacia su cultura y sus tez de piel. Las ansias de venganza y la adquisición de poder hicieron de estos negros los nuevos esclavizadores.

Carpentier, como todo buen espiritista, llama a esas voces ante sus familiares que siguen viviendo en la esclavitud, ahora sin cadenas de hierro, pero con cadenas en el alma, en la voz, en el pensamiento. Él les recuerda el dolor, el crujir de los huesos, el temor, pero también su fuerza y su llamado a alzar los brazos en señal de rebelión ante aquellos que los pisoteaban. Por otro lado, le recuerda al gobierno que hasta ellos se enferman y mueren, que lo pierden todo y caen en manos de aquellos a los que pisotearon.

En El reino de este mundo, Mackandal pudo ser capturado y quemado, pero en las mentes de los esclavos él siempre fue libre. Esta libertad que ellos veían en los poderes que decía tener el supuesto maestro vudú, mantenía en ellos la esperanza viva de que también lograrían, sin importar el precio, con maldiciones matar a sus amos o unir sus fuerzas para huir y asesinar a todo aquel que se les interpusiera. Asimismo, nuestro autor nos relata estos sucesos con el mayor realismo posible en los ojos de Ti Noel, el verdadero maestro del vudú.

De esto se trata lo real maravilloso, de mostrar lo místico y las conexiones con el más allá con la mayor naturalidad, sin ser asunto de asombro, sino parte esencial de nuestra trama. Carpentier, el espiritista de la realidad, expone ante el lector tradiciones, ritos y creencias y los vincula con el discurso histórico y con las leyendas, con lo que logra el caleidoscopio maravilloso de su literatura. Sin embargo, va más allá. Nuestro autor, con relatos extraordinarios, muestra las contradicciones de la evolución social de los seres humanos, pues se llega al punto de que ya no eres rico por ser blanco, pero si eres afrodescendiente rico, se cuestiona el proceder de tu riqueza; donde los esclavos viven y caminan en supuesta libertad, siendo presos de ideologías y sin libertad de cuestionar.

Al envolverme en los relatos de Carpentier, sigo viendo a aquellos esclavos en mi entorno y me creo libre como ellos, vivo entre los esclavizadores y deseo no convertirme en uno de ellos. Siendo nuestro autor un nuevo tipo de espiritista, uno que satisface a los que en su mesa se sientan esperando escuchar la voz del espectro que responda a sus temores y recuerdos entre las líneas de sus relatos. Sus métodos, tal vez al llamar del más allá esas voces que alguna vez sintieron el dolor que hoy ignoramos, no te harán poseedor del poder de algún ancestro, pero sí te darán la claridad para que la historia no se repita y tus únicos dos caminos sean ser esclavo o esclavista.

Añadiendo a la idea anterior, podemos analizar a cada uno de los personajes por separado, estos siendo usados como espejos que reflejan las ideologías que la sociedad promulga y permiten al lector verse a sí mismo en algunos de los personajes. Después de una lectura como esta mi reflejo deja de ser el mismo y decido ser libre por la verdad, así mismo como Ti Noel no dejó que la lejanía de su tierra y sus creencias le impidieron ser libre por la única verdad que lo representaba, él solo era cautivo de sus cadenas físicas, pero libre en su alma.

Siempre mantén presente que el lugar del que provienes no te define, pero a veces sus influencias relucirán en ti. Trata de evitarlas y otras practicarlas. Tú decides qué camino vas a seguir y a dónde vas a llegar. Las enseñanzas que te puede dejar una historia solo las conocerás al leerla, y aunque las obras de Carpentier a simple vista son tétricas e históricamente tristes, estas no terminan en la última página de la historia. Ellas vuelven a comenzar en la mente de aquel que se convierte en el nuevo invocador que trae del pasado las asperezas y nos recuerda el fracaso ante el silencio de la voz.

 

 

Gadiela González

Poeta y cantante

Gadiela González (Santo Domingo, República Dominicana, 2002. Poeta, cantante. Estudiante de la Licenciatura en Letras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

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